LOBOS HUMANOS
por Angel Rodríguez Alvarez
ggeifo@gmail.com
Cuando éramos niños, nuestros padres y en general todas las personas adultas, nos hablaban de dos personajes que poblaron nuestras infantiles mentes de miedos nocturnos y crearon un sinfín de fantasías terroríficas. Nos hablaban del Hombre del Saco y del Sacamantecas.
Ambos personajes nos los presentaban por separado y durante muchos años, a medida que iba creciendo, se iba haciendo en mi cabeza la idea de que eran sólo cuentos para asustar a los chiquillos, los cuales serían presa, supuestamente, de esos seres horribles si su comportamiento no era el que se esperaba de un niño obediente y bueno.
Tampoco quienes nos contaban esas historias raras creían en lo que estaban diciendo como pertenecientes a alguien real, de carne y hueso, dispuestos a llevar a cabo cuanto de ellos se contaba.
Más adelante, ya metido de lleno en mis aficiones por lo oculto y misterioso, quedé muy sorprendido cuando llegué al conocimiento de la existencia de unas personas que eran precisamente, por su forma de actuar con sus víctimas, el origen de esas historias supuestamente fantásticas.
Hombre del Saco y el Sacamantecas eran lo mismo y además, ¡habían existido realmente!, y habían perpetrado actos horribles contra la vida de las personas, principalmente mujeres y niños, a quienes habían asesinado en espantosas circunstancias, más propias de una novela de terror que de algo real..
El que llamó más mi atención, tal vez por ser paisano mío y porque me siento fascinado por las historias de misterio de mi Galicia natal, fue Manuel Blanco Romasanta, apodado “El Canicha”.
Nació este hombre el 18 de noviembre de 1809, en una aldea de Orense, en Galicia, la tierra donde todo lo misterioso cobra forma real, (brujas, duendes, almas en pena, etc.) que han dado cuerpo a miles de leyendas preñadas de misterio. Esta aldea se llama Regueiro, en el municipio de Esgos, y el tiempo en que situamos estos hechos que vamos a relatar es a finales del siglo XIX. Era hijo de Manuel Blanco y de María Romasanta.
España, y en general toda Europa, pasaba por momentos difíciles. Todavía se arrastraban las consecuencias de la dominación francesa, que originó el levantamiento del pueblo español, en lo que se llamó la Guerra de la Independencia.
Había, hasta bien entrado el Siglo XX, mucha incultura y el analfabetismo era tremendo. La miseria y el hambre rondaban por doquier y las gentes tenían que hacer verdaderos esfuerzos para poder vivir con muchas dificultades..
En el año de 1833 fue coronada la Reina Isabel II, y reinó hasta 1868. Esta reina tuvo un papel decisivo en la suerte que iba a correr nuestro protagonista, una vez que fue detenido, juzgado y condenado.
Los hechos luctuosos a que nos referimos abarcan el período que va de 1843 a 1855, en el Reino de Galicia y el terror que derramó en la zona donde este hombre llevó a cabo sus execrables crímenes llega hasta nuestros días, por mucho que los habitantes de ahora nieguen conocer nada de lo sucedido entonces.
La historia que nos ocupa tiene un aspecto muy original, puesto que es el primer suceso documentado en España de un caso de licantropía juzgado como tal y así figura en las diligencias abiertas contra él en el juicio, que ocupó más de dos mil folios.
Cuando Romasanta se hallaba ante el Tribunal del Reino de Galicia, en Allariz, afirmó ser un hombre lobo, dominado por una maldición, que según se creía por aquellos tiempos, afectaba al hijo de un matrimonio si ese hijo era el noveno, siendo todos del mismo género, es decir, todos hombres o todos mujeres.
Esa maldición duraba un período que abarcaba siete años, durante los cuales la persona maldita se transformaba en hombre lobo, (o mujer loba, en las féminas), en determinadas fechas y circunstancias, volviendo nuevamente a su aspecto humano, en la mayoría de las ocasiones sin recordar nada de cuanto había sucedido durante el período de tiempo que abarcaba su transformación en animal.
El misterio sobre este personaje comienza en su mismo nacimiento, pues fue registrado como Manuela, en lugar de Manuel. La explicación que se da para entender este error, en mi opinión es bastante absurda, pues se dice que fue debido a que pensaban que era una niña. ¿Cómo es posible que alguien piense que unos padres pueden confundir el sexo de su hijo?. Sólo si el sexo no estuviese bien definido, caso de un posible hermafroditismo, podría confundir momentáneamente, pero no acabo de ver esto claro.
Más lógico sería pensar en un error del escribiente que hizo la anotación en el Registro, cosa que sería más normal.
Sea como fuere, este hombre medía tan sólo 1,37 metros, lo cual es una estatura bastante baja. Sus rasgos no eran desagradables y no tenían nada que ver con los que se esperan de un loco, supuestamente poseído por el Diablo. Más bien eran rasgos que inspiraban ternura y simpatía, dada su dulzura y su carácter más bien tímido, que hacía que mucha gente simpatizara con él.
Sin embargo, tenía arrebatos de carácter seco y algo agresivo, en ocasiones.
En un juicio contra un supuesto hombre lobo, en 1603, la descripción que se hace sobre el acusado y que se presenta como una constante en las personas afectadas por licantropía, no tiene nada que ver con los rasgos de Romasanta, y no se puede generalizar hacia todos quienes padecieron ese mal. No existen unas características físicas que puedan tomarse como constantes en este tipo de individuos. Sin embargo, así se dejó escrito en el veredicto de la Corte, en Burdeos, Francia, sobre aquel acusado: Eran otros tiempos.
“Aquéllos que poseen la cara de los lobos, como este joven, tienen ojos terroríficos y brillantes, y cometen sus fechorías con la crueldad y rapacidad de los lobos. Matan a los perros, cortan las gargantas de los niños a dentelladas, y gustan del sabor de la carne humana como los lobos. Sus dientes y garras son tan afilados y poderosos como las de los lobos; corren en cuatro patas y suelen cazar en manada cuando están en compañía unos de otros. Este joven confirmó que cuando salía de cacería lo hacía con otro hombre lobo. Nada de esto debe parecer increíble o improbable, ya que sucede por obra del Diablo, quien los ayuda, alienta y los lleva a cometer estos actos.” (Veredicto de la corte de Burdeos sobre el caso de Jean Grenier, Junio de 1603).
El Lobisome de Allariz, Manuel Blanco Romasanta, dio muerte de forma terrible al menos a 9 personas, que es el número de asesinatos por los que fue acusado. Posiblemente fueron más los asesinatos, pero no se pudieron probar. El mismo Romasanta decía que había acabado con la vida de 13 personas, tanto estando solo, como acompañado, según decía, por otras dos personas que padecían el mismo mal que él.
Es una historia extraña, terrible, y uno no puede por menos que imaginar el horror de sus víctimas al sentirse atacadas por alguien en quien confiaban y que además les daba muerte a dentelladas como lo haría una fiera, comiéndose parte de sus cuerpos, a medida que los iba mordiendo y arrancando sus carnes, mientras estaban aún con vida. Verdaderamente espantoso.
El lo declaró así, ante el horror de quienes asistieron a su juicio, que duró un año, donde admitió ser, efectivamente, un hombre lobo, conocido en Galicia como Lobisome.
Al contrario de lo que se dice de los hombres lobo, Romasanta recordaba punto por punto todas sus acciones, pero jamás mostró el menor arrepentimiento por haber privado a sus víctimas del más elemental derecho de un ser humano, y haberlo hecho además de esa forma difícil de aceptar por una persona cuerda. La declaración de este hombre no dejaba lugar para ninguna duda:
“La primera vez que me transformé –afirmó Romasanta como se puede leer en el legajo del sumario donde quedó escrita la declaración del supuesto licántropo– fue en la montaña de Couso. Me encontré con dos lobos grandes con aspecto feroz. De pronto, me caí al suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces sin control y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. Estuve cinco días merodeando con los otros dos, hasta que volví a recuperar mi cuerpo. El que usted ve ahora, señor juez. Los otros dos lobos que venían conmigo, que yo creía que también eran lobos, se cambiaron a forma humana. Eran dos valencianos. Uno se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también sufrían una maldición como la mía. Durante mucho tiempo salí como lobo con Antonio y don Genaro. Atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre”.
Manuel Blanco Romasanta, CAUSA Nº 1778: CAUSA CONTRA HOMBRE LOBO, JUZGADOS DE ALLARIZ (ORENSE).
Las víctimas de el Lobisome Romasanta registradas son:
Manuela Gracía, que tenía 47 años de edad y Petra, de 15 años, hija de la anterior. Muertas en la Sierra de San Mamede, cuando Manuel Blanco las acompañaba hacia Santander.
Benita Gracía Blanco, de 34 años de edad y Francisco, hijo de la anterior, de 10 años de edad. Muertos en Castrelo de Vela..
Antonia Rúa, de 37 años de edad y su hija Peregrina, muertas en su viaje a Orense.
José Pazos, de 21 años de edad y Josefa García, madre de José Pazos, que fue asesinada en el mismo lugar que su hijo.
María Dolores, de 12 años de edad. Asesinada y despedazada.
Dada la precaria situación económica de estas pobres gentes, el criminal les prometía encontrarles trabajo en otra parte de España, (Santander), donde podían ganar bastante dinero, trabajando como empleadas de servicio doméstico.
Por el camino les daba muerte, lanzándose sobre ellas y destrozándolas a dentelladas, como lo haría un lobo y posteriormente daba noticias de su nueva vida en el lugar de destino al que nunca llegaron, a los familiares de las víctimas. Empleaba cartas escritas por el asesino, que sabía leer y escribir, cosa poco frecuente en aquellos tiempos, por supuesto encargo de las asesinadas, para tranquilizar a sus familias.
La creencia popular decía que la forma de matar a un Lobisome, cuando se sospechaba de su existencia y se montaba una cacería contra él, sería disparándole una bala de plata bendecida. Así se ha creído siempre y así se ha reflejado en novelas, películas y relatos sobre el tema de los hombres lobo.
Sobre cuándo se produce la transformación, algunos creen que puede ocurrir cualquier día de la semana, otros creen que sólo los miércoles y otros piensan que los martes, miércoles y viernes.
Las causas de esa maldición ya las hemos comentado en cuanto al hecho de ser noveno hijo, siendo todos del mismo sexo, pero se pensaba que también podría suceder con la maldición o “mal de ojo”, (meigallo en Galicia), echado por una meiga o bruja, o también por alguna intervención del propio Diablo. También podía volverse un lobo quien bebiese en el lugar donde hubiesen abrevado los lobos.
Insisto en que este hecho es el primero documentado oficialmente sobre un caso de licantropía, pero en cuanto a asesinos en serie, particularmente en su versión de “Sacamantecas”, el primero en la historia que se recuerde, es el de Juan Díaz Garayo, de Alava, que cometió sus atrocidades entre 1870 y 1879, antes de Jack el Destripador (1888), en Inglaterra. y otros asesinos en serie muy conocidos por todos.
Garayo ostenta, por tanto, el nada honroso título de ser el primer asesino en serie de la historia.
A finales del siglo XIX existía una creencia estúpida y sin sentido que costó más de una víctima humana. Se creía por aquellos tiempos que la grasa (unto) de los seres humanos y sobre todo la grasa de los niños, era beneficiosa para la salud y curaba muchas enfermedades. También se decía algo similar sobre la sangre. A la sangre, desde los tiempos más antiguos de la historia siempre se le atribuyó unas cualidades mágicas y fue el origen de muchas ceremonias religiosas con sacrificios humanos, donde se ofrecía la sangre de las víctimas a los dioses, o se bebía para aprovechar esas supuestas propiedades mágicas.. Simples supersticiones, que han provocado hechos desgraciados, cometidos por personas que creían en la realidad de esas supercherías.
Para conseguir estos supuestos beneficios, hubo personas con enfermedades y con dinero que contrataban los servicios de asesinos “sacamantecas”, que después de matar a las víctimas les sacaban la grasa del cuerpo para usarla como ungüento supuestamente milagroso.
Este Garayo abordaba a sus víctimas en la calle, y después de forzarlas sexualmente, si ellas se resistían las estrangulaba y con un cuchillo de grandes dimensiones las desgarraba para extraerles todo el unto o grasa del cuerpo.
Seis fueron víctimas de manos de Juan Díaz Garayo, y las seis eran mujeres de diferentes edades. Hubo también algunos intentos fallidos. El sistema siempre era el mismo, dándoles muerte por estrangulamiento y posterior extracción de la grasa de sus cuerpos.
¿Eran motivaciones sexuales las que empujaban a Garayo a matar a sus víctimas, o era el dinero que las familias adineradas ofrecían a asesinos sin escrúpulos para que les consiguiesen la grasa humana?. Posiblemente ambas cosas.
El afirmó, en el juicio al que fue sometido al ser detenido que en su chabola, mientras dormía, recibió la visita de una misteriosa entidad, un “visitante de dormitorio”, que el describió como una sombra negra y que identificó como el Diablo, y este Diablo fue quien le ordenó cometer los asesinatos.
Sorprendente el informe forense en cuanto a la descripción física que hizo del asesino:
“ Su cráneo, su frente parece la de un neandertal. Mandíbulas prominentes. Es un macho brutal, un monstruo. Su rostro está lleno de asimetrías. Un enigma de la moderna antropología. Y en los crímenes algo extraño le ha obligado a actuar. El dice que ha sido el demonio.”
¿Algo extraño le obligaba a asesinar?.
Doce médicos dictaminaron que Juan Díaz Garayo no padecía enfermedad mental alguna, siendo plenamente consciente de lo que hacía.
Fue ejecutado por el sistema del Garrote Vil y su cuerpo expuesto públicamente, para tranquilidad de la población que ya podría descansar tranquila, en la certeza de que el monstruo sacamantecas había sido eliminado.
Vinieron antropólogos de Bélgica y de Suiza a estudiar el cráneo desproporcionado del Sacamantecas.
Juan Díez Garayo fue enterrado en una fosa común, en el cementerio de Vitoria.
Hubo otros casos de sacamantecas, hombres y mujeres, que asesinaban sobre todo a niños. Detenidos y condenados, fueron ejecutados por la Justicia Española.
Volviendo a Romasanta, el hecho que atrae más la curiosidad, (y tal vez el morbo) de las gentes, era su licantropía, real o supuesta.
Al decir real nos referimos a la licantropía psíquica, naturalmente, aunque en esos tiempos, (y aún ahora lo creen así muchas personas), la licantropía se creía que era real y eso alimentó los miedos durante mucho tiempo.
Desde la más remota antigüedad se habla de esa cualidad, casi siempre por culpa de una maldición, de convertirse en lobos que afectaba a muchos seres humanos.
La palabra Licantropía procede de la mitología griega, donde el rey de Arcadia, Lycaón, fundó una religión en la que se cometían toda clase de desmanes, principalmente el asesinato de niños, (esto de ofrecer víctimas infantiles era bastante común en algunas culturas antiguas). También mataban a personas adultas y ofrecían su sangre a su supuesto dios.
Zeus, enterado de tales barbaridades, quiso comprobar por sí mismo si los hechos eran tal y como se decía,.
Se presentó ante los culpables de esos crímenes y al comprobar que efectivamente los hechos eran reales, les pidió explicaciones para poder imponerles el castigo adecuado.
Los responsables de ese culto brutal le hicieron ofrendas, para calmar sus iras, pero Lycaón no creyó que fuera realmente el dios Zeus.
Para comprobarlo, preparó un festín, donde el plato principal era un niño, uno de sus propios hijos. Pensó este rey que si Zeus era en realidad quien decía ser, se daría cuenta del engaño y rechazaría la comida.
Así ocurrió y Zeus descubrió de qué se trataba la comida. Lycaón huyó al campo donde descubrió el castigo que se le tenía reservado. Lentamente fue transformándose en un lobo. También su familia y sus seguidores fueron transformados en lobos. El canibalismo era considerado en la cultura griega como un pecado gravísimo y castigado con la mayor dureza.
No siempre la Licantropía es la transformación de un humano en un lobo, sino que abarca todo tipo de animales, lobos, gatos, tigres, bueyes, etc.
La Sagrada Biblia, que para los investigadores de lo oculto es una fuente inagotable de misterios, narra el castigo que recibió el rey Nabucodonosor, por su pecado de soberbia.
Dios le castigó a convertirse en un animal, viviendo separado de los seres humanos, comiendo hierba y mezclado entre las bestias.
En el Libro de Daniel, en el Capítulo 4 habla sobre este castigo claramente:
Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.
En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.
Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.
Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?
En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.
Es curioso ver que en este relato bíblico, Nabocodonosor está sujeto a la maldición durante siete tiempos, (siete años), al igual que el tiempo de duración que se dice tiene la maldición que pesa sobre el Lobisome, también siete años.
Todos estos relatos antiguos son los que, evidentemente, han dado nacimiento a este mito del hombre lobo, que ha llegado hasta nuestros días.
También llama la atención que en lo que se refiere a estos asesinos en serie que han impactado tanto en la opinión pública, como el sacamantecas Juan Díaz Garayo y el hombre lobo de Allariz, Manuel Blanco Romasanta, cuando fueron examinados por los médicos forenses correspondientes, en el examen de psiquiatría se llegó a la conclusión sorprendente, (al menos para mi), de que ninguno de los dos, y en casos similares tampoco, era idiota o maníaco, lo que hizo que la Justicia los condenase a morir a garrote vil.
Romasanta se libró de este castigo porque, en medio del juicio de los hechos, apareció un hipnólogo francés (discípulo o seguidor de Mesmer), personaje muy peculiar, que escribió al Ministro de Gracia y Justicia, diciendo que lo que padecía Romasanta era una enfermedad llamada licantropía y que por medio de la hipnosis podría él analizar y tal vez curar al acusado. Pidió por tanto que se solicitase una suspensión de la pena de muerte y se pidiese el indulto a la Reina Isabel II.
Así ocurrió, y la pena fue conmutada por indulto de Su Majestad, por lo que Romasanta pasó a prisión con la pena de Cadena Perpétua. Manuel Blanco Romasanta llegó a aceptar que era un enfermo y que no estaba poseído por una maldición.
De la prisión orensana pasó Romasanta a la Coruña y ahí se le pierde la pista, por lo que la mayoría de investigadores suponían que murió en Galicia aunque en la rumorología popular se pensaba que en prisión se había transformado en lobo y había escapado, perdiéndose en los bosques.
Sin embargo, pasados los años, dos investigadores hicieron pública la noticia, en ocasión de una conferencia y exposición sobre este caso, en Orense, de que Manuel Blanco Romasanta, según unas noticias de Prensa que presentaron al público, había muerto en la cárcel de Ceuta, debido a un cáncer de estómago que, irónicamente, parece un castigo divino por haber enviado a ese estómago carne humana de las víctimas que este hombre lobo había devorado.
Hasta ese año se había especulado con que había muerto en la prisión de Celanova, de un disparo de un carabinero, o en el castillo de San Antón en La Coruña e incluso que se lo habían llevado a Sudamérica..
Estos investigadores, en agosto de 2011, (ya ha llovido desde los tiempos de los asesinatos) demostraron con esos recortes de Prensa que fue en Ceuta donde murió, el 14 de abril de 1863 a los 54 años de edad nueve años y medio después de la sentencia de la Audiencia de la Coruña, donde se le conmutó la pena de muerte por la de Cadena Perpétua, a instancias de la Reina.
¿Por qué fue a parar a Ceuta este asesino?. Pues porque lo disponía así el Código Penal de 1848, el cual establecía que los condenados a Cadena Perpétua debían cumplir trabajos forzados en Africa, Canarias o territorios de ultramar:
Art. 94: -”La pena de cadena perpetua se sufrirá en cualquiera de los puntos destinados a este objeto en Africa, Canarias o Ultramar.-”
Art. 96: -”Los sentenciados a cadena temporal o perpetua trabajarán en beneficio del Estado; llevarán siempre una cadena al pie pendiente de la cintura o asida a la de otro penado. Se emplearán en trabajos duros y penosos y no recibirán auxilio alguno de fuera del establecimiento.
Durante el tiempo que pasó, desde su juicio hasta su muerte, Manuel Blanco Romasanta jamás dio muestra alguna de tener algún problema mental, siendo su comportamiento absolutamente normal.
En el año de 2009, 162 años después de los crímenes del Lobisome, una fundación estadounidense, en Michigan, de nombre Lycan, dedicada a estudiar los casos de licantropía localizó en la provincia de Orense los cadáveres de Benita Gracia Blanco, de 34 años de edad y el de su hijo Francisco, de 10 años.
El antropólogo Ivort Macsaw encontró los esqueletos de ambas víctimas en el municipio de Castrelo de Vela, cerca del límite de Laza.
El hallazgo confirma, según parece, las declaraciones de Romasanta, cuando fue juzgado por esos delitos. Los restos humanos presentan huellas que demuestran deformaciones debidas al canibalismo que Romasanta practicó con ellas, con prácticas extremadamente violentas en aquel triste día de 13 de marzo de 1847.
Esta fundación va a seguir con la búsqueda de los restos de las demás víctimas.
Nunca el asesino, como les ocurrió también a los demás asesinos de este tipo, (psicópatas criminales) sintieron la más mínima empatía con sus victimas. No sentían emoción alguna, salvo la del dominador, mientras efectuaban sus asesinatos.
Cuán cierto es que cada leyenda, cada mito, tiene un trasfondo de verdad.
REFERENCIAS Y FUENTES:
BIBLIA. (REINA VALERA). LIBRO DE DANIEL, Capítulo 4 completo.
PSICOPATAS Y ASESINOS EN SERIE:
http://www.marisolcollazos.es/Criminologia-III/Criminologia-III-Psicopatas-asesinos-serie.pdf
“Romasanta: La caza de la bestia”. Película de Paco Plaza. 2004.
Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Manuel_Blanco_Romasanta.jpg
EL CODIGO PENAL DE 1850:
http://savonarolamiscelanea.wordpress.com/2012/07/24/el-codigo-penal-de-1850/
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