Planeta Marte: misión sin retorno

PLANETA MARTE: MISION SIN RETORNO

Por Ángel Rodríguez Álvarez


ggeifo@yahoo.com
 

La noticia saltó a los medios de comunicación de forma que al principio parecía una broma y después, una vez aceptada la idea, nadie se creía que el programa iba a tener éxito.

Se trataba de reclutar a un número determinado de personas que quisieran realizar un viaje, pero no un viaje cualquiera, sino nada menos que al planeta Marte.

Ya no se trataba de que sólo los astronautas realizasen misiones espaciales, sino que el Cosmos se abría para cualquier persona que reuniese determinadas condiciones físicas, mentales y con la suficiente capacidad para saber cómo afrontar las enormes dificultades que este viaje presenta.

Porque una de las mayores dificultades es comprender y aceptar que el viaje no tiene retorno, que quien vaya al planeta Marte no podrá regresar jamás.

Allí irían formando una colonia, que se iría incrementando con posteriores misiones, con lo que la colonia se iría ampliando y perfeccionando, con la llegada de nuevos “inquilinos” y con material técnico y de soporte físico, hasta que la colonia alcance los límites que sus promotores se hayan fijado.

Este proyecto que ya está en marcha, lo lleva a cabo un investigador holandés llamado Bas Lansdorp y lleva el nombre de MARS ONE, (Marte Uno).

En una primera fase se pretende enviar a Marte, en el año de 2016 una serie de satélites de comunicación. Se dejaría en la superficie módulos para servir de viviendas, laboratorios y almacenes, todo ello robotizado en la primera fase. Una vez finalizada esa primera fase, en el año 2023 se transportarían allí un grupo de cuatro seres humanos, que vivirían ya en ese planeta para siempre. Cada dos años se irían enviando grupos de cuatro astronautas.

El proyecto es alentado por muchos científicos, incluyendo el premio Nobel, el físico Gerard 't Hooft.

De momento se están buscando inversores y patrocinadores que hagan realidad este sueño, y se calcula que serán necesarios, tan sólo para el primer envío de astronautas, unos seis mil millones de dólares. El coste sería sensiblemente reducido si el viaje se hace solamente de ida.

Cabría esperar que ante esa perspectiva de no regresar jamás, nadie se iba a apuntar a tan alucinante misión, pero sin embargo la respuesta de la gente ha sido enorme, inicialmente unos 10.000 aspirantes, debiendo procederse a una selección para ajustarse a las plazas disponibles sólo para la preparación del proyecto.

La forma de optar a una plaza es realizando como primer paso un registro en la página Web de Mars One.

Cada cual podrá enviar un currículo vitae como le parezca, para promocionarse como candidato, pero serán los responsables de Mars One quienes decidan a quién admitir. El plazo será hasta 2013.

Durante siete años serán entrenados, sin que se les exija que posean experiencia, pero sí se tendrá en cuenta la capacidad de convivencia de cada persona con las demás, lo cual es clave, dadas las condiciones en que van a vivir a partir del momento que se instalen sobre la superficie del planeta rojo y las condiciones físicas y sobre todo mentales.

La confianza que deben mostrar con sus compañeros debe ser total, deben ser personas con gran curiosidad hacia todo, y deben ser creativos y tener gran inventiva.

La adaptabilidad a condiciones tales como las del planeta Marte son muy importantes a la hora de seleccionar a estos candidatos. La edad mínima exigida es de 18 años.

El viaje duraría siete meses en 2022 y al llegar, un robot sería quien eligiese el lugar más adecuado para emplazar el campamento de estos primeros colonos.

Los habitats empleados tendrían unos 50 metros y los colonos deberían cultivar sus alimentos.

Dos hombres y dos mujeres formarán cada tripulación, para que puedan reproducirse. Tendrían un nuevo cielo y una nueva Tierra.

Estarían observados de forma permanente desde la Tierra, a través de un sistema de cámaras.

El proyecto tiene apoyos de científicos, pero no todos los expertos están muy seguros de la viabilidad de esta primera colonia humana fuera de nuestro planeta, y a la enorme cantidad de dificultades y problemas hay que atender al principal obstáculo: la radiación.

Me imagino los módulos de esa base o colonia marciana, con otras instalaciones auxiliares y los rovers trabajando en una actividad intensa, y la llegada de nuevas espacionaves con las otras tripulaciones que engrosarán esa primera instalación de humanos en otro cuerpo celeste, que será su nueva casa para siempre. Paralelamente, la llegada de material técnico y de subsistencia irán reforzando esa incipiente nueva civilización.

La Humanidad tiene el deber de expandirse y colonizar el espacio allí hasta donde llegue, y sólo esa expansión podrá evitar una desaparición de la Raza Humana, ya sea por causas naturales catastróficas o por autodestrucción, ambas cosas bastante factibles y que pueden suceder en cualquier momento.

La NASA y las demás Agencias Espaciales no ponen objeciones ni miran con malos ojos esta iniciativa privada, y la NASA por su parte prepara la Misión Hundred Years Starship, que es básicamente lo mismo que la Mars One, pero realizada desde organismos oficiales o gubernamentales.

Tal y como ha ocurrido con la Mars One, los aspirantes que solicitan formar parte de ese viaje superan todas las expectativas.

“En poco tiempo, alrededor del año 2030 estaremos en las lunas de Marte”, dicen los expertos de la agencia espacial americana.

En la actualidad, el proyecto Hundred Years Starships está buscando y experimentando todo tipo de propulsores o combustibles para las naves, al estilo de la ENTERPRISE de Stark Trek, para realizar viajes sin retorno e ir colonizando aquellos planetas que se elijan para esos fines.

Es sólo el principio, pero al menos ya vislumbramos la realidad de esos viajes y la construcción de esas colonias, que hasta ahora sólo formaban parte de la llamada Ciencia Ficción.

En principio, las primeras instalaciones se llevarían hasta el planeta Marte, (o al planeta elegido, en su día), a bordo de naves no tripuladas y serían instalaciones robotizadas.

Posteriormente llegarían los primeros habitantes, a los que la NASA se niega rotundamente a llamar suicidas. Estos primeros colonos organizarían sus refugios y los de los que lleguen en el futuro. Se buscarían cavernas y “tubos de lava”, (a la manera de los que existen en la Luna), que son los ideales para escapar de una radiación peligrosa.

Los cultivos tardarían unos diez años en ser efectivos, y servirían para que los colonos sean autosuficientes, si bien recibirían periódicamente alimentos, herramientas y equipos técnicos de todo tipo desde la Tierra..

El enlace con la Tierra sería permanente, a través de videoconferencias, radio, e-mail, etc.

Será como una avanzadilla. Unas primeras hormigas que se establecen para buscar y preparar la creación de un nuevo hormiguero.

Es, desde luego, nuestro futuro, una esperanza para la supervivencia de nuestra humanidad amenazada por miles de peligros, en un Sistema Solar que tiene de todo menos tranquilidad y eso que en ciencia ficción llamamos “Federación de Planetas” se convertirá en una realidad en un futuro muy lejano, que nosotros ya no veremos.

Este proyecto no se parará en Marte y sus satélites, sino que incluye a la Luna y otros satélites y la exploración de los confines del Sistema Solar.

Todo está en pañales, pero está, que es lo importante.

Todo esto me recuerda aquella misión, no sabemos si real o legendaria, de un Haenebu III de los nazis, que con una tripulación de alemanes y japoneses llegó hasta el planeta Marte, en un viaje sin retorno durante la 2ª Guerra Mundial y de la que nunca más se supo.

Se supone que la llegada al planeta Marte fue fatal, colisionando contra la superficie del planeta y esparciendo sus restos en una gran área partiendo desde el punto de impacto.

Cabe la posibilidad de que llegasen y amartizasen sin problemas, encontrando los tripulantes los restos de una civilización, que podría conservar hábitats lo suficientemente seguros como para permitir la supervivencia.

Ficción o realidad, es básicamente lo mismo que se pretende realizar ahora. Lo cual no deja de ser curioso.

Los tripulantes del Haenebu III tardaron ocho meses en llegar, y para los proyectos actuales se estima un tiempo de siete meses.

Imágenes de los restos del Haenebu III circulan por ahí, pero no se asegura su autenticidad.

Bueno, elucubraciones aparte, Marte es el planeta más parecido a la Tierra. Posee tanto hielo bajo la superficie como para llenar dos veces el lago Michigan y eso sólo en una parte central del planeta y también existe hidrógeno, uno de los componentes del agua en la zona del Polo Sur. ¿Habrá realmente restos de civilizaciones antiguas sobre este planeta?. Muchos son quienes dicen que sí y que muchas fotografías lo demuestran.

Ahora nos toca ocupar ese planeta y terraformarlo. Es nuestra primera balsa salvavidas.

Entramos realmente en el futuro, pero una duda me roe persistentemente el cerebro:

¿No será que ya hace muchos años que se ha llegado a Marte, (y a la Luna), se han establecido colonias allí y es ahora cuando poco a poco se va corriendo el velo de ese secreto, dando a entender que la cosa comienza ahora y no en el pasado?.

A este modo de proceder, en otros campos, nos tienen acostumbrados las grandes potencias que todo lo hacen de espaldas a la Humanidad y que sólo descorren la cortina y dejan ver poco a poco, lo que ya es una realidad, cuando les parece o les conviene.

Sea como fuere, el futuro se presenta muy interesante, aunque algunos no tendremos tiempo para ver ese futuro como no sea el inmediato a estos tiempos nuestros.

 REFERENCIAS:

http://ciencia.nasa.gov/science-at-nasa/2002/28may_marsice/

http://www.viajeamarte.com/

 
 
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