Algunas leyendas de Cádiz II

AÑGUNAS LEYENDAS DE CADIZ

Por Ángel Carretero Olmedo

Las leyendas urbanas ha sido un tema que nunca me ha llamado mucho la atención y hasta ahora no me había planteado escribir sobre ellas. En cualquier ciudad de nuestra geografía existen historias que se pueden perfectamente encajar como rumor, como leyenda o simplemente como habladurías. Incluso como parte del folklore de la zona.

Hace ya algún tiempo me llegó la noticia de que en un país asiático una señora llevaba viviendo casi un año en casa de alguien sin que el dueño de la vivienda lo supiera. Pasaba la mayor parte del tiempo escondida en la parte superior de un armario. El propietario se dio cuenta de su existencia por faltarle comida del frigorífico y colocar una cámara de vigilancia para saber quien era el intruso. ¿Realidad? O, ¿una leyenda más?

Curioseando un poco a ver que leyendas circulan por la red, he localizado una que me ha llamado poderosamente la atención, ocurrida en un pueblo de la provincia de Zamora, y mira por donde tema principal de uno de los capítulos de la seria americana C. S. I. Miami: encuentran a un submarinista chamuscado en un incendio forestal a mas de 200 kilómetros del mar y enredado entre las ramas de un árbol.

La investigación de los CSI concluye que un tornado en el mar absorbe al submarinista, lo eleva por los cielos hasta que lo deposita en el árbol. Con tan mala suerte que se produce un incendio y después de muerto se quema. Pobre hombre...

Esto me hace afirmar que las leyendas urbanas se exportan e importan. ¿A cuanto está el contendor? ¿Qué aranceles paga? Estamos ante un fenómeno idéntico en todas partes.

Si queréis conocer al completo la historia del pueblo zamorano pinchar en www.leyendasurbanas.org y a ver que nos encontramos.

¿A quien se le ocurre inventar algo curioso que ha pasado por ejemplo en su ciudad?, y esperemos a ver en cuantas otras localidades se repite...

En Cádiz, en el cementerio de San José, existe una tumba que sin ninguna duda es la más cuidada de todo el campo santo. Su morador responde al nombre de Don Rosendo y el pueblo le reza por hacer milagros. Hasta ahora no existe pronunciamiento oficial, ni oficioso, por parte de la Iglesia Católica. ¿Existirá algún día? Lo ignoro, pero por el momento para muchos se le venera más que a los santos.

En el año 1787 Carlos III aprueba un real decreto que prohíbe los enterramientos en cascos urbanos e iglesias. El Cementerio de San José se comenzó a construir a principios del año 1800 y una epidemia de fiebre amarilla en agosto de ese mismo año obligó a su inauguración prematura. Actualmente solo existen en el mismo restos de personas enterradas en el siglo XIX que no se han podido localizar a sus familiares para que procedan a su traslado hasta las actuales instalaciones del cementerio mancomunado. Los últimos enterramientos se efectuaron en el año 1992.

Hay investigadores que afirman que en ese lugar se están produciendo actualmente fenómenos paranormales, al igual que en la antigua Casa Cuna. Y, como dato curioso, hacer constar que existe desde hace años una placa en la puerta principal que prohíbe la entrada al mismo los días de viento o lluvia debido al estado ruinoso en que se encuentra.

Cuando niño, y la Seguridad Social no era como ahora, mi familia acudía a la consulta de un medico de nombre Don Manuel que la tenia en uno de los barrios más populares y religiosos de Cádiz. Este señor era muy conocido en la ciudad y todo el mundo quería ser atendido por él.

A su muerte, su hijo se hace cargo de la consulta y poco a poco va cogiendo la fama de su padre hasta que también fallece. Era conocido como Don Manuel hijo.

Transcurrido el tiempo, los vecinos del barrido del Mentidero se acuerdan de Don Manuel padre. Se rumorea que hace milagros y acuden a las autoridades para que en una plaza de su barrio se ponga una estatua suya.

Nadie atiende las peticiones de los vecinos y estos acuerdan hacerla con aportaciones privadas; llegándose incluso –sin la correspondiente autorización- a ser instalada en una plaza.

Tampoco se pronunciaron las autoridades eclesiásticas sobre este señor; pero, estoy completamente seguro que aun quedan habitantes del barrido del Mentidero que se acuerdan de él. Ignoro si hoy en día existe o no esa estatua. Todo será cuestión de dar una vuelta por la zona.

Hay un lugar, enigmático para mí, en Cádiz declarado en el año 1981 monumento histórico artístico de carácter nacional. Se encuentra en una calle antaño de mala fama por ser la zona de prostitutas de la localidad: es la calle Rosario, al lado de la iglesia de igual nombre se encuentra la Santa Cueva. En su interior importantes obras artísticas y, entre ellas, tres cuadros de Goya restaurados hace poco en el Museo del Prado.

En el edificio solo podían entrar hombres; y, a principios del siglo XVIII se reunían todos los jueves al anochecer para rezar y hablar de temas religiosos, entre otras cosas. Debido a la mala fama de la calle donde estaba, un día se presenta en el mismo el Obispo de Cádiz de incógnito para ver que estaba pasando. Dado el visto bueno a esas reuniones por el Obispado, en el año 1730 se crea una cofradía conocida hoy en día como La Cofradía de la Santa Cueva.

A instancias del sacerdote José Sainz de Santa Maria, Marques de Valdeiñigo, hacia 1781 se comienza la construcción del edificio bajo la dirección de Torcuato Cayon de la Vega; que la dirige hasta 1796, continuando a partir de ese momento su ahijado Torcuato Benjumeda.

Estamos ante un interesante edificio, integrado en una manzana de viviendas, formado por dos pequeños recintos: una iglesia superior y una capilla subterránea, partiendo de un sótano anexo a la Iglesia del Rosario. Es de estilo neoclásico, aunque con influencia barroca.

Como colofón a su obra, Santa María encarga al compositor austriaco Joseph Haydn una pieza denominada Las Siete Ultimas Palabras de Nuestro Redentor en la Cruz (1783) al objeto de ser utilizada la mañana del Viernes Santo durante la predicación de las Siete Palabras. Merece la pena visitar el lugar y comprar el libro para conocer al detalle la historia de esa leyenda y de paso aportar 30 euros para sufragar los gastos de la cofradía y el edificio.

El día de Todos los Santos del año 1755 amanece esplendido en Lisboa (Portugal) hasta que a las 09.30 horas se produce un terremoto de seis minutos de duración y con 17 replicas. El mismo llega hasta Cádiz convertido en maremoto con olas de 12 a 15 metros de altura, algunas superando los 30.

Fredric Christian Sternleuw, un marino sueco, definió aquello como "el acontecimiento más trágico que hayan contemplado ojos humanos". Lo explicó así: "Unas horas antes de que la tierra se abriera, comenzó el mar a crecer con rapidez increíble. La mayor parte de los barcos se desprendió de las anclas y quedó a la deriva. Finalmente, el mar subió de tal modo que muchos barcos fueron arrastrados hasta tierra".

En el barrio de La Viña, dos clérigos de la Iglesia de Santa Catalina (Iglesia de La Palma), el fraile capuchino Bernardo de Cádiz y el párroco Francisco Macias, sacan en procesión por las calles del barrio y hasta la playa de La Caleta, que se encuentra en las inmediaciones del lugar, un estandarte de la Virgen de La Palma y un pequeño crucifijo.

Al llegar clavan en el suelo el estandarte y gritan: “si eres Madre de Dios que no pase de aquí las aguas”. Cuenta la leyenda que el mar llega hasta los pies de la virgen y poco a poco comienza a retirarse. Actualmente la Virgen de La Palma es uno de los tres benefactores de la ciudad, junto con Jesús Nazareno y Nuestra Señora del Rosario. También cuenta la leyenda que ese día en distintas localidades de la Bahía de Cádiz se sacaron en procesión varias imágenes religiosas, repitiéndose la expresión anteriormente mencionada que da lugar a la repetición del fenómeno producido en la Playa de la Caleta.

Distintos estudios han concluido que el maremoto de Cádiz es cíclico y se calcula que el mismo se puede producir cada 450 años aproximadamente. Por tanto, si es correcta la afirmación, hacia el año 2205 tendremos otro. Aunque otras fuentes estiman que seria cada mil años en lugar de esos 450 apuntados anteriormente. Lo único  que esta totalmente claro es el cálculo de victimas entre Portugal y España que ascienden a unos 60.000 fallecidos.

Durante siglos se ha utilizado en Cádiz una leyenda para asustar a los niños. La misma dice que entrando por la Plaza de Minas o Las Puertas de Tierra, entre otros lugares, se puede recorrer todo la ciudad mediante túneles subterráneos. Es lo que se conoce como Las Cuevas de María Moco; que en realidad se tratan de glays defensivos de la ciudad que datan de los siglos XVI y XVII.

Recuerdo que hace unos años, cuando contaba esta historia a mis sobrinos, se lo tomaron a broma. Pensaban que era algo que me acababa de inventar para pasar el rato. Distintos estudios han demostrado la existencia de hasta seis kilómetros de túneles que recorren el subsuelo de la ciudad y se cree que su origen es romano. Actualmente es imposible recorrerlos todos debido a la existencia de derrumbes, edificaciones modernas, etc. Pero, hay muchos que en un próximo futuro podrán ser visitados por el público en general.

Finalizaré diciendo que mi abuela, que por veinte días puedo vivir en 3 siglos y dos milenios (nació en el año 1898 y murió el 10 de diciembre del año 2000) disponía en su casa de uno de esos relojes antiguos de péndulo que hacia mucho ruido.

Tenia la costumbre de pararlo todas las noches y volver a ponerlo en marcha a la mañana siguiente. Interrogada por sus nietos en el sentido de cual era la causa de hacerlo, nos contaba que la noche que no se hacia nadie podía dormir y se veían fantasmas.

A su fallecimiento mi madre siguió con esa costumbre, comentándome que lo hacia debido a que primero fue su abuela y después su madre. Desde hace dos años, a partir de abril del 2007, cuando falleció mi madre, su hija –es decir, mi hermana- de forma inmediata comenzó a parar el reloj todas las noches.

También nos contaba que había visto a la muerte en dos ocasiones distintas: una al fallecimiento de un hijo de corta edad, que fue enterrado en el Cementerio de San José con su traje de primera comunión que nunca llegó a realizar. Falleció de meningitis días antes.

La otra, nos decía, que un día a la hora de comer llamaron a la puerta de la casa y al abrir volvió a verla. A su marido, que estaba sentado a la mesa comiendo, se le cayeron dos lágrimas y murió. Permaneció viuda durante 58 años.

Continuaba contando a sus nietos que pensaba volver a verla una tercera vez, cuando le tocara el turno a ella; aunque por algo contado por mi madre creo que llegó a estar con esa señora diez años antes de que llegara su hora. Es algo que prefiero guardarme para otro momento.

Historias como la de mi abuela hay muchas en Cádiz, sobre todo relatadas por gente de muy avanzada edad. ¿Forman parte de las leyendas de la localidad? O, ¿es algo propio de personas nacidas a finales de los siglos XVIII y comienzos del XIX que cuentan sus descendientes?

Quizás en un futuro no muy lejano me permita volver con algunas otras leyendas de la ciudad que me vio nacer y en donde he vivido la mitad de mi vida. Por algo he tenido el honor de hacerlo en la que es sin ninguna duda ciudad más antigua de occidente, primero fenicia y después romana y árabe.

Mientras tanto, si alguno de vosotros quiere contarme historias de sus antepasados os lo agradeceré eternamente.

 

 

 

 

 

 

 

 
 
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