ANIQUILACION
Por Ángel Carretero Olmedo
acarreteroolmedo@gmail.com
A lo largo de los dos o tres últimos años circulaban, y circulan, rumores en prensa, programas de radio y televisión y en la red en el sentido de que el fin del mundo se encuentra próximo. Hay grupos que afirmaron que esto ocurrirá en el año 2.012; y nada pasó. Nadie se pone de acuerdo en como será el fin de nuestra existencia, esgrimiendo cada uno sus propias teorías al respecto. Se afirma que ahora ocurrirá en el año 2014, o en 2030 e incluso en el 2040.
Hercolubus es un supuesto planeta de un supuesto sistema llamado Tylo, de un tamaño 6 veces superior a Júpiter, que para algunas creencias se aproximaría a nuestra querida Tierra para el ya indicado año 2012; y que personalmente aun lo estoy esperando. Ocupa un lugar importante en las creencias de distintos grupos seudo religiosos.
Fue inventado por V. M. Radolú (1) (seudónimo), vinculado con grupos relacionados con el gnosticismo moderno y seguidor de Samael Aum Weor que en realidad es el sobrenombre del colombiano Víctor Gómez Rodríguez, en su libro Hercolubus o planeta rojo. Es decir, escrito por un señor vinculado con sectas conocidas como destructivas. Y según su creador, al aproximarse a la Tierra, su enorme campo gravitatorio originará un drástico cambio climático que llevará a lo dicho anteriormente.
También afectara a la corteza terrestre. Se sabe que existe un agrietamiento de la misma provocada por diversas causas naturales. Tiene una longitud de unos 90.000 kilómetros, con una anchura media de 40 y una profundidad media de 2,5 kilómetros, y se extiende por la superficie terrestre aunque este tipo de grietas son más frecuentes en el Océano Pacifico. Y continua afirmando que en algunos lugares del Pacifico la ruptura de la corteza terrestre ha llegado hasta el magma, provocando el calentamiento del océano.
Son tantas las barbaridades que no merece la pena seguir contándolas. Solo añadir que incluso hacen responsable a este planeta cometa del fenómeno conocido como el “niño”.
Pero, no es necesario acudir a extrañas teorías para predecir el fin de nuestra existencia. El hombre es capaz de hacerlo él solicito, sin ayuda de factores externos; existiendo distintas posibilidades, esta vez avaladas por teorías científicas. De todas ellas me quedaré con dos: el cambio climático y la contaminación. Dejaremos la primera a un lado y me permitiré continuar estas líneas hablando de la segunda.
Es el año 2.050 la Tierra se esta muriendo a causa de la contaminación y colonizar el planeta Marte es la única alternativa a la destrucción. Veinticinco años antes se pone en marcha el proyecto Mars Terraforning para hacer habitable el planeta mediante misiones robotizadas. Bowman y su tripulación deben viajar al planeta para averiguar que ha fallado y poder arreglarlo. Pero lo que sucede cuando llegan allí es bastante más aterrador de lo que cualquiera podría haber adivinado: un aterrizaje forzoso los deja sin su equipo científico de comunicación y salvamento y hace que su robot de exploración y cartografía militar falle; llegando incluso a atacar a los astronautas. Bowman desafía las órdenes de Houston…Hacen el descubrimiento más aterrador y desconcertante de todos: el planeta no esta deshabitado.
Como es natural, me estoy refiriendo a Planeta Rojo, película de nacionalidad americana estrenada el 22 de diciembre del 2000 y dirigida por Anthony Hoffman. Un producto que encaja de lleno en el género de ciencia ficción.
¿Acabará la contaminación producida por el hombre con nuestra raza? Pregunta que nos debe hacer a todos reflexionar sobre lo que estamos haciendo a un planeta del cual solo somos arrendatarios. Quizás su dueño se niegue en un futuro no muy lejano a renovarnos el contrato.
Hay una lista con diez causas que pueden provocar el fin de nuestra existencia. Todas se encuentran perfectamente explicadas y las probabilidades de que ocurra una de ellas va desde muy escasa hasta muy alta. El impacto de un asteroide contra la Tierra, una guerra nuclear, una pandemia, el cambio climático, un supervolcán, etc. Me viene a la mente la pandemia del año 1.918, conocida como la gripe española.
Lo explica la viróloga María Zambón del Health Protection Agency’s Influenza Laboratory, es decir, el laboratorio de investigación de la gripe de la sanidad británica:
“Durante el último siglo hemos tenido 4 grandes epidemias de gripe, además del SIDA y el SARS –el síndrome respiratorio severo agudo, que ha extendido el uso de mascarillas en China y Asia-. Las pandemias masivas asolan el mundo cada siglo y es inevitable que al menos una ocurra en el futuro. En estos momentos la preocupación más seria es el virus de la gripe aviar H5 en los pollos del sureste asiático. Si este virus aprendiese a transmitirse de humano a humano podría extenderse rápidamente por todo el mundo. La gripe de 1918 causó 20 millones de muertes en sólo un año, más de las que causó la Primera Guerra Mundial. Un brote similar hoy podría tener un impacto más devastador”.
No debiéndonos de olvidar de la denominada “gripe A”, que fue calificada en un primer momento como posible pandemia y no llegando a provocar tantas muertes como en un primer momento se esperaba.
Hoy en día una guerra nuclear es muy improbable que ocurra, pero hace cincuenta años no. Al comienzo de la guerra fría ejército era sinónimo de guerra. Todos los países procuraban destinar la mayor parte de su presupuesto a defensa y la gran mayoría de las potencias disponían de unas fuerzas armadas con varios millones de hombres.
La disuasión nuclear es un fenómeno psicológico y defensivo basado en la existencia de las armas nucleares y que descansa sobre las apreciaciones subjetivas de las intenciones. Es el eje sobre el que gira la estrategia general de las armas nucleares.
La estrategia de la disuasión nuclear podría definirse como aquella, que pretende renunciar a la guerra nuclear y hacer imposible esta. Se basa en que un número limitado de armas nucleares puede originar daños intolerables capaces de disuadir a un agresor potencial. Trata de alcanzar el objetivo político, no mediante la victoria militar, sino por la acción indirecta, gracias a la paralización nuclear del adversario, es decir, gracias a la disuasión a la que se le somete.
Realmente la disuasión nuclear ha funcionado hasta nuestros días ya que ninguna potencia se ha atrevido a utilizar su arsenal nuclear contra otra, temiendo una respuesta nuclear que causaría daños realmente graves y que no compensarían el ataque. No obstante, en estos instantes resultan muy preocupantes una serie de amenazas procedentes de regimenes totalitarios como los de Corea de Norte, que ya ha efectuado tres ensayos nucleares, y el de Irán. Un próximo futuro nos dirá si esas amenazas son fundadas o no, si es que vivimos para saberlo.
En la actualidad el sinónimo más apropiado para ejército es garante de la paz. Se tiende a tener unas fuerzas armadas más bien pequeñas, en torno a los 300.000 hombres, y con un altísimo nivel de preparación; incluyendo disciplinas que eran impensables hace tan solo unos años. Existen más posibilidades en estos instantes de que un grupo terrorista intente detonar una bomba atómica que la lance un país contra otro. Aunque, como es natural, hay excepciones; tal como apuntábamos en el anterior párrafo. A lo que debemos de añadir las tensiones existentes desde hace ya años entre La India y Pakistán, las pretensiones nucleares de determinadas mafias, sobre todo las rusas, que pueden poner en el mercado negro al alcance de quien pueda pagarlo lo que se denominan armas nucleares tácticas de muy fácil manejo y transporte u otras conocidas como de bolsillo.
Armas tácticas son las destinadas a la destrucción del enemigo de manera restringida al campo de batalla o a su retaguardia avanzada de forma que permita continuar con las propias actividades militares; y a veces se utiliza como antónimo de armas estratégicas. Estas últimas se destinan a la destrucción de infraestructuras esenciales del enemigo en la retaguardia profunda o en el corazón de su país. Ambas expresiones son utilizadas como antónimo de la otra y viceversa. Enumerar las distintas misiones humanitarias llevadas a cabo por ejércitos europeos, bajo mandato de Naciones Unidas o la OTAN, seria interminable.
El párrafo anterior me lleva a tener que hablar de terrorismo, y al respecto expondré lo que opina el profesor Paúl Wikinson, presidente del Concejo Asesor del Centro de Estudio del terrorismo y la Violencia Política de la Universidad de San Andrews:
“La sociedad hoy es más vulnerable al terrorismo porque es más fácil que un grupo malevolente consiga los materiales necesarios, la tecnología y la experiencia para hacer armas de destrucción masiva. Ahora mismo, la causa más probable de bajas masivas a gran escala por terrorismo sería un arma química o biológica. Liberar a gran escala algo como el ántrax o el virus de la viruela tendrían un efecto gigantesco, y las comunicaciones modernas enseguida lo convertirían en un problema transnacional.”
“En una sociedad abierta, en la que valoramos la libertad de movimientos, no podemos garantizar que un ataque así sea frenado, y hay una gran probabilidad de que un ataque importante suceda en algún sitio del mundo a lo largo de nuestra vida”.
De hecho, ya se ha producido uno de esos ataques importantes: las Torres Gemelas y el Pentágono en Estados Unidos, el 11 M en España y la intentona del transporte publico de Londres, por citar solo las mas significativas que me vienen a la mente; sin dejar en el olvido, como es natural, el metro de Tokio.
La posibilidad de que la Tierra sea golpeada en los próximos 70 años por un gran asteroide es media. Donald Yeomans, director de la Oficina del Programa de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA lo explica de la siguiente forma:
“A escalas de tiempo muy grandes, el riesgo de morir como resultado del impacto de un objeto cercano a la Tierra es aproximadamente equivalente al riesgo de morir en un accidente de avión. Para causar un problema grande a nuestra civilización, el impacto tendría que ser de alrededor 1,5 kilómetros de ancho o mayor. Esperamos un acontecimiento de este tipo cada millón de años, aproximadamente. Los peligros asociados con un impacto así de grande incluyen una cantidad enorme de polvo en la atmósfera que podría apagar la luz solar durante semanas afectando a la vida de las plantas y de las cosechas que sustentan la vida. Habría tormentas de fuego como resultado de la reentrada de fragmentos calientes y una grave lluvia ácida. Todos estos efectos son a corto plazo –relativamente- de modo que las especies más adaptables (las cucarachas y los humanos, por ejemplo) podrían probablemente sobrevivir.
En 1908 se estrelló uno de esos meteoritos en la siveria rusa, el pasado 15 de febrero a primera hora nos despertamos con otro meteorito cruzando también los cielos rusos y por la tarde nos visitó otro que pasó por debajo de la orbita de los satélites geoestacionarios. Y los que quedan por visitarnos…
Cucarachas y los humanos: las especies más adaptables que actualmente pueblan nuestro planeta. Otras, no tan adaptables, se extinguieron por el posible impacto de un meteorito: los dinosaurios y gran cantidad de mamíferos con peso superior a los veinte kilos. Para finalizar, me pregunto: ¿tiene fin nuestro mundo, la Tierra?
La respuesta es sin ninguna duda si. Nuestro sol tiene actualmente una edad de unos 4.600 millones de años, en “apenas” otros 5.000 millones llegará a su fin, pero antes atrapará en su expansión a nuestra querida Tierra, destruyendo todo el Sistema Solar.
El Sol es el elemento más importante de nuestro sistema solar. Es también el objeto más grande y su masa es el 98 por ciento de toda la del sistema donde nos ha tocado vivir. Harían falta 109 Tierras para completar el disco solar y su interior podría albergar a 1,3 millones de Tierras.
La estabilidad del sol como estrella se consigue por el equilibrio entre las fuerzas interiores que tienden a expandirlas y las fuerzas de gravitación que tienden a comprimirlas.
(1) Es de nacionalidad colombiana y su autentico nombre es Joaquin Enrique Amortegui Valbuena.
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