¿A donde fueron a parar los mayas?

¿A DONDE FUERON A PARAR LOS MAYAS?.

por Angel Rodríguez Alvarez

Esta tarde me encontraba adormilado, con un café humeante en la mano, con el que trataba de despejar mi modorra veraniega, con cerca de 40º C. de temperatura.

Tenía el televisor encendido y fue el televisor y no el café quien me despertó y centró toda mi atención. Casi derramo el café sobre mi cuerpo.

Tenía sintonizado el Canal de Historia y estaban echando un documental que trataba de esclarecer las causas de la desaparición misteriosa de los mayas, desaparición que trae de cabeza a muchas personas, entre ellas yo.

Siempre me ha llamado mucho la atención todo cuanto se refiere a la civilización Maya, y tal y como han hecho miles de personas me he preguntado yo también cuál podría haber sido la causa que provocó la desaparición prácticamente repentina de esta civilización antigua prehispánica.

Las causas que se han barajado para explicar este hecho son variadas y todas tienen bases muy sólidas y razonables, entre las que destacan períodos prolongados de sequía, que se sabe a ciencia cierta que existieron y que justificarían por sí solos ese colapso de esta civilización.

Pero parece que entre las diversas hipótesis existe una que cada vez cobra más fuerza y que afirma que hubo una creciente hostilidad entre ellos mismos, llegando a celebrarse cruentas batallas entre los habitantes de las ciudades mayas, empujados por una creciente egolatría entre gobernantes locales que crearon una rivalidad entre las distintas ciudades que les hizo batallar entre ellos en frecuentes guerras vecinales que hicieron correr la sangre a raudales.

También se habla de rebelión del pueblo contra sus castas dirigentes políticas y sacerdotales.

Confirmando estas sospechas las guerras vienen descritas en una estela que se encuentra en las ruinas de la ciudad de Aguatecas, donde se ven escenas bélicas, muchas calaveras y figuras macabras, e incluso se ve la escena de un rey malherido, desnudo, pero que aún conserva la corona, para indicar que era un rey desposeído de todo su poder y dignidad, humillado, vencido y a punto de morir.

Estas guerras fraticidas parece que ocurrieron unos ochocientos años antes de que apareciese la sequía tremenda, que hizo suponer a los historiadores que esta civilización pereció por su causa.

Cuando llegó la sequía, los mayas recogieron todo cuanto poseían y se marcharon. Pero ¿hacia dónde?.

Estas gentes, restos de su gran imperio, se dirigieron hacia las zonas donde existían cuevas profundas, buscando la ayuda de los dioses del submundo que ellos suponían que habitaban bajo tierra. Buscaban a unos supuestos intraterrestres, de los que se habla en algunas culturas de diferentes partes del mundo, pero sobre todo en Oriente y en el continente americano.

Una de estas cuevas se encuentra cerca de la población de San Ignacio, capital de Distrito de Cayo, en Belice. Fue descubierta en 1889 y es de unas dimensiones bastante grandes.

El nombre de esta cueva es “Actun Tunichil Muknal”, que significa “La Cueva Piedra del Sepulcro”.

Allí pensaban los mayas que podrían tener acceso al mundo subterráneo, y comenzaron a ofrecer sacrificios a esos dioses, pidiendo su protección.

Se encuentran en esa cueva, como recuerdo de esos dramáticos días, miles de vasijas, la mayoría de las cuales poseen un agujero o hendidura. Ese agujero tenía la función de servir de entrada a la sangre de los sacerdotes y personas escogidas que se consideraban puras, y que se herían en las manos o brazos cortándose con una lámina de obsidiana, para permitir que esa sangre fluyese.

Después, esa sangre se quemaba y el humo llegaría hasta sus dioses.

Más adelante estas prácticas sufrieron una variación, y ya no se empleaba el sistema del sangrado parcial de los sacerdotes o personajes reales, sino que se impuso la costumbre del sacrificio humano, que se ofrecía, entre otros, al dios de la lluvia.

Algunos de esos mayas se aventuraron hacia zonas más profundas y misteriosas de la cueva, y los arqueólogos han descubierto algunos esqueletos que confirman este hecho. Entre los esqueletos se encontró el de una muchacha de una edad comprendida entre quince a veinte años, víctima de uno de los sacrificios, a quien llaman “La doncella de cristal”. Es un esqueleto que tiene un aspecto brillante cristalino debido a procesos naturales.

Pese a todos los avatares que sufrieron los miembros de esta Civilización Maya, ésta no desapareció en realidad de manera absoluta, sino que existen muchas personas hoy día, que son descendientes puros de los antiguos mayas, y que conservan algunas de sus costumbres, aunque sus creencias se encuentran hoy mezcladas a través de un sincretismo religioso con las creencias cristianas que conocieron de los misioneros españoles en los tiempos de la Conquista.

Poco a poco se irán conociendo algunos de los misterios que envuelven a esta civilización, pero muchos más quedarán escondidos, quizás para siempre.

Los mayas en la actualidad siguen conservando muchas de las costumbres de sus ancestros, e incluso visten con las vestimentas propias de ese pueblo.

Permanecen aislados voluntariamente de las costumbres occidentales y rechazan incluso vivir en las viviendas actuales, sino que lo hacen en viviendas realizadas con cañas, estuco y techo de paja, particularmente los habitantes de la selva Lacandona, en Chiapas y en Guatemala.

Los Lacandones, en un número de unos 500, se mantienen fuertemente alejados de las costumbres y forma de vida moderna y viven muy apegados a las costumbres antiguas.

El maíz, al igual que en la época prehispánica, sigue siendo la base principal de su alimentación, y siguen celebrando rituales que se llevan a cabo a lo largo de todo el desarrollo de las plantas de sus maizales. Pero continúan cometiendo el mismo error que sus ancestros. No dejan descansar a la tierra.

Empecinados en utilizar el maíz y siempre el maíz como base de sus sustento, olvidan o se niegan a poner sus tierras en “barbecho”, lo que impediría el agotamiento de esas tierras, y cambiar sus hábitos alimenticios, cosa difícil desde el momento en que otorgan al maíz el carácter de “alimento sagrado”.

Se calcula la población maya actual en unos cuatro a cinco millones de personas. Además de los Lacandones están los Zoques, Tzotziles y Tzetzales en Chiapas.

Los Chontales en Tabasco y los Quiches en Guatemala.

Las mujeres realizan la elaboración de las telas típicas de vivos colores y las vasijas de barro, que se utilizan para venderlas al turismo.

La lengua maya, con tres mil años de antigüedad, así como las lenguas y dialectos que de ella se derivan, todavía se hablan en algunas partes del sur de México, Honduras, Belice y Guatemala. Algunas de esas lenguas son el quiché, tztzal, y cachiquel. Existen unas treinta lenguas.

Ahora curiosamente son respetuosos con el medio ambiente y la naturaleza, a la hora de tener una economía de subsistencia, al contrario de lo que lo fueron sus antepasados, que devastaron amplias zonas para forzar la tierra a un cultivo intensivo que trajo grandes consecuencias ecológicas negativas.

Han tenido y tendrán siempre, supongo, problemas con la forma de administración y políticas de concentración y distribución de las tierras, lo que ha originado revueltas campesinas y el intento de atraerlos para su causa propiciado por las guerrillas enfrentadas a los gobiernos.

Cuando se habla de la desaparición de los mayas, debe entenderse la desaparición de ese pueblo como imperio, como civilización, nunca la desaparición total del pueblo como tal, de la Raza Maya.

Hablar de desaparición es hablar de que, de improviso, y no a través de los años, ese grupo social como habitante de lo que se ha dado en llamar

Mesoamérica, que comprende el sureste de México y los países de América Central deja de existir como Imperio de forma casi instantánea, no poco a poco, en condiciones nunca aclaradas satisfactoriamente, pese a las pretensiones simplistas de algunos.

En un principio, no existían grandes diferencias sociales, pero poco a poco la estructura social varió y se crearon élites que obligaron a las castas más bajas a depender de ellos en condiciones muy injustas que generaron un descontento creciente que terminó con una rebelión que exterminó a los nobles, a los sacerdotes y a todos quienes fuesen considerados parte de esa élite dominante e infame.

Fue, como hemos dicho, un conjunto de causas, pero ha debido haber algo que se nos escapa y que, unido a las causas conocidas, provocó ese misterioso final imperial.

Grandes núcleos de población se enfrentaron entre sí en unas guerras intestinas muy cruentas y exterminadoras. Otro grupo quedó desperdigado y vivió de forma muy primitiva, alejados de todo cuanto supusiese sabiduría, que había sido algo reservado para las clases más altas, sobre todo la casta sacerdotal.

Hambre, sequía, epidemias, guerras entre ellos. Varias son las causas que se alinearon contra los mayas, pero hay algo más. Todos piensan que existe algo más, y no fue la llegada de los españoles. Para entonces los mayas ya no representaban nada como imperio. Como ejemplo claro de ellos tenemos a Tulum, (que significa “muralla, o fortaleza”, en la lengua de los mayas), situada en un montículo rocoso. Cuando el conquistador Juan Grijalva navegó por las costas de México, en el año de 1518, la vio, soberbia sobre esas rocas.

Pero era un lugar vacío, desértico, una ciudad fantasma, abandonada 75 años antes de la llegada de los españoles.

Vacío, fantasmal. Así se presentaba no sólo Tulum, sino una a una todas las principales ciudades, los fastuosos palacios, los impresionantes templos de una civilización, de un imperio desaparecido sin que nadie, hasta el momento, sepa cuál es la causa de esa desaparición.

Durante un período de 1200 años, los mayas dominaron América Central.

Tuvieron su apogeo alrededor del 900 d.C. Las ciudades mayas tenían más de 2.000 personas por milla cuadrada, comparable al moderno Condado de Los Angeles. Incluso en las zonas rurales los mayas alcanzaban un número entre 200 y 400 personas por milla cuadrada. Había, por tanto, creo yo, superpoblación en la zona.

Pero de repente, el silencio. Todo ese esplendor, esa actividad humana quedó en silencio. Ese silencio resultó el testimonio lleno de dramatismo del mayor desastre demográfico sucedido en la prehistoria de la humanidad. Ese desastre demográfico significó la desaparición de la vibrante sociedad Maya.

¿Qué fue lo que ocurrió? se preguntaban arqueólogos e historiadores, algunos de ellos financiados por la NASA. (¿Por qué por la NASA , una Agencia Espacial? me pregunto yo).

Uno de los arqueólogos, llamado Tom Sever contestó a la pregunta: Los responsables de la desaparición de los mayas fueron ellos mismos. Ellos acabaron con su civilización y casi con su raza.

Se dice que los mayas eran gentes que vivían en armonía con su medio ambiente, con el ambiente natural que les rodeaba. Pero no es así. Los mayas esquilmaron el medio natural, al que agotaron, destruyendo brutalmente su paisaje, con graves deforestaciones y provocaron que ese paisaje sólo recuperase su antiguo esplendor de manera muy lenta, a veces lográndolo sólo en parte y provocando que ese cambio en la masa forestal diese lugar a irregularidades en el clima, hasta el punto de provocar sequías que complicaban aún más las cosas. Vivir en esas condiciones medioambientales se tornó algo muy difícil.

Cuando sobrevino la última gran sequía, en el momento del inicio de la desaparición de los mayas, estos habían talado la mayoría de los árboles, para conseguir grandes áreas de tierra libre para favorecer el cultivo de las plantas del maíz, alimento con el que se pretendía hacer frente a la alimentación de una población cada vez más creciente.

Para sus enormes monumentos, (templos y palacios), “debían talar también numerosos árboles, (20 árboles para calentar la piedra caliza necesaria para conseguir un metro cuadrado de cal)”, según explica Tom Sever.

Para entender el proceso de la deforestación y sus efectos sobre el clima, Sever y su equipo emplearon modelos de simulación climática, a través de diferentes programas de ordenador, tratando de ver hasta dónde alcanzaron los efectos de esa brutal deforestación y en qué medida fueron decisivos en las consecuencias de esa sequía que fue su perdición.

Esa deforestación hace creer a los científicos que la temperatura sufrió un aumento de 3 a 5 grados y una disminución del 20 al 30 % de las lluvias.

Esto me hace suponer que los mayas, después de todo, no eran tan listos, tan sabios como nos los presentan. Sin embargo los arqueólogos dicen que sus hallazgos demuestran que mientras muchas ciudades cayeron por la sequía, otras sobrevivieron e incluso llegaron a prosperar durante ese período. La sequía tuvo diferentes formas de manifestación en diferentes áreas.

Por tanto debe haber varias circunstancias, tal vez encadenadas o coincidentes en el tiempo, para provocar esa debacle de la civilización maya.

Después de cultivar una zona durante 1 a 3 años, hay que dejar “descansar” a la tierra por un período de unos 15 años, con lo que los árboles y la vegetación pueden volver a recuperarse. Después se puede volver a laborar la tierra para la agricultura.

Pero si se hace de forma que se agoten las posibilidades de recuperación de un terreno, buscando una sobreexplotación para responder a la cada vez mayor demanda de alimentos por una superpoblación humana, los resultados pueden ser caóticos. Eso es lo que pasó con los mayas.

Para minimizar los efectos de la sequía, los mayas trataron de almacenar grandes cantidades de agua en sus embalses. Tenían en Tikal un sistema de embalses que almacenaban millones de litros de agua.

Pero la sequía fue más dura de lo que se esperaban, y el agua de los embalses comenzó a secarse y la situación se tornó insostenible.

Había hambre y había sed. Una combinación difícil de controlar. Pero también se han encontrado esqueletos de individuos mayas asesinados, lo que refuerza la idea de que fueron varios los factores que hundieron a esa sociedad.

Muchos de esos esqueletos tienen incrustaciones de jade en sus dientes, que era una costumbre que estaba reservada a las élites de esa civilización. Habían muerto violentamente. Da fuerza a la idea de que hubo una rebelión contra las jerarquías de un pueblo que debía estar más que harto de sus dirigentes, hartos de su aristocracia, a la que decidieron ajusticiar. (F. NASA Science)

Dejadme que entremos en la parte fantástica de estas elucubraciones sobre el posible destino de los mayas, de sus castas dirigentes, políticas y sacerdotales y gran parte del pueblo, al desaparecer de manera tan repentina e inexplicable.

Me gusta fantasear, pero algunas personas tal vez lo consideren bastante cercano a la realidad. Cada cual piense lo que quiera. Hay una mezcla de datos reales con otros que pueden ser fantásticos o tal vez no tanto.

Fue hace muchos años, antes de la catástrofe del Diluvio que acabó con la vida en grandes regiones de la Tierra , después de que los dioses huyeran hacia los cielos, espantados del gran cataclismo que se avecinaba, y que ellos habían provocado, cuando sus hijos, los semidioses, llegaron hacia las tierras lejanas de lo que hoy conocemos como América, en las que se establecieron según sus costumbres y según sus leyes, leyes divinas que habían heredado de sus padres, pero que no fueron aceptadas por todos los humanos, la raza propia de este mundo, que los propios dioses habían creado a través de ingeniería genética y que se atrevieron a levantar la mano contra los hijos de los dioses, acabando con la mayoría de los semidioses, matando a sus hijos, a sus esposas, a sus hermanos y a sus familiares en general.

Ya nunca nada volvería a ser como antaño, por lo que decidieron partir hacia otras tierras más seguras, lejos de la civilización de esos seres humanos inmundos y sanguinarios

Emigraron hacia el oeste y allí se establecieron, aunque sabían que su vida en este mundo estaría amenazada y que iba a ser efímera. Llevaban un gran dolor en su corazón, pero su rostro permanecía altivo. Eran los Naupa Machu.

Llegaron a esta parte del mundo donde fundaron ciudades inmensas, palacios y templos esplendorosos, cultivaron la tierra y canalizaron las aguas de los ríos, creando embalses y embelleciendo un entorno que hasta entonces había permanecido selvático.

Pero no estaban ya seguros de nada, y abandonados por sus padres en un mundo que les era ya hostil decidieron que debían ir más allá en la búsqueda de su seguridad y la de sus hijos, en un mundo que fuera vedado para el resto de los habitantes de la Tierra , donde pudieran seguir desarrollándose.

Debían vivir en simbiosis con los terrestres, pues no tenían más remedio, pero sin mezclarse y evitando que los humanos conocieran su existencia, o en caso de que de alguna forma tuvieran noticias de ella, les fuera imposible llegar hasta ellos.

A partir de ese momento, comenzaron a crear túneles y galerías subterráneas que hoy día llamamos chinkanas, que atravesaban todo el continente, al igual que ya se había hecho antes, en los tiempos pasados y prestaron todos sus esfuerzos en crear otro mundo bajo este mundo de la superficie en el que vivimos nosotros, aprovechando grandes oquedades naturales y creando otras de manera artificial.

Emplearon en esta labor muchos años, pero gracias a sus conocimientos y a su extraordinaria tecnología, consiguieron lo que deseaban.

El mundo de arriba, el de la superficie, aunque algo grandioso, llegó a ser algo totalmente diferente del que iba a ser en el futuro su verdadera morada. El mundo subterráneo, unido por kilómetros y kilómetros de pasadizos, cuevas, y laberintos se fue acondicionando y desde entonces hasta ahora acoge a los habitantes del llamado submundo o mundo interior. No tiene nada que ver con los intraterrestres o supuesto mundo dentro del nuestro, del que tanto se habla y que es sólo una leyenda sin fundamento.

Se llevaron con ellos todo su conocimiento, y la verdadera historia de la Humanidad , escrita en planchas de oro, para evitar su desaparición con los años.

Grandes bibliotecas bajo tierra sirvieron de apoyo para poder almacenar este vasto contenido cultural y científico y algunas de estas planchas o libros metálicos han sido encontrados accidentalmente a lo largo de los años por nosotros, los habitantes de la superficie, pero todo lo encontrado fue hecho desaparecer rápidamente y de la inmensa mayoría de objetos jamás ha vuelto a saberse nada.

Muchos exploradores y aventureros se lanzaron a la búsqueda de estos túneles, detrás de supuestos tesoros que creían que iban a poder encontrar.

Pero lo que encontraron fue la muerte, algunos debido a graves episodios de locura y enfermedad y otros porque se perdieron en los laberintos en los que penetraron al recorrer ciertas zonas de los túneles o pasadizos, de los que nunca más pudieron salir.

Uno de los desaparecidos en uno de estos laberintos, en los que se había internado en compañía de otro aventurero salió tiempo después. Estaba envejecido prematuramente, no sabía nada de su compañero, tenía la mirada perdida que denotaba desvarío mental o locura. Llevaba en la mano una mazorca de oro macizo que apretaba con fuerza.

Murió pocos días después de su regreso.

Para evitar que la gente se perdiese para siempre, las autoridades cegaron muchas entradas a esos túneles.

Desde siempre, los nativos de América han creído en la existencia de esa civilización subterránea que estaría dirigiendo los destinos de nuestro mundo

desde los primeros tiempos, entendiendo en este caso como “primeros tiempos” los inmediatamente posteriores al Diluvio.

Si fuera así, habría que reconocer que lo dirigen de manera bastante desastrosa, a juzgar por el estado de nuestra sociedad y el estado ruinoso en que hemos puesto nuestro planeta.

Esta civilización recibe diferentes nombres, según el lugar en que nos encontremos.

Por ejemplo, en Chile se habla de “ la Ciudad de los Césares”. En Argentina hablan de la ciudad subterránea de los Erks y otros nombres diferentes para designar a los mismos seres que han dejado huella en todas las culturas.

Los indios Hopi, asentados en el estado norteamericano de Arizona, y que afirman proceder de un continente desaparecido en el Océano Pacífico, recuerdan que a sus ancestros les enseñaron y ayudaron unos seres que se desplazaban por el aire en unos escudos voladores. Fueron estos seres, dicen ellos, quienes les enseñaron la técnica para la construcción de túneles, así como de todo tipo de instalaciones subterráneas.

Como mínimo habría que considerar que es curiosa la coincidencia en este tipo de creencias en culturas tan distintas y tan distantes.

Se han hecho bastantes investigaciones así como expediciones de estudiosos de este tema. Algunas de estas expediciones se han llevado a cabo por organizaciones de tipo religioso como las llevadas a cabo por los Mormones, el movimiento religioso, o Restauración de la Iglesia Primitiva, fundada por Joseph Smith quien recibió, según dijo, la visita de Dios y de su hijo Jesucristo.

Más tarde dijo haber recibido de un ángel unas planchas de oro, que contenían escrituras sagradas de los antiguos profetas de las Américas.

Parece que esas planchas estaban escritas en “egipcio reformado”. Smith las tradujo y como resultado nació el Libro de Mormón. El Libro de Mormón cuenta la historia del pueblo de Nefi, de origen semita, que llegó al continente americano, (período que va del 600 a .C. al 400 d.C.).

Pero también habla de un pueblo anterior de los tiempos inmediatamente posteriores al Diluvio, los llamados Jareditas, que también llegaron a América.

Este pueblo fue casi exterminado y sospecho que podría ser el que se ocultó bajo la superficie. Un pueblo descendiente de los dioses. Un pueblo de semidioses.

Como ejemplo de lo que decimos, los Mormones financiaron y estuvieron presentes en una expedición realizada a la Cueva de los Tayos, donde aparecieron unas planchas, que podrían estar relacionadas con sus creencias.

Generalmente, los que se adentran en este tipo de misterios hallan alguna puerta en los túneles o en las cuevas, que no va a ninguna parte. No se puede acceder por ellas a ningún sitio, aunque se afirma que serían portales dimensionales. También se dice que muchos túneles y laberintos se terminan de pronto debido a grandes piedras que parecen haber sido puestas ahí por  “alguien”, para impedir el paso.

Nadie sabe cómo se movieron y llevaron esas piedras hasta el lugar donde se encuentran, tanto por su tamaño y peso, como por el lugar al que han sido llevadas.

Quienes eran personas místicas, como maestros e iniciados, que tuvieron la fortuna de contactar con los seres que supuestamente habitan en los subterráneos, han logrado su objetivo por invitación de esos seres, pero sabiendo que nunca más regresarían.

Y esto se afirma también de los mayas, y de muchos aztecas, así como de otros grupos y personas, aunque no veo yo en qué podrían estar avanzados místicamente los mayas y otros pueblos similares, pues no eran modelos de evolución mística, precisamente.

Quienes conocían mejor que nadie estos túneles y los utilizaban con frecuencia fueron los aztecas.

Los aztecas conocían muchas cosas de los anteriores habitantes de América.

Conocían sus túneles y cuevas, y las utilizaban con frecuencia para escapar de sus enemigos y para ocultar sus riquezas.

Fueron un pueblo sanguinario, en lo que se refiere a sus castas dirigentes.

Eran amigos de los sacrificios humanos, por lo que no se comprende que al mismo tiempo venerasen a un dios cuya personalidad era totalmente contraria a ellos.

¿Estuvieron en contacto con esa civilización que supuestamente habita en zonas subterráneas y que eran altamente evolucionados espiritualmente?.

Posiblemente sí. Si eso fuese así, los habitantes de las zonas subterráneas no serían tan avanzados, espiritualmente hablando, como nos los presentan.

La civilización de los aztecas sorprendió a los conquistadores españoles en todos los ámbitos, pero lo que más llamó la atención de éstos formaba parte del panteón de sus dioses principales. Uno de los dioses, por no decir el más importante, parece ser tanto en su morfología como en sus enseñanzas transmitidas a los nativos, alguien casi idéntico a Jesucristo, si no era

Jesucristo mismo.

Para los aztecas, su nombre era Quetzatcoatl. Para los incas era Viracocha y para los mayas Kukulkhan.

¿Estuvo Jesucristo en América, en contacto con los indígenas de esas tierras?.

Una clave podría estar en una frase que Jesucristo pronunció en el mismo momento de morir.

Estamos en Jerusalén. Año 33 d.C. Era cerca de la hora novena. Había gran actividad y trasiego de personas en la ciudad.

En el Gólgota, lugar de crucifixiones, permanecían aún varias personas, entre las que se encontraban María, madre de Jesús, las hermanas de Jesús y María

Magdalena.

Con ellas se hallaba Juan, el joven apóstol a quien Jesús quiso confiar el cuidado de su madre. Era el apóstol en quien más confiaba.

Todos se hallaban tristes y llorosos, viendo el doloroso y salvaje final del Maestro, por culpa de la miseria del ser humano.

Una extraña oscuridad empezó a adueñarse de todo. De pronto, Jesús se alzó elevando su cabeza hacia el cielo, y con voz fuerte que tronó en el ambiente, dijo:

“Elí, Elí. ¿Lamá Sabac Ta Ni?”.

Después, inclinando la cabeza entregó su espíritu al Padre.

Algunos se reían, pensando que había llamado al profeta Elías. No sabían el significado de aquellas palabras. Nadie lo sabía.

En el momento de fallecer, se hizo un silencio espantoso, que estremeció el alma de todos los presentes.

Un relámpago de luz vivísima atravesó el cielo de horizonte a horizonte, como rasgando la bóveda celeste. Se oyó un horrísono trueno, que hizo vibrar el suelo y temblar los edificios de la ciudad. El velo que ocultaba el Sancta Sanctórum del Templo se rasgó de arriba abajo, y los sacerdotes presentes en el templo fueron derribados por los suelos.

Toda la gente estaba estupefacta y sobrecogida con lo que estaba sucediendo.

Después, una fuerte lluvia comenzó a caer, como si la Naturaleza hubiese roto en llanto por el crimen cometido. Era un espectáculo dantesco.

Un grupo de soldados romanos estaba en el lugar y entre ellos un centurión, quien cayó de rodillas aterrorizado, mientras exclamaba:“Verdaderamente este era el Hijo de Dios”.

Los que estudiaron estos hechos creen que las últimas palabras de Jesús fueron hechas en lengua hebrea – arameo y que significan:

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Pero se equivocan. O mienten, que es peor.

The Interpreter’s Dictionary of the Bible dice sobre esto: “Existe división de opiniones en cuanto a qué idioma empleó Jesús cuando pronunció este dicho y si hubiese sido más natural para él haber usado el hebreo o el arameo. [...] Las fuentes de información indican que allá en el siglo I d.C. en Palestina se usaba un tipo de hebreo con alguna influencia del arameo” (edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 2, pág. 86). Lo cierto es que la transliteración al griego de estas palabras, como lo registraron Mateo y Marcos, no permite reconocer el idioma empleado originalmente por Jesús. Se cree en la posibilidad de que pudiera ser algún idioma ritual, usado por el maestro.

En el otro lado del mundo, en América, los nativos de aquellas tierras vieron con pavor en esas fechas terribles, cómo las tinieblas cubrieron el cielo y durante tres días se mantuvo una gran oscuridad. Hubo grandes terremotos.

Se aterrorizaron, pero no sabían qué es lo que había sucedido.

Ellos lo cuentan así, pero añaden que, pasadas las jornadas de oscuridad, un dios visitó sus ciudades y poblados, enseñándoles una doctrina y dándoles a conocer unos mandamientos muy similares a los del Cristianismo, según pudieron comprobar más tarde, asombrados, los misioneros españoles. Este hombre, para ellos un dios, fue llamado Viracocha, o Quetzacoatl y estuvo un tiempo con ellos.

Después se marchó, pero les prometió que un día volvería a encontrarse con ellos. Se fue volando hacia el Este, subiendo hacia los cielos, hasta desaparecer.

Leo literalmente:

"Los aztecas tienen una tradición de un dios sufriente y crucificado llamado Ouetzalcoatl, y de uno que le precedió para preparar el camino y llamarles al arrepentimiento. Tezcaltlipoca le ofreció una copa llamándole 'hijo mío'; Habla también de su aversión para probarla y de su llanto amargo después de haber bebido su contenido; despreciando los reinos temporales por el espiritual, siendo después llamado por el Padre. A su partida hubo cuatro terremotos.

Prometió volver otra vez y redimir a su pueblo", (Kingsborough, 8:3; Lesueur, pp. 236-237).

Esto me recuerda lo de “Padre, aleja de mi este cáliz”. Y lo del predecesor, ¿recuerda, tal vez al relato sobre San Juan Bautista?.

"Las Casas, obispo de Chiapas, relata en su apología, manuscrito que está en el convento de Santo Domingo, que cuando él pasó a través del reino de Yucatán encontró allí un respetable eclesiástico de edad madura, le pidió que siguiera al interior de su país dándole un cierto plan de instrucción para predicar. Al final de un año, así le escribió al obispo — que habían encontrado a un señor quien le había informado que ellos creían en Dios que residía en los cielos, aun el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—. El padre era llamado 'Yeona', el hijo 'Bahab' quien fué nacido de una virgen llamada 'Chibirías' y que el Espiritu Santo era llamado 'Euach'. Bahab, el hijo, decían ellos, fue muerto por Eupuro, quien le azotó y puso en su cabeza una corona de espinas, y le puso con sus brazos abiertos sobre un madero, y que al tercer día volvió a la vida y ascendió a los cielos donde está con su padre, que inmediatamente después vino Euach en su lugar como un mercader trayendo preciosas mercaderías, llenando a aquellos que quería con abundantes y divinos dones y gracias".

(Kingsborough, Mill. Star 60:86-87).

Cuando los españoles llegaron ante los indios, estos vieron que los conquistadores tenían barba y que eran blancos, como el dios que ellos creían que volvería. Poco tardaron en descubrir que Quezatcoatl no tenía nada que ver con los conquistadores.

Pero volvamos a la frase de Jesús en su último suspiro:

“Eli, Eli. Lamá Sabac Ta Ni”.

Parece ser que esta expresión no es arameo, como se ha creído hasta ahora, sino que pertenece a una lengua muerta, que en esos tiempos era desconocida.

Esa lengua se llamaba NAGA o DANAGA, procedente de la India. Pero lo más curioso es que esa lengua es muy parecida a la lengua maya que todavía se habla hoy, y cada vez más, por miles de personas al Sureste de México y en Guatemala, como ya hemos comentado anteriormente. No es una lengua muerta. Es una lengua viva y muy viva.

Y una vez más, ¿qué significado tiene esa frase pronunciada por Jesús?.

Su verdadero significado es:

“AHORA ME HUNDO EN LA PRE-ALBA DE TU PRESENCIA”.

Curioso, ¿verdad?.

Más curiosa se torna la cosa, si nos enteramos que hacía mucho tiempo que había llegado a la India una civilización muy antigua, llamada NAGA-MAYA.

En su Libro I-181 dice el historiador Heródoto:

"Berosus, que fue un temprano sacerdote historiador babilonio dice: Los primeros habitantes de Babilionia fueron extranjeros de otra raza; esta raza trajo la civilización a Mesopotamia. Fueron llamados los Oannes de Hoa-ana, que significa en lengua maya Há: agua, y Na, casa, es decir, los que vinieron en barco".

Colonizadores mayas. Habría que revisar la historia, pues esos colonizadores mayas nos dice Berosus que venían en barco desde la India, a través del Golfo Pérsico. Fueron los primeros colonizadores de Babilonia.

¿Y qué dicen los Mormones sobre los jareditas?. Dicen que fueron un pueblo post-diluviano que procedían de…Babilonia.

Parece que todo converge en la misma zona. El mundo estaba más globalizado en muchos sentidos. Bastante más de lo que nos han querido hacer creer.

Estas tribus amerindias ante el peligro que suponía su desaparición inmediata, por diversas causas, se integraron, dicen, en esa humanidad que supuestamente se encuentra viviendo bajo la superficie terrestre.

Pero habría que empezar por el principio: ¿es posible la vida subterránea?.

¿Puede el ser humano vivir bajo la superficie de nuestro planeta de manera permanente?.

Actualmente se está trabajando activamente en la adecuación de espacios subterráneos para albergar la vida humana. Se están construyendo muchas ciudades en diferentes partes del mundo, adecuadas a la vida actual y con todo tipo de comodidades, incluyendo lugares de trabajo, hogares confortables, comercios, parques, fuentes, restaurantes, espacios de entretenimiento, hoteles, etc., sin que falten trenes suburbanos, (metro), que unen algunas zonas de estas grandes ciudades., como la ciudad subterránea de Montreal, en Canadá.

En Australia también la mitad de la población actual de Coober Pedy vive bajo tierra. Y en otras partes del mundo ocurre lo mismo.

No debemos olvidar, tampoco, aunque en un orden diferente, los centros militares que se han construido bajo tierra, bajo gruesos muros de hormigón, con puertas de acero de tamaño descomunal. Estos centros han sido diseñados para soportar un ataque con armas nucleares.

Se considera que a profundidades de tan sólo 2 kilómetros , las condiciones de vida ya serían impensables, pues sucedería lo mismo que le ocurriría a un buzo que se aventurase a bajar a profundidades marinas vedadas para un ser humano.

La presión bajo tierra sería de varias atmósferas. La temperatura tiene también un papel fundamental.

Nuestro cuerpo está diseñado para vivir sobre la superficie de la Tierra.

Nuestro organismo responde a las condiciones que están determinadas por la luz solar, el aire, la flora y la fauna que nos rodea.

Desarrollamos nuestra vida en horas diurnas y acostumbramos a descansar durante las horas nocturnas. Es lo que se llama “reloj biológico”. Dependemos de manera absoluta de nuestro sol, y el desplazarnos para vivir bajo tierra requeriría un cambio evolutivo que necesitaría mucho tiempo para llevarse a cabo.

Necesitamos la vitamina D, que nos vincula directamente con la luz solar, que es una vitamina que previene del raquitismo en los niños y la pérdida ósea en os adultos, sobre todo en los ancianos.

Los niveles de calcio y fósforo en la sangre se regulan mediante esta vitamina esencial para nosotros, a través de los intestinos, absorción lograda de la alimentación. La forma en que obtenemos la vitamina D es a través de la fotosíntesis, que adquirimos gracias a la radiación ultravioleta de la luz solar.

Otras funciones corporales importantes, como la regulación del estado de ánimo, la sexualidad, el apetito, la temperatura corporal y otras, se llevan a cabo gracias a la producción de serotonina que se consigue gracias a la luz solar.

El aire es muy importante, pues nuestros pulmones se han habituado a funcionar correctamente gracias a la mezcla que compone nuestra atmósfera terrestre. La mayoría de los elementos de esa mezcla está compuesta por oxígeno, nitrógeno, algo de argón y dióxido de carbono. También es muy importante la presión atmosférica en la que nos desenvolvemos.

A unas centenas de metros bajo tierra, por ejemplo, el aire se separaría de la sangre y se formarían burbujas que podrían ser mortales.

Sin embargo, se puede ayudar a mejorar y permitir el desarrollo humano bajo tierra con la ayuda de una alta tecnología.

El aire se trae desde el exterior a través de tuberías adaptadas, y ayudadas por un sistema de exhaustación se liberaría el ambiente viciado, para mantener una atmósfera habitable.

La temperatura se soluciona por sí misma, pues ésta sólo aumenta a niveles no aceptables en profundidades de más de dos kilómetros.

Por encima de esa profundidad, la temperatura se mantiene en unos niveles estables, sin tener que recurrir a la tecnología.

Si hoy se puede recurrir a la tecnología para salvar ciertos problemas bajo tierra, ¿cómo se las ingeniarían antiguamente?. Porque las ciudades subterráneas existían. Y con miles de habitantes.

Tenemos un ejemplo de ciudad subterránea antigua en la Capadocia , Turkía, donde un inquilino de una casa – cueva, similar a la que existen en otros lugares, como en Granada, en España, derribó una pared, descubriendo asombrado que detrás había una habitación misteriosa. De allí se pasaba a otra y a otra. Era toda una ciudad bajo tierra. Era la ciudad subterránea de Derincuyu.

Se ha excavado hasta los 40 metros de profundidad, aunque se espera llegar hasta los 85 metros . Hasta el momento, se han descubierto 20 niveles subterráneos, donde los arqueólogos suponen que podrían haber vivido unas 20.000 personas. Toda una ciudad intraterrestre.

Hay más. Existen 37 ciudades subterráneas, al igual que Derincuyu, en Turkía.

Derincuyu significa, precisamente “Pozo Profundo”.

Existen, alrededor de este planeta muchas ciudades subterráneas, pero todas las de tiempos correspondientes a la antigüedad, se encuentran abandonadas.

Ni rastro de ciudades muy evolucionadas técnicamente y habitadas por una raza que nos precedió, allá por los tiempos del Diluvio, raza de la cual nos hablan numerosas tradiciones. La Raza de los Semidioses.

Vemos que, pese a las dificultades que representaría vivir en zonas subterráneas, la vida sería posible en zonas que no fuesen excesivamente profundas. Claro que existiría el riesgo de que si esa supuesta raza subterránea viviese a pocos metros de la superficie, sería localizada con facilidad. Y no se ha encontrado.

Lo que sí se ha encontrado, (aparte de esas ciudades abandonadas pero que no son nada avanzadas tecnológicamente hablando, sino primitivas), son numerosos túneles, que parecen estar enlazados entre sí, formando una gran red, así como grandes oquedades. Hay algo de misterioso en ello, y muchos enigmas que desentrañar.

Sin embargo se sigue afirmando que los antiguos miembros de las razas principales amerindias, Incas, mayas, aztecas, etc. se refugiaron pidiendo asilo a los semidioses. ¿Es todo fruto de la fantasía?. ¿Son sólo mitos de los descendientes de aquellas gentes?.

Una explicación que se está dando últimamente, con bastante insistencia, es que, en realidad, los supervivientes mayas y otros grupos amerindios se hallan en un plano de existencia paralelo al nuestro. Que todos esos pasadizos y puertas son el camino hacia un plano dimensional diferente al nuestro.

Y que un día, esos herederos de un gran imperio, regresarán para recuperar las tierras que un día formaron los reinos de ese imperio: El Imperio del Sol.

Entretanto, los supervivientes de esas razas que pertenecían al pueblo llano, y que hoy se extienden por toda Mesoamérica siguen esperando, ajenos a todo.

Hemos dividido este relato en dos partes diferenciadas una de otra, claramente.

Una parte corresponde a la realidad más o menos precisa de lo que ocurrió con los mayas principalmente, aunque lo hayamos hecho extensivo a los otros pueblos, que vivieron similares circunstancias.

Vemos, resumiendo, que los mayas tuvieron un declive instantáneo, con la desaparición súbita de su imperio, que entre otros factores se achaca a una intensiva deforestación de las zonas en que habitaban, agotando el suelo al que sometieron a un cultivo intensivo, principalmente del maíz, que era la base de su sustento, sin dejar “descansar” al terreno. Eso unido a una sequía que posiblemente se agravó por esa degradación del medio ambiente, las luchas intestinas entre ellos, la rebelión del pueblo llano ante unas castas que les eran excesivamente insoportables en su comportamiento, las luchas con otros pueblos invasores, y otros factores.

Abandonaron sus imponentes ciudades y desaparecieron como imperio, pero no como raza o pueblo, pues hemos visto que en la actualidad sobreviven varios millones en la zona de Mesoamérica.

Se hallaron restos de ellos y de sus útiles, como vasijas, objetos de adorno, etc. en grandes cuevas, donde fueron a cobijarse durante un tiempo y realizaron cultos a sus dioses en demanda de ayuda. A partir de ahí y de las castas dirigentes, y sólo de ellas, se desconoce qué ocurrió, cuál fue su destino. Entraron de lleno en la Leyenda.

Hemos visto cuáles eran sus creencias y la coincidencia de esas creencias con las de otros pueblos de otras partes del mundo.

A partir de aquí, hemos entrado en la parte que afecta a los mitos y leyendas, que hemos querido abordar simplemente con curiosidad, como algo entretenido e interesante, pero sin demostración alguna de su realidad.

Los pueblos tienen una parte histórica, una parte folklórica y junto a ésta, o formando parte de ella, una parte mítica o legendaria, que embellece esa historia y busca engrandecer siquiera sea místicamente, la parte que consideramos histórica y correspondiente por tanto a una realidad más o menos conocida o comprobada.

Desprendernos de mitos y leyendas constituye un gravísimo error, que sólo los descerebrados buscan conseguir, pues a veces esos mitos y leyendas llegan a ser un potente motor que mantiene viva la esperanza, alimenta las creencias religiosas de esos pueblos y los mantiene vivos.

El mito, la leyenda, forma parte intrínseca de los pueblos. Forma parte importantísima de su cultura y nada hay más bello, mas real, más enriquecedor que la cultura.

Si despojásemos a las gentes de sus dioses, de sus ángeles, de sus prodigios, de sus mundos más o menos irreales, de sus experiencias como individuos aislados o como pueblo, si nos desprendemos de la Fantasía, ¿qué nos quedaría?.

Gran parte de la cultura de los humanos es o está basada en la fantasía, que ha dado a luz a grandes obras, con las que nos han deleitado durante siglos personas, hombres y mujeres que tenían, gracias a Dios, una capacidad creativa muy grande.

“La fantasía, al igual que el pensamiento, es uno de los procesos cognoscitivos superiores que nos diferencia de la actividad instintiva delos animales irracionales”. (Víctor Montoya).

Así es. La Fantasía nos diferencia de los animales.

Es curioso el desierto por el que se empeñan en caminar algunas personas que creen que quienes les rodean son imbéciles, ajenos a ningún tipo de conocimiento.

La persona verdaderamente sabia, (y ninguna otra) es aquella que dice “Sólo sé que no sé nada”. (Sócrates) ¡Qué gran lección de humildad y cuanta sabiduría encierra esa frase!.

Debemos diferenciar la fantasía del fraude, la mentira o la manipulación. Cuando se miente o se manipula, cuando se comete un fraude, se trata de engañar, lo cual no es aceptable.

Sin embargo cuando se trata de escribir por entretener y se cuentan leyendas y/o mitos, sólo se trata de inducir a la gente a fantasear, a escapar de su rutina diaria y a soñar.

Y como final de este pequeño “ladrillo” que he escrito sobre los mayas, preguntándome “¿A dónde han ido a parar los mayas?”, que ha sido sólo un juego para pasar el rato, quiero terminar con los últimos párrafos de la

“Profecía del Semidios”.

También es fantasía. Quede claro:

”He aquí: soy para siempre. Y sé y llevo en mí el secreto de los mundos, y lego a mis descendientes la profecía del semidiós que fue para mí maestro de maestros. Y todo ocurrirá así para el espanto del mundo en los tiempos venideros, tiempos de calamidades, antes de que se aproximen al suelo en convulsión mis hermanos y los dioses, hijos del Rey-Sol …

Fortunas inauditas saldrán del seno de las aguas. Se saqueará la Naturaleza… donde vastas zonas de silencio absoluto salvarán a aquellos a los que atormente el delirio del espíritu…"Dios será violado en su prodigioso poder, a pesar de las distancias que se acortarán en el espacio. Y enormes cataratas sumergirán a los pueblos.

“Sin embargo, antes de que los hombres de mañana vean abrirse ante ellos el abismo infernal; antes de que formen ellos también parte de la leyenda, las huellas de humanidades superiores y primeras serán encontradas hasta en sus más ínfimos detalles y estudiadas a la luz del día.

"El agua, la tierra y las montañas entregarán el secreto de las razas antiguas y la historia de un monarca único: Jika, hijo de los dioses…

"Buscad en el corazón de océanos y mares, bajo la arena de las tierras áridas, en el vientre profundo de las montañas, bajo las pirámides más altas del globo…

" Finalmente, último punto: el trono de los semidioses corre peligro de ser descubierto en el fondo de un océano…”

 

 

 

 

 
 
 
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