La curiosidad mato al gato
          
LA CURIOSIDAD MATO AL GATO

Por ANGEL RODRIGUEZ ALVAREZ
 
ggeifo@yahoo.com
Allá por los años 70 estaba tremendamente interesado en todos estos temas que hoy, de manera genérica, llamamos esotéricos, es decir, que forman parte de lo que entendemos por oculto, secreto, restringido a determinados círculos metidos en éllos, pero conocidos sólo de refilón, superficialmente, por el común de los mortales.
Era para mi algo muy excitante, lleno de misterio. Era un mundo nuevo, o       más que un mundo, era un Universo nuevo, que se abría ante mis ojos, y que       yo, lleno de curiosidad y de muchas ilusiones juveniles deseaba explorar       hasta donde me fuera posible.
Había estado internado con monjas durante cuatro años y con curas durante       otros seis, y me había quedado decepcionado espiritualmente. Estaba       convencido que me habían engañado. Ya no creía en lo que me habían       incrustado en el cerebro día a día, hora a hora y minuto a minuto.
Todo me parecía falso, manipulado, tendente a favorecer determinados       intereses.
Sufrí mucho durante esos diez años de encierro, donde se nos sometía a un       contínuo lavado de cerebro, paralelo a la normal enseñanza del Plan de       Estudios.
Es normal que en un colegio religioso se le dé una importancia de primer       orden a la enseñanza religiosa. En un internado, con mucha mayor fuerza, y       en los tiempos difíciles de nuestra Dictadura los colegios de este tipo eran más parecidos a una cárcel que a un colegio.
La represión se ejercía con dureza. La disciplina era muy rígida. Las       palizas y los castigos estaban a la orden del día. Se trataba de anular al       individuo como tal individuo, y convertirlo en un corderito dispuesto al       sacrificio.
Evidentemente, quedabas marcado para toda tu vida, y de allí salías       convertido en un capillita o meapilas, o de lo contario te convertías en  un ser rebelde, inconformista, desconfiado, lleno de odio, de rencor y de miedo. Sobre todo de miedo.
Y esos traumas te acompañarán a lo largo de tu vida, y ese miedo estará       ahí presente de manera contínua. Oculto pero presente.
Por éso, cuando salí y me embriagué con lo que entendía que era la       libertad, me propuse disfrutarla a tope, y me dediqué a hacer justo lo       contrario de lo que moralmente me habían enseñado. En una palabra: Me       gustaba ser "pecador". Era una forma de vengarme de los que habían tratado       hacer de mí un ciudadano ejemplar. A su manera, claro.
Y en lo que se refiere a las enseñanzas religiosas, me preguntaba si la       verdad no estaría precisamente en el sitio donde éllos localizaban lo que       llamaban "el pecado".
Me propuse buscar en ese mundo "maldito", en el mundo de lo oculto, de lo       misterioso, de lo demoníaco, de lo esotérico.
Y comencé a adentrarme en ese campo, con los ojos cerrados y tratando de       conseguir saber qué había de verdad o de mentira en ese mundo que los       curas y las monjas tanto temían y rechazaban.
Eran los tiempos en que en España comenzaba a ponerse de moda todo lo       relacionado con lo que dió en llamarse las "paraciencias" . Y así me ví       como si fuera un nuevo Charles Fort, (salvando las distancias, claro),       apuntando en mis cuadernos todo cuanto de raro, de misterioso, de       fantástico llegase a mis oídos: Ovnis, fenómenos paranormales, brujería,       satanismo, etc.
Durante bastante tiempo me sentí atraído por el Satanismo. Trataba de ver       qué había de cierto en la existencia del Diablo, y si realmente tenía ese       poder que se le atribuía.
Era el enemigo, supuestamente, de los que me habían martirizado. Por tanto       no debía ser mala persona.
Y traté de convencer a los que me rodeaban de mi "verdad". De la "verdad"       recién descubierta por mí, y que trataba de hacer llegar a los demás.
Y me dediqué, al mismo tiempo, a hacer prácticas de determinadas cosas. No       sólo leía cuanto podía sobre los temas ocultos, sino que deseaba realizar       todo tipo de prácticas, a ver qué pasaba.
Y en ocasiones pasaron "cosas".
Si bien en este mundillo hay mucho charlatán y mucho cuentista, puedo       garantizaros que muchas cosas están ahí. Que no todo es una ilusión. Que       determinadas prácticas funcionan, y que te puedes llevar más de un susto,       cuando buscas. Porque quien busca, más tarde o más temprano encuentra.
El problema es determinar cuáles de esas "cosas" ocurren dentro de tu       cerebro, y cuáles ocurren fuera de él, en el mundo real.
Cualquiera de éllas te puede llevar a la locura, e incluso a la muerte.
Nunca había oído hablar seriamente del Diablo, en mis primeros años       infantiles.
Se hablaba superficialmente, incluso humorísticamente. Pero las monjas sí       me abrieron los ojos con respecto a ese personaje. Lo describían con mucho       detalle, para que se nos quedase grabado que con él no se podía jugar.
Y recuerdo que antes de dormir nos contaban, en lugar de cuentos       infantiles, historias que podríamos incluir en el género de terror, con niños que morían en un accidente, y pese a haber sido buenos durante toda su vida, habían tenido la desgracia de morir con un sólo pecado, (tal vez haber faltado un domingo a Misa). Por culpa de ese pecado iban a parar directamente al Infierno, para toda la eternidad. ¿Eso era Justicia?.
Y ¿qué era la Eternidad?. “Imaginaros, - decían las monjas -, una gran bola       de acero, y a una hormiga dando vueltas y vueltas y más vueltas sobre esa       esfera. ¿Cuánto tiempo tardaría la hormiga en desgastar la bola de acero?”.
Pues la Eternidad era muchísimo tiempo más que el que necesitase la       hormiga de marras.
Y en nuestra mente infantil se dibujaban las escenas del Averno, con       diablos malolientes y cornudos, con ojos espantosos, que nos pinchaban       entre grandes risotadas, mientras nos abrasábamos en piscinas de fuego y       azufre.
Cuando leí "La Divina Comedia", las escenas que relataba Dante me eran ya       muy familiares. Parecía que ya hubiera estado yo allí.
La obsesión de las monjas con el Diablo era algo digno de verse. En una       ocasión uno de los niños tuvo una pesadilla. Soñó con el demonio y sus       gritos y lamentos nos despertaron a todos, pues los dormitorios eran       corridos, con las camas alineadas unas al lado de las otras.
Acudieron todas las monjas, asustadas, y encendieron todas las luces.
Le echaron una bronca al niño de la pesadilla, y le pegaron, pues como era       rebelde, era considerado malo, y le culpaban de haber atraído al demonio       con su comportamiento.
Nos sentaron en las camitas y trajeron unas jaboneras de plástico, con agua bendita, y nos tuvieron dos horas rezando el rosario y muchas jaculatorias y letanías.
Estaban muy agitadas y corrían por el dormitorio como almas en pena, con       sus grandes tocas blancas almidonadas, como alas de gaviotas, sin dejar de       rezar.
¿Tendrían pelo las monjas debajo de la toca?. Eso siempre me obsesionó.
Cuando se fueron y apagaron las luces, yo me quedé encogido en la cama,       con la cabeza tapada con las sábanas, imaginando con terror, que el       Maligno todavía podría merodear por allí. No me atrevía ni a respirar.
Menos mal que esa noche no habíamos cenado lentejas, pues siempre que lo       hacíamos, mi compañero de cama, llamado Recaredo, se levantaba sonámbulo y acababa en mi cama. Yo, entonces, soñaba que llevaba a cuestas un saco de       patatas que me agobiaba. Me despertaba y tenía que despertar a Recaredo,       para que volviese a su cama. Si esa noche del Diablo, Recaredo hubiera       cenado lentejas, me mata del susto. Seguro que me mata.
Cosas como éstas me llevaron, años más tarde, a pensar que todo lo que me       enseñaban sobre la religión, el mundo y lo que éllos y éllas llamaban la       Verdad, nada tenía que ver con la realidad.
Así que me propuse investigar y buscar por mi cuenta. Algo tenía que       haber, pero seguro que éso no era.
Empecé, cuando ya era mayorcito y estaba ya con los curas, a plantear       preguntas y a darle la vuelta a las cosas que nos explicaban. Eso me valió       muchos tortazos y que me expulsaran de la Clase de Religión, que era en la       única en que siempre me sacaba un diez.
Me pusieron el mote de "Stalin", por mis ideas contrarias a lo establecido       y casi, casi, me expulsan del Colegio. Al final no me expulsaron por       intercesión de mi hermano, pero estuve al borde. El problema hubiera sido       la reacción de mi madre, si llegan a echarme de allí.
¡Ah, los curas!.
Te ponían papelitos debajo de la almohada con una pregunta: "¿Y si te       mueres esta noche?". Esto lo hacían sobre todo en los Ejercicios       Espirituales, y acostumbraban a traer unos monjes con caras y barbas       espantosas, que gritaban barbaridades demoníacas desde su púlpito, y se       empeñaban en que éramos peores que la niña del "Exhorcista" . Pero, ¿qué       demonios les habíamos hecho, nosotros?.
Así pues, me dediqué, una vez en libertad, a buscar a ver qué había de       verdad en todo este caos tanto espiritual como esotérico.
Leía cuanto en mis manos caía sobre esoterismo y sobre otras religiones.
Fué entonces cuando descubrí que muchas de las creencias eran comunes y       que lo que en ocasiones se tomaba como hechos reales, eran realmente      simbólicos y con significado ocultista.
Por aquel entonces estaban de moda los libros y revistas de realismo       fantástico, y enseguida me sentí atraído por lo que se dió en llamar "viajes astrales", psicografía, oui-ja, posesiones diabólicas, etc.
Pero no me conformaba con leer. Quería practicar lo que se indicaba, a       veces con mucho detalle, como en los libros de Lobsang Rampa, (personaje       controvertido, de quien se decía que era un fontanero británico, que nunca       había sido monje budista),  por lo que me propuse hacer yo alguno de esos       viajes, para comprobar si eran ciertos o no.
Una noche, estando en mi litera del barco, decidí que era el momento de       intentarlo.
Comencé a hacer unos ejercicios de relajación total, (ya venía practicando       esa relajación desde hacía un mes), y poniéndome boca arriba, fuí       relajando parte por parte, todo mi cuerpo. Llegó un momento en que no       sentía absolutamente nada. Era como si me hubiese convertido en una piedra. Mentalmente repetía una y otra vez un mantram, ("OM"), mientras visualizaba cada centímetro de mi piel, y deseando salir de forma decidida de mi cuerpo.
Poco a poco, un frescor, similar al que deja la menta en la garganta       comenzó a subir por mis piernas. Me picaba todo de una forma exagerada,       pero aguanté y no me moví. Los dientes y los ojos comenzaron a apretarse,       cada vez con más fuerza. Sentía como si la parte inferior del cuerpo se       fuese elevando, pero sabía que no era así. ¿Era sólo una sensación falsa?.
Los ojos y los dientes se cerraban más y más, con una fuerza espantosa, y       temía que los dientes se "rompiesen". Parecía que rechinaban.
Todo mi cuerpo comenzó a vibrar cada vez a mayor velocidad. Llegó un       momento que parecía que me hallaba metido en la centrifugación de una       lavadora o en la turbina de un avión. No había una parte de mi cuerpo que       no vibrase a toda velocidad.
Era una sensación brutal, increíble, y me asusté. Me entró un pánico       tremendo. No podía controlar mi cuerpo. Todo se había disparado y ya no       parecía que pudiera dar marcha atrás.
Al sentir el miedo, el cuerpo pegó tres botes en el aire, con violencia, y       después tuve la sensación de hundirme en un abismo sin fondo, cada vez más       y más profundo y oscuro, a una tremenda velocidad.
Sin embargo esa sensación de hundimiento era placentera. El miedo       desapareció y yo volví, lentamente, a la realidad, absolutamente       estupefacto por la experiencia sufrida, que duró unas dos horas.
¿Qué había ocurrido?. Eso quisiera saber yo. Durante mucho tiempo estuve       sufriendo pérdidas de equilibrio, como si todo el barco estuviese en medio     de una gran tormenta y, por si acaso, me apartaba de las inmediaciones de       la borda.
Pregunté al médico y al ATS de a bordo, y éstos se mostraron       interesadísimos en mis "experimentos" . Querían participar y me ofrecieron       hacerlo en la Enfermería, enchufado a algunos aparatos, para poder medir       los cambios en mi cuerpo. Naturalmente me negué a ser un conejillo de       Indias.
La explicación que me dieron es que logré una relajación tan profunda que       los músculos se dispararon en una serie de convulsiones, y el hundimiento       podría ser debido al retorno muscular a la normalidad.
Tuve algunas visiones raras, que atribuyo a alucinaciones, como la       siguiente:
Estando relajado sobre la litera del barco, se encendió algo a mi lado,       como una habitación con luz mortecina, amarillenta. Un hombre de pelo       rojo, vestido con ropa gris amplia, como un mono gris, con cara de       delincuente, se hallaba a mi lado, de pie, mirando con terror en un ángulo       de unos cuarenta y cinco grados, mientras su cuerpo temblaba mucho.
Parecía tener un pánico tremendo.
Mi cuerpo se hallaba paralizado. No pude hacer nada, hasta que la imagen       desapareció.
Fue la primera experiencia que tuve de tipo "hipnagógico", que hoy       identifico como tal, aunque entonces desconocía ese estado.
También, en algunas ocasiones, oía la voz de una mujer, que de manera       clara y fuerte me llamaba por mi nombre.
Tardé años en intentar realizar otra experiencia de proyección astral,       debido al miedo.
La oui-ja, o tablero para la comunicación con supuestos seres del más allá, y hoy día empleada para contactos con supuestos seres extraterrestres, fué otro de los campos que quise probar.
En unión de otras personas aficionadas a estos temas, en algunas reuniones       sacábamos el famoso tablero en el que venía dispuesto todo el abecedario       formando un círculo, y en la parte central algunas frases y/o palabras       completas, táles como "hóla", "sí", "no", "adiós" y otras tonterías. En el       centro un vaso o copa dispuesto boca abajo, que sería el que se desplazaría formando las palabras de la supuesta comunicación.
Cuatro o cinco personas nada más, se sentaban a la mesa, colocando un dedo       sobre el vaso, y otra persona se encargaba de escribir las letras sobre las que se detenía ese vaso, para formar las palabras.
Un día, después de terminar de hacer una de las oui-jas, y cuando ya se       habían ido todos/as, me encontré a mi suegra con el dedo sobre el vaso y       un papel y un bolígrafo, pidiéndole a los espíritus que le diesen los       números de la quiniela.
El problema que encontraba, y sigo encontrando, es que la gente que se       dedicaba a estas cosas era demasiado espiritual. Y de espiritualidades       estaba yo hasta las narices.
Creían en espíritus y siempre estaban haciendo meditaciones y encendiendo       varillas de incienso, que dicho sea de paso, huelen que apestan. Y       hablando de evolución espiritual. Fanatizados hasta el tuétano.
Y un día me dí cuenta de algo que me sorprendió: Yo tenía que dirigir una       de las "ruedas de energía" y "meditaciones", y les fuí hablando para       relajarlos, y los fuí conduciendo a través de imágenes que yo iba formando       en sus mentes, llevándolos.. .¡¡a donde yo quería!!. Entraban en trance con una facilidad pasmosa.
Me quedé de piedra. Si yo hubiese sido un sinverguenza hubiera hecho lo       que me hubiese dado la gana con aquellas personas. Estaban como verdaderas       cabras alienadas. Ahora entendía muchas de las cosas que pasan.
Claro, ¿cómo no iban a existir personas como Rael, Sixto Paz, Siragusa y       otros?.
Este mundillo del esoterismo está lleno de gente que tiene el cerebro allá       donde Jesucristo perdió una zapatilla. Y los listillos de turno han visto en ésto un gran negocio.
Un día, sentados en mi casa, formando "una rueda de energía", con las       manos cogidas y los ojos cerrados, escuchábamos una música relajante,       esnifando el humo de las dichosas varillas. Una de las chicas, la que tenía yo a mi derecha, en un momento dado me apretó la mano a lo bestia, mientras daba un grito tan horripilante que casi salgo por el techo, del salto que me hizo pegar. Había visto algo, que no acertó a explicar bien, pero que era, según ella, muy negativo, (¿sería un cura de los de mi colegio?).
Pero tuve que ver casos desastrosos, relacionados con la oui-ja. Entre los       adolescentes hacía estragos, y hubo una época en que los psicólogos       tuvieron trabajo extra por esta moda del vasito.
Estando yo una noche de guardia, sonó el teléfono y un contacto que tenía       yo en Madrid me habló muy agitado, casi gritando.
Me dijo que una chica estaba de pie en el alféizar de una de las ventanas       de un centro social, y si no se había tirado ya al vacío era porque la tenían sujeta entre dos amigos.
Ella estaba fuera de sí y decía que su abuelo la llamaba y que debía irse       con él.
Dias atrás ya había intentado tirase delante de un autobús.
Le dije que me pusiera con élla, pero la chica se negaba a hablar con       nadie. Entonces le indiqué que le diese dos tortazos, uno en cada lado de  la cara, y la cosa funcionó.
Cuando, llorosa, se puso por fin al teléfono, me contó que había hecho una       oui-ja con unas amigas de su colegio, y que en un momento dado vió a su       abuelo ya fallecido, aparecerse en la habitación. Dando un fuerte grito, la chiquilla perdió el conocimiento, y a partir de ahí oía la voz de su abuelo que la llamaba y le decía que se suicidase, pues donde él estaba iba a ser muy feliz.
Le expliqué que no había tal comunicación con nadie. Que se formaba una       sola mente al sumarse la de todos/as, y que se podían producir ciertos       fenómenos a raíz de esas prácticas. Eso en los casos en que no era un       simple fraude. Y que cuando se trataba de personas adolescentes, el       desastre emocional y psicológico podía ser tremendo.
Lo de su abuelo era una alucinación, y debía centrarse en otras cosas y no       darle vueltas al asunto.
Pero fué muy difícil convencerla de que lo del abuelo era una alucinación.
Insistía una y otra vez en que era real, muy real. Pero es que, precisamente, el problema de las alucinaciones es que no se distinguen de la realidad.
Y le conté alguna que yo tuve, siendo niño y que paso a relataros a       continuación.
En ocasiones no me extrañaba que sucediesen cosas raras, pues el ambiente que se preparaban algunos grupos de chicos y chicas era como para que pudiera suceder de todo. No porque existiese nada que fuera a atacarles, procedente del mundo espiritual. No.
El problema venía porque caían en estados de fuerte sugestión. Y no me       extraña, cuando en sus tableros dibujaban cuernos, estrellas de cinco       puntas invertidas, el número 666, cuando no el propio nombre de Satán.
Yo les preguntaba si sabían el significado de todo éso, y en muchas       ocasiones no tenían ni idea.
Pero el colmo era cuando te decían descaradamente que sí sabían lo que       hacían y que trataban de comunicarse con el Diablo.
Cualquier ruido, cualquier gato que tirase algo en la casa donde hacían estas cosas, podía desencadenar un cúmulo de sucesos que podían terminar mal, y de hecho así ocurría alguna vez.
Muchas personas son muy sugestionables, sobre todo los adolescentes, que       hacen las cosas por curiosidad, sin saber bien con qué juegan, sólo       curioseando a ver qué pasa, y las cosas pueden terminar mal. La curiosidad       mató al gato.
Bien. Estábamos hablando de las alucinaciones, que en casos como éstos no       es raro que se produzcan.
Las alucinaciones se producen por estados alterados de conciencia, y la       conciencia se altera cuando se somete al cerebro a fuertes estados de       sugestión. Cuando una persona tiene una alucinación, ésta se percibe de       forma tan nítida, tan real, que la persona que la sufre no se da cuenta de       que lo que ve no ocurre nada más que en su cerebro.
La alteración de la conciencia se puede producir por la ingestión de       drogas, por estados febriles, por el estado crepuscular previo al sueño o       posterior a éste, etc.
Yo recuerdo que, en una ocasión, habiéndome ya levantado y vestido,       mientras me hacía la cama, escuché los pasos de una persona que subía por       la escalera de madera de la antigua casa donde hace ya muchos años       vivíamos.
Me quedé quieto, y escuché. Se oían con toda claridad los pasos. Era       alguien que subía.
En esa habitación existía un cristal opaco que daba a esa escalera. Frente al cristal, una sombra de "alguien" se detuvo. Supuse, no sé por qué, que era un señor mayor, con sombrero. Tal vez por la silueta que se veía a través del cristal.
Con algo que sería posiblemente un bastón dió unos fuertes golpes sobre el       cristal, el cual debería haberse roto, pero no lo hizo. Los fuertes golpes       hicieron que mi corazón diera un vuelco. Retumbaron hasta en el Infierno.
Después la sombra se movió, y volvieron a oirse los pasos, subiendo hacia       el piso de arriba, donde no vivía nadie y que además estaba cerrado.
A la casa no tenía acceso nadie, pues eran sólo dos viviendas, y nadie       podía entrar.
Yo estaba, aparentemente, despierto del todo, pero pudo producirse algún       episodio de micro-sueño, y haberse dado una alucinación crepuscular. No lo       sé. No lo sabré nunca.
Pero seguro que no fué nada real. Sólo una alucinación.
Ni que decir tiene que tardé mucho en atreverme a salir y bajar a la calle.
Estos episodios son, cuando se dan en los domicilios, lo que se entiende       por "visitantes de dormitorio". A veces las experiencias suelen ser       horripilantes, pero hay de todo.
Hemos visto cómo se utiliza la vasografía o oui-ja, y sus consecuencias.
De la Psicografía, o escritura automática, podemos decir otro tanto de lo       mismo. Tanto un sistema como el otro se empleaban, antiguamente, en las       sesiones de espiritismo, pero desde que se puso de moda el "contactismo"       con supuestos extraterrestres, su uso se ha popularizado mucho más.
Es cierto que el brazo se mueve. Llega a moverse primero lentamente,       después a mayor velocidad. Al principio sólo salen garabatos, pero después       se van formando palabras, frases, y se llega a tener una conversación. Sí, pero...¿con quién?.
Esa es la cuestión.
Hay algo que está muy claro.
Si crees o deseas que tienes contacto con extraterrestres, a través de la       Psicografía, o la Oui-ja, los mensajes serán de supuestos extraterrestres.
Si deseas comunicar con supuestos espíritus, lo que saldrán serán esos       supuestos espíritus.
Y así con todo.
Si durante un supuesto contacto, por ejemplo con espíritus,  cambias y       deseas comunicar, por ejemplo con extraterrestres, el cambio se produce,       lo que demuestra que el contacto no existe en realidad, que todo es fruto       de nuestro propio subconsciente.
Pero mucha gente aduce que los mensajes son de una altura intelectual       tremenda, y con conocimienentos de cosas que el comunicante no reconoce       como propios, y  basa en eso la convicción de que la comunicación es real.
Pues no. No es real. Muchas veces salen cosas, respuestas, que nosotros no       conocemos aparentemente. Pero no es así. No las conocemos o reconocemos a nivel consciente, pero sí a nivel subconsciente.
Contínuamente nuestro cerebro adquiere conocimientos, sin que de muchos de éllos seamos conscientes de que los estamos recibiendo.
Simplemente con hojear un libro rápidamente hace que lo que está escrito       en ese libro se quede grabado instantáneamente en nuestro cerebro, sin que       nos demos cuenta.
La información que recibimos es ingente y contínua. Nuestro cerebro es un       ordenador.
Rebuscamos también en nuestro pasado, e incluso en la herencia que hemos      recibido. Es decir, tenemos grabados recuerdos de nuestros antepasados, y       esos recuerdos los interpretamos como mensajes o comunicaciones entre       éllos y nosotros. Pero en realidad los tenemos ahí, ocultos. Nosotros sólo       les damos forma.
También percibimos cosas de un futuro muy inmediato. Por éso se dice éso       de: "Los acontecimientos futuros proyectan su sombra por anticipado".
De ahí viene el fenómeno de "deja vu", creo que así se dice. Es cuando       creemos que lo que nos ocurre ya lo hemos vivido antes.
No. No lo hemos vivido antes. Lo hemos conocido antes de que ocurra, lo       hemos percibido. Como todo.
Siempre percibimos lo que va a ocurrir en el futuro, pero lo hacemos de       manera inconsciente. Alguna información la percibimos con mayor       intensidad, con la mente "más despierta", y por ese motivo cuando el hecho       ocurre, creemos que ya lo hemos vivido antes.
Todo tiene una explicación. El quid de la cuestión es hallar esa       explicación.
Mientras no lo hagamos, las cosas y los hechos permanecen en lo que       llamamos el Mundo del Misterio.
Habrá que preguntarse si realmente deseamos desentrañar esos misterios o       nos gusta que se mantengan sin desentrañar.
¿Qué sería de nuestra vida sin el Misterio?.
Pero deberíamos centrar más nuestra atención en nosotros mismos, en lugar       de buscar "fuera", pues cuando se está en estado de conciencia alterada, se producen todo tipo de fenómenos que atribuimos a demonios, duendes,       espíritus, etc.
¿Conocemos los límites de un ser humano en lo que se refiere a facultades       paranormales? . ¿Qué es realidad y qué es fantasía?.
¿Y las casas encantadas?. ¿Y los fenómenos de fantasmogénesis? . ¿Cómo       ocurren esos hechos?. Algo parece que sí hay, ¿no?.
A medida que me metía en estos temas, mi interés y mi curiosidad       aumentaba. Y también mi falta de objetividad.
Creía en la realidad de casi todos los fenómenos y no tenía una conciencia       crítica a través de la cual filtrar los fenómenos que englobamos con el       nombre genérico de paraciencias.
Hablaremos más adelante de las casas encantadas y de otros fenómenos       paranormales, pues antes quisiera hacer una mención al fenómeno que más       llamó mi atención, y al cual me dediqué de lleno: Fué el fenómeno OVNI.
Tuve además la suerte de ver dos, uno de éllos con una claridad y una       cercanía tremendas, que me quitaron toda duda de que lo que estaba viendo       era real.
El primero de éllos fue  una esfera de un tamaño bastante grande, de color gris y aspecto metálico, rodeada de un ligero halo como de vapor, que en completo silencio cruzó sobre nuestro barco, y se sumergió en el mar, muy cerca de nosotros.
El otro avistamiento lo tuve una noche, mientras estaba de guardia en       puerto. Se trataba de una luz muy intensa, que estaba estática en el zenith de nuestro barco, durante una hora y media, lanzando de vez en cuando algún destello. Creí que se trataba de la explosión de una estrella y así se lo comenté a los marineros que tenía a mi cargo. Tenía el tamaño aparente de una farola del alumbrado público. Al cabo de esa hora y media comenzó a moverse, lo que me dejó alucinado, dando unos fuertes destellos.
Cerca del horizonte, desapareció, volviendo a aparecer unos dos minutos       después hasta perderse definitivamente en el horizonte, por el oeste.
Investigué muchos casos de avistamientos, que como todos/as tenéis       experiencia en ese campo, no voy a comentar. Era, al principio, partidario       de la hipótesis extraterrestre.
Fué a raíz de ciertos comentarios de compañeros que habían visto alguna de       estas naves o discos en alguna base militar, como si fuese un avión más,       cuando comencé a pensar que los platillos volantes tenían un origen       terrestre, y que posiblemente fuesen el desarrollo, a través de los años, de los prototipos que se dice que los nazis experimentaron durante la 2ª Guerra Mundial, y que darían como resultado los aviones de altísima tecnología que hoy cruzan los cielos, y que están considerados como de alto secreto.
Sin embargo, cada vez que he tratado de sacar el tema de los OVNI,s nazis,       me he encontrado con una fuerte oposición, e incluso no ha faltado quien       considerase que hablar de ese tema era hacer apología del nazismo, dado       que se hacía creer a la gente que el nazismo no ha muerto y que disponen       de unas armas de una tecnología tremenda, con la que, en cualquier       momento, podrían conquistar el planeta. Por culpa de esa forma de entender       las cosas, he tenido más de una fuerte trifulca. Y se me ha llamado nazi.
No serán los nazis, pero sí sus herederos, los aliados, los que más pronto o más tarde nos darán una sorpresa en ese sentido. Es lo que se ha dado en       llamar Nuevo Orden Mundial, que se comenzó a gestar en 1947, recién       acabada la Guerra Mundial, (en realidad mucho antes), y aprovechados los       científicos alemanes por las naciones aliadas, en lo que se dió en llamar       Operación Paper Clip, que no sólo se ocupó de la aeronáutica sino de otros       campos, algunos de éllos tenebrosos.
Roswell y otras zonas fueron el lugar de experimentación de aeronaves       revolucionarias.
Como en casi todo, lo que haya de verdad o mentira en este tema, el tiempo       lo dirá.
Sin embargo me he vuelto muy crítico en lo que se refiere a la posibilidad       de que este fenómeno tenga un origen extraterrestre, y coincido bastante       con aquellos investigadores que sitúan la casi totalidad del origen del       fenómeno OVNI en el campo de la mente humana, en las alucinaciones       hipnagógicas e hipnopómpicas, sustituyendo a los antiguos súcubos e       íncubos por los humanoides de la actualidad. Claro que siempre queda una       puerta abierta a todo, o a casi todo, pero la hipótesis extraterrestre está cada día más cuestionada.
Hay algo que siempre llamó mi atención y a lo cual nunca he encontrado       explicación. Se trata de unas lucecitas, que ufológicamnete no tienen       ningún valor, pero que despiertan mi curiosidad. Suelen ser grupos de seis, ocho o diez luces muy pequeñas, que en algún rincón del cielo estrellado, en algunas hermosas noches de verano he visto jugar, como si de niños traviesos se tratase, trazando zig-zags, y pareciendo que se perseguían unas a otras. Repito que, a esa distancia, y con ese tamaño, ufológicamnete no tienen ningún valor, pero me han intrigado siempre.
¿Ilusión óptica?. Tal vez. Es la explicación más racional y es, por tanto, la que siempre hay que buscar.
Ha sido a raíz de la aparición de los OVNI,s triangulares cuando he       quedado ya plenamente convencido de que el origen de esta fenomenología es militar, pero los dímes y dirétes, y las afirmaciones y desmentidos sobre       los prototipos militares ha sido tan intensa, que la balanza no está todavía inclinada a favor de ninguna hipótesis, de manera definitiva. El secreto es férreo, como es de esperar, y cuando algo sale a la luz, como el caso del F-117 o el B-2, ya llevan muchos años cruzando los cielos del mundo, con tecnologías que poco o nada tienen que ver con la convencional.
Lo que se revela como nuevo y sensacional, resulta que ya casi está       obsoleto.
En lo que se refiere al Proyecto Aurora mejor ni hablar.
Existe una hipótesis relativamente reciente sobre esta fenomenología, que       atribuiría un origen dimensional a los OVNI.s, pero esta hipótesis espero      que no sea cierta, pues le tengo verdadero pánico a una realidad paralela,       como podría ser ésa, en la que nuestro papel sería la de servir de alimento, como ganado, a seres de esa realidad paralela. Lo considero ficción, y espero no equivocarme.   
Como he dicho anteriormente, todos estos temas me interesaban           enormemente. Tanto si era Ufología como si era Parapsicología.
Ahora veo que existe una gran componente parapsicológica dentro del           fenómeno OVNI, sin descartar su realidad física. Muchas veces es muy           difícil establecer las fronteras entre lo físico y lo que no lo es, o dónde termina realmente lo que entendemos por físico y donde comienza lo psíquico.
 ¿Tendremos un concepto equivocado de lo que es la Realidad?. ¿O será           que tenemos una limitación natural para apreciar la totalidad de esa           Realidad, y lo que no apreciamos, no vemos, admitimos que no existe?.
Habría que llegar a la conclusión, siguiendo ese razonamiento, que no           existen los colores y sonidos que escapan a la gama de colores y sonidos que el ser humano puede recibir por diseño natural de nuestros sentidos. Pongo por caso los infra y los ultra colores y sonidos.
Los perros perciben los ultrasonidos, nosotros no. ¿No existen           entonces?. Sí. Por supuesto que sí. Con equipos especiales podemos           percibirlos.
Efectivamente, fenómenos físicos provocan "efectos psíquicos" por           interacción con nuestro cerebro, por efectos de tipo electromagnético.
No olvidemos que cuando el electromagnetismo se aplica sobre los seres           humanos, determinados fenómenos alucinatorios del tipo de los estados           crepusculares del sueño se producen, lo cual ha sido demostrado en           estudios serios de laboratorio.
Por tanto tenemos que, algo físico, real, puede disparar, como "efecto           colateral", un fenómeno psíquico, no real.
¿No real?. ¿Qué es y qué no es real?. ¿No serán simplemente realidades           paralelas, diferentes, pero ambas reales?.
¿Cómo establecer qué plano es real y cual no?.
Cuando tenemos una alucinación onírica, crepuscular, ¿en qué plano la           situamos?, ¿en la fantasía?, ¿en algo inexistente? .
La Psiquiatría establece que "lo que no ve todo el mundo no existe".
Si yo no veo lo que tú ves, éso que tú ves no existe. Es una  alucinación. Pero, ¿es correcto dictaminar éso?.
Yo fui testigo de una tremenda tormenta, observada con un receptor de           infrarrojos, en una estupenda, maravillosa y apacible noche de verano,           en alta mar. Si sólo yo la veía, ¿no existía, entonces?. Por supuesto que sí.
Y así me encontré, en mis investigaciones ufológicas, (hechas con           mayor o menor fortuna), con casos en los que el componente "colateral"           estaba presente. Y creo no equivocarme si creo que en ese campo entran           de lleno las abducciones.
Pero dado que también se producen abducciones, digamos, "terrenales",          producidas por agencias gubernamentales con sabe Dios qué objetivos,          la cosa se complica y mucho.
Porque lo que parece extraterrestre, podría ser más terrenal de lo que           sospechamos, en un gran número de ocasiones.
Yo, particularmente, creo en esa terrestralidad de esta fenomenología,          pero existen investigadores que tienen diversas opiniones.
Este fenómeno es de una complejidad tremenda, y cuando coges el hilo          para ir tirando, creyendo que tirando del hilo se llega al ovillo, nos           encontramos que en lugar de llegar a ese ovillo, lo que hacemos es           adentrarnos en una tela de araña, con numerosas ramificaciones.
Por tanto, a medida que me adentraba en estos temas,  encontré que no       había una división clara entre la fenomenología OVNI y los fenómenos       parapsicológicos, por lo que en ocasiones, como es el caso de los       "visitantes de dormitorio" y en algunos de abducciones, había que buscar       una explicación de tipo paranormal al fenómeno, o a una parte del fenómeno       que se nos presentaba.
Ese fue el caso de la abducción de la que fue protagonista Mari Carmen       C.L., coincidiendo con el avistamiento ocurrido en las inmediaciones de la       Catedral de Cádiz, en 1979, y que fue avistado por numerosos gaditanos.
Frente al hecho físico avistado, fuese lo que fuese, teníamos un caso que       tenía varios ingredientes de naturaleza psicológica, como parecía ser una       fantasía con connotaciones sexuales. Al ser Mari Carmen obligada a subir a       una supuesta nave donde era despojada de su ropa y sometida a una serie de       manipulaciones por parte de unos seres de aparente origen espacial, élla       daba rienda suelta a una fantasía, sin que moralmente se pudiera sentir       culpable, ya que no podía oponer resistencia.
Su fantasía era irse de su casa y vivir una aventura de naturaleza sexual,       pero sus condicionamientos morales y/o sociales se lo impedían. Pero       tratándose de extraterrestres ya era otra cosa. Ahí ya élla no tenía voluntad propia y no podía ser culpable de lo que ocurriese.
Había sentido un sonido, como el de un grifo a medio cerrar. Comprobó los       grifos y vió que estaban cerrados, pero el sonido continuaba y la ponía en       un estado como de "atontamiento". Bajó las escaleras de su casa, y en éllas se encontró un ser, sin pelo, con la cabeza grande y aspecto "raro", que parecía esperarla. Llegó a la calle y otros dos seres la subieron a una especie de "bañera blanca" que se elevó y desplazándose por encima de los edificos de la ciudad la llevó hasta la nave de las inmediaciones de la Catedral, donde fué tumbada sobre una especie de mesa, y desnudada y manipulada por un grupo de supuestos extraterrestres.
Sin saber de qué forma regresó, se vió nuevamente en su cama, donde su marido dormía plácidamente.
A pesar de ésta aparente componente alucinatoria, élla decía haber       presentido la llegada de la nave unos días antes del avistamiento, cosa que corroboraba el marido, y su "aventura" había coincidido con el momento       del avistamiento real. Claro que todo podría ser un "acoplamiento" de su       experiencia con el momento y lugar de ese avistamiento gaditano. La       presencia y diagnóstico de un psicólogo de nuestro grupo, así como otro       ajeno a GEIFO, pero al que también consultamos, (y de quienes salió la       idea de una probable fantasía sexual), provocó que Mari Carmen se       ofendiese y se cerrase en banda, por lo que no pudimos hacer un       seguimiento del caso, como habría sido nuestro deseo.
Contactó con nosotros, en una ocasión, una señora que decía ser molestada       por la noche por cuatro seres, con el aspecto de lo que entendemos por       "grises", de pequeño tamaño, ojos grandes y rasgados y cráneo grande y       ovalado, con los brazos desproporcionados con respecto al cuerpo y       aparentemenete desnudos, aunque no se apreciaban órganos sexuales.
Estos seres salían de una de las paredes de su habitación y cruzaban hasta       la pared de enfrente, desapareciendo por élla. El último en desaparecer se       volvía hacia élla y le hacía una mueca de burla.
Lo contó, además, por teléfono, a nuestro programa de radio, y a nuestro       locutor no se le ocurrió mejor idea que preguntarle si tenía por costumbre       tomarse alguna copita de vino fino jerezano antes de dormirse, lo que       provocó la cólera de la señora, como es natural. Había que oir los piropos       que dedicó al gracioso del comentarista. Le llamó de todo, menos bonito.
Afortunadamente, ya en persona, le expliqué el raro sentido del humor del       locutor y logré calmarla. Al parecer, la visión de estos pequeños seres  era muy frecuente y estaba más que cansada de éllos.
Lo primero que se me ocurre, al cabo del tiempo, (por entonces era       bastante ingénuo), es que se trataba de los famosos "visitantes de       dormitorio". Ella juraba que estaba despierta y bien despierta cuando       ocurría ésto, pero ya sabemos que este tipo de visiones o alucinaciones se       dan en la fase previa al sueño o posterior a él, y que la persona no es       consciente del estado en que se encuentra, que para élla es plena vigilia.
Descubrí, con sorpresa, que los "visitantes de dormitorio" era un fenómeno       mucho más extendido de lo que pudiera imaginarme.
Al existir mucha información audiovisual sobre la fenomenología OVNI, era       natural que la gente hubiera reemplazado a los antiguos personajes de sus       visiones oníricas por los extraterrestres de moda. Cada época tiene lo suyo, y a ésta le corresponde lo ufológico.
Le pedí a la señora que me dejase pasar una noche con élla, y durante esa       noche no pasó nada.
Con el tiempo, esta señora dejó de tener estos problemas, lo cual suele ser una constante en estos casos.
Esto es curioso, pues las alucinaciones no suelen repetirse de esa forma. Se puede tener alguna o algunas, pero no tienen por qué ser idénticas.
Nuestro cerebro es capaz de cosas verdaderamente sorprendentes y si a éso       unimos la credulidad de las gentes, la mezcla puede ser fuerte y causante       de multitud de fenómenos.
El problema surge cuando le atribuimos un origen fuera de lo normal.
Realmente deberíamos admitir que no son tantos los fenómenos que se       producen a nuestro alrededor, como parecen dar a entender los medios       especializados y los/as investigadores/ as de lo que llamamos Paraciencias. Algunos, sin embargo, sí se producen, pero me temo que en pocas ocasiones damos con el verdadero origen de estos hechos, con la causa que los produce.
Hablo en general, naturalmente, pero podríamos centrarnos en algunas       manifestaciones en particular, como, por ejemplo los más llamativos, los       más espectaculares.
Tomemos como muestra los casos de lo que se ha dado en llamar "casas       encantadas", lugares donde se producen toda suerte de cosas "raras", de       fenómenos inexplicables a primera vista.
No cabe duda que, en algunas de estas ocasiones, los sucesos llegan a       impresionar vivamente no sólo a los habitantes de esas casas, sino a los       propios investigadores, los cuáles no es la primera vez que salen de       estampida.
Se caen cuadros, se arrancan de cuajo equipos conectados a la red eléctrica, se rompen cristales, se producen lluvias de piedras, se desenroscan bombillas o estallan, se mueven muebles, y en algunos casos las personas son agredidas por objetos que salen disparados como proyectiles contra éllas. Se pueden dar fenómenos de ideoplastias, con alteración de las pinturas, cementos y otros elementos de la construcción de las casas, (Caras de Bélmez), y aparición incluso de figuras fantasmagóricas, (fantasmogénesis) .
Irracionalmente se atribuyen estos fenómenos a entidades burlonas, o       malignas de tipo sobrenatural, (demonios o almas en pena), lo cual sucede       acorde a las creencias más o menos fuertes de los que asisten aterrados a       estas manifestaciones.
Yo creo, sin embargo, que los fenómenos de las casas encantadas los       producen los habitantes de las mismas, generalmente un miembro de la       familia, y sobre todo los adolescentes, ya sea consciente y       voluntariamente, (con lo que pueden provocar los sucesos a voluntad, con       un fin premeditado), o de forma inconsciente, por efecto de una      psicorragia, que al ser involuntaria e inconsciente se puede potenciar por la sensación de miedo de quien produce los hechos sin saberlo, a lo que se       suma el miedo de los demás.
Una de las formas de averiguarlo es ir sacando uno a uno a cada uno de los       habitantes de la casa, hasta que, al sacar a uno de éllos, los fenómenos       cesan, con lo que hallaríamos al causante de todo.
La Psicorragia es a nivel psíquico lo que una Hemorragia es a nivel físico. Una emisión fuerte de energía psíquica, capaz de actuar sobre el entorno físico. Como hemos dicho anteriormente, esa emisión de energía psíquica puede ser algo controlable por quien sabe hacerlo y es consciente de éllo, o descontrolada e ignorada por quien la sufre.
Las psicorragias en adolescentes se dan en el momento del despertar sexual       particularmente, pues es un período de fuertes cambios emocionales, donde      la energía psíquica se dispara a veces intensamente. Son lo que yo llamo       "adolescentes volcán"
Recuerdo aquella ocasión, cuando fuimos a investigar los fenómenos que se       producían en una vivienda gaditana, donde decían que se aparecía el Beato       Diego de Cádiz. En esa vivienda se daban varios fenómenos extraños, y uno       de éllos era la pérdida de conocimiento y sensaciones muy fuertes en las       personas que visitaban el lugar.
Se hablaba, también, de curaciones milagrosas.
El "centro" de los fenómenos estaba en lo que había sido el cuarto de baño       de la vivienda, y que la señora de la casa había mandado levantar.
Ahondando en el suelo, encontraron unos documentos y objetos       pertenecientes al fraile.
Yo, que me las daba de escéptico, me quedé a solas en el citado cuarto.
Cuando salí de allí me puse de todos los colores. Un fortísimo mareo se       apoderó de mí, y creí que me moría. La gente se asustó al ver mi lividez y       notar que me tambaleaba. Me sentaron y me dieron agua. Fui,       desgraciadamente, el centro de atención, en aquel día. Yo cada vez estaba       peor, y creí que era el fin.
La mujer se puso a mi lado y apoyó su brazo sobre el mío, y el vello se le       erizó, y la carne se le puso de gallina.
Gritaba exageradamente: "¿Lo véis?. ¿Véis lo que yo decía?. ¡¡Mirad,       mirad, mirad mi piel!. ¡Está aquí!. ¡Está aquí!".
¡Pues que se vaya! - repetía yo mentalmente, - ¡que se vaya ya, que me va       a matar!-
Hoy me río, pero entonces maldita la gracia que me hizo aquéllo.
Había en aquella casa todo un maremágnum armado en torno a los fenómenos, con estampas, flores, velas, cánticos, etc. Lo de siempre.
Mi intención era comprobar que no pasaba nada. Pensaba en un fraude.
Mucha gente creía que la causante de todo era la señora, pero mi mirada se       cruzó con una adolescente, que me miraba fijamente. Supe que era la chica,       (familiar de la señora), la causante de todo el cacao que allí se armaba, y       causante, también, de mi malestar. Me puse muy mal, de verdad. Fatal.
Era una "adolescente volcán"
Supe, a través de algunas visitas al lugar, que la chiquilla tenía algunas       facultades, como la de mover objetos, y desconozco si la familia sabía la       verdad de lo que estaba ocurriendo allí. Sí sé que tenían una caja grande de metal, donde los visitantes dejaban una aportación económica, que       supuestamente era destinada a los pobres de la parroquia donde se veneraba       al Beato Diego de Cádiz, el cual seguro que no tenía nada que ver con los       fenómenos de la casa.
¿Habían montado un negocio en torno al tema?.
En nuestro programa de radio quisimos explicar lo que creíamos que       ocurría, granjeándonos, como nos sucedía siempre, la cólera de esa familia.
Somos nosotros, los que actuamos sobre nuestro entorno. Deberíamos       aprender a usar esas facultades, en lugar de hablar y pensar en espíritus y entidades sobrenaturales malignas o benignas, que no tienen nada que ver       en estas cosas.
Nuestro cerebro puede hacer cosas asombrosas, pero no le prestamos       atención, y cuando ocurre algo, le echamos la culpa al diablo y /o a otras       supuestas entidades sobrenaturales.
Eso pasa, por ejemplo, con las llamadas posesiones diabólicas, que desde muy antiguo vienen afectando a algunas personas de diferentes religiones del planeta. En principio, en todas aquellas religiones en las que se acepta la existencia de un ser sobrenatural maligno: El Demonio.
Pero ¿quién es el Demonio?.
Lo más correcto es decir "los demonios", pues como él mismo admite: "Me       llamo Legión, porque somos muchos".
La versión más conocida por nosotros es la que describe el Cristianismo,       que nos lo presenta como un ángel que en principio fue creado bueno,       formando parte de la corte celestial, pero que se rebeló contra Dios, siendo condenado al Abismo, y llevándose consigo a sus legiones, depués de una terrible batalla en el Cielo.
Numerosos libros, documentales y películas nos describen las hazañas de       estas entidades, algunas de forma extremadamente terrorífica, y en todas       las religiones se habla de éllos de manera que infunden un temor sobre los       feligreses, que son amenazados con un Infierno para toda la eternidad,       plagado de seres horribles, y sufrimientos indescriptibles,  si uno se aparta de las enseñanzas de estas iglesias, o se comporta de manera pecaminosa.
Evidentemente, para una mente racional se hace difícil aceptar la       existencia de un lugar así, y de entidades diabólicas como éstas, y no es       admisible que un ser humano pueda cometer actos que por malos que sean       puedan tener trascendencia eterna, y por tanto puedan ser condenados para       toda una eternidad en un lugar llamado Infierno, como si no tuviéramos       suficiente Infierno con nuestro mundo.
Los libros sagrados nos hablan de estos personajes, y nos comentan       historias de "posesiones diabólicas". En el Nuevo Testamento se nos cuenta       incluso de casos de expulsión de diablos del cuerpo de algunos posesos,       llevados a cabo por el propio Jesucristo.
Pero ¿existen realmente los casos de posesión demoníaca?. ¿Puede un       supuesto demonio tomar posesión durante un determinado tiempo del cuerpo       de una persona?.
No. En absoluto. Admitir éso es una tremenda aberración. A pesar de que       existen incluso psiquiatras que lo admiten sin ninguna duda, lo que resulta sorprendente en personas de ciencia, cuando en la propia Iglesia existen clérigos que rechazan esa posibilidad.
La persona supuestamente poseída mantiene un comportamiento, durante el       período de la posesión, absolutamente anormal, con lenguaje soez,       profiriendo todo tipo de blasfemias e insultos, sobre todo contra los       lugares sagrados y contra los símbolos que los representan, así como       contra todo lo que sea religioso.
Pueden llegar a sufrir estigmas sobre su piel, con lesiones de mayor o       menor gravedad, y se contorsionan violentamente, tienen vómitos y su cara       refleja odio y maldad extremos.
En ocasiones el poseso puede acabar con la vida del exhorcista.
Durante la posesión pueden producirse fenómenos paranormales,       simultáneamente.
Gritan, lloran y se desesperan cuando son llevados a exhorcizar, y cuando       se les rocía con agua bendita o se les aplica alguna imagen o estampa       religiosa sobre su cuerpo.
Pueden llegar a hablar lenguas desconocidas, o "hablar al revés".
Estos y otros síntomas son los que llevan a los partidarios de esta creencia a afirmar que la persona que los muestra está poseída por los demonios.
La propia Iglesia mantiene, aunque no haya unanimidad de criterios entre       sus miembros, la realidad de la posesión, y elige, entre los sacerdotes, a       algunos para que actúen como exhorcistas en estos casos.
Para la Medicina  Psiquiátrica, son casos, sin embargo, de clara       connotación sicótica. Las víctimas son enfermos mentales, cuya enfermedad       puede manifestarse de manera permanente o por un período determinado.
Algunos psiquiatras aceptan el exhorcismo como una manera complementaria       en el tratamiento de sanación, como una ayuda, pero otros lo rechazan       decididamente, por considerar que con esas prácticas se está "echando más       leña al fuego".
Una persona posesa lo es por identificación anímica, ya sea positiva o       negativa, con la entidad supuestamente sobrenatural, que es objeto de su       adoración, o es motivo de su obsesión y/o temor hasta extremos, en ambos       casos, irracionales.
En el caso positivo, (por diferenciarlo de lo diabólico, no porque sea       realmente algo bueno), tenemos los casos de estigmatización de personas       beatas o consideradas santas, que se identifican con Jesucristo hasta       "reproducir" en su cuerpo las huellas de la Pasión.
En el caso negativo ocurre lo mismo, pero orientada la identificación       obsesiva hacia lo diabólico. También llegan a producirse estigmas, pero       con otro simbolismo.
En ambos casos, el fenómeno o fenómenos son producidos por una alteración       mental, que puede ser tratada con fármacos, o de la forma menos       recomendable como es el exhorcismo.
Por lógica deberíamos pensar que en los tiempos actuales estos hechos       fueran desapareciendo, pero desgraciadamente no es así. De hecho, en el       2004 la Archidiócesis de Génova formó una comisión para estudiar los casos       que se presentan cada vez en mayor número, y poder establecer si se       necesita un exhorcismo o un médico. La comisión está formada por tres       sacerdotes, un psícólogo, un psiquiatra y un neurólogo.
En una localidad de La Coruña, existe un párroco absolutamente convencido       de la existencia del Diablo y de la realidad de las posesiones, y él mismo       realiza exhorcismos.
Y en todos los países se dan estos casos y se crean nuevos exhorcistas,       como si en lugar de avanzar, la Humanidad estuviese retrocediendo.
Deberíamos tener cuidado cuando nos subimos a un púlpito y nos         dirigimos a la gente para contarle lo que entendemos por verdades de         naturaleza religiosa, pues no todo el mundo está preparado para asimilar
de igual forma lo que se les enseña.
Hay personas más crédulas que otras, y las hay que son personalidades         sicóticas, débiles mentales, a las que sólo hay que empujarlas un poco         para que puedan hacer cualquier tipo de barbaridades.
La falta de formación cultural no es siempre la causante de problemas         pues, en ocasiones, son precisamente aquellas personas que por tener un         determinado nivel cultural no son sospechosas de tener un comportamiento         anormal ante determinadas situaciones las que lo tienen, aunque es         innegable que en las sociedades culturalmente más atrasadas, y en los         núcleos de población culturalmente inferiores se da con mayor frecuencia.
Las personas excesivamente crédulas, incapaces de pensar por sí mismas,         o de tener un control sobre sus emociones pueden, a raíz de lo que se les inculca, llegar a ser muy peligrosas. La superstición y la estupidez han demostrado, a lo largo de la Historia esa peligrosidad.
Pero ésto parece importarles poco a los dirigentes de las diferentes        religiones, que incluso fomentan estas creencias y estos         comportamientos, con tal de ejercer un control lo más extendido posible         sobre la sociedad.
Durante mucho tiempo se mantuvo a las gentes en un nivel cultural bajo o         nulo, pues de esa manera era mucho más fácil el control sobre éllas.
El miedo, (demonios, castigos, infiernos), ha demostrado ser un elemento         coercitivo perfecto para mantener al rebaño controlado, y no importa         emplear la mentira para conseguir los objetivos que se han fijado esas         religiones, que a fin de cuentas sólo son un sistema de poder temporal,         sin trascendencia espiritual real.
¿No existe pues algo más después de esta vida, una vez que muramos?. No         lo sé, pero si algo existe, presiento que no se parece en nada a lo que         nos han enseñado.
De lo que sí estoy seguro es que somos algo mucho más importante de lo         que nos quieren hacer creer. Siempre se nos ha inculcado la idea de que         somos seres inferiores, incapaces de lograr grandes cosas, frente a otras entidades que nos presentan como dioses, ángeles, demonios, etc.         capaces de hacer con nosotros lo que les venga en gana, debiéndoles         sumisión y dependiendo totalmente de éllos.
Somos, se nos dice, malos por naturaleza e indignos de cualquier cosa,         que debemos ganarnos algún mérito a base de súplicas y de humillarnos         contínuamente. Pero somos más importantes de lo que parece. Tenemos        grandes facultades y somos muy superiores a los ángeles o dioses, existan o no y sean éstos de un bando o del otro.
Habría que saber a quién le interesa mantener la creencia contraria, y         quién está interesado en devaluarnos. Aunque ante el comportamiento de         muchas personas no estoy seguro de estar en lo cierto.
Creo que ya va siendo hora de que cada persona se acostumbre a pensar         por sí misma y no tolerar que piensen por élla.
Y los investigadores de lo oculto deberían emplear sus esfuerzos en         desentrañar misterios, no en mantenerlos ni aumentarlos, porque todo,         absolutamente todo, tiene una explicación racional.
        
   
 
 
 
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