CASUISTICA OVNI AÑO 1949 EN ANDALUCIA
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Referencia 19490427 Almoraina (Algeciras, Cádiz)
OBERVACION DE LUCES EN PARALELO A PARTIR DE LAS 21,30 HORAS DEL DIA 27 DE ABRIL DE 1949 EN ALMORAINA, ALGECIRAS, (CADIZ)
El 17 de abril de 1.949 los testigos se encontraba realizando el servicio militar en el Regimiento del infantería Extremadura 15, de guarnición en Algeciras, cuando fueron destacados a un campamento que había en la Almoraima, distante de Algeciras unos 20 kilómetros más o menos.
Una vez allí fueron destinados a vigilar de forma permanente, una gasolinera que se encontraba en plena carretera comarcal llamada “a Ronda”. Estábamos en pleno campo, y más parecía un desierto que otra cosa, ya que era muy raro ver cruzar por allí a vehículos tal y como ocurre hoy en día. Entonces sólo pasaban vehículos militares, autobuses de viajeros, y algún que otro coche particular, aunque pocos.
El día 27 de éste mes de abril, serían las 21:30 horas dice Francisco: “me voy a por la cena”. Partió éste viendo como se alejaba de la gasolinera a buen paso hasta perderse allá a lo lejos en la oscuridad de la noche. Me senté en la puerta a esperarle, allí teníamos junto a la pared, una enorme piedra que pesaba más de 180 kilos en la que solíamos sentarnos de vez en cuando, allí me ubiqué pensando solo en el tiempo que tardaría mi compañero en regresar, pues casi nunca tardábamos más de cuarenta minutos en recorrer aquellos cuatro kilómetros o, tal vez menos. Al cabo de un buen rato, “me acompañé de mis propios pensamientos” prestando atención en especial, a los clásicos ruidos de la noche, viento que soplaba, perros ladrando en cortijos lejanos, ramas de árboles que se movían por el viento. De pronto observo a lo lejos (vía eje central de la carretera) unas luces en paralelo. Esta noche hacía levante, como solo el viento de levante suele soplar por aquí, con nubes bajas aunque de vez en cuando, jirones de estas se separaban, para dejar paso a las estrellas allí arriba en el firmamento.
Miré el reloj, en un impulso instintivo viendo que eran ya las once de la noche. Aquellas luces, se movían como si ambas se fundieran entre sí y, en la medida en que se aproximaban, se hacían más grandes y su color irradiaba unos matices casi púrpura – verde – azul eléctrico y blanco.
Pero mi sorpresa fue en aumento cuando me di cuenta de los siguiente: “aquellas luces no expandían su luz hacia los laterales de la carretera. Pero además, en el centro de estas, había “un halo grisáceo y redondo”, por lo que se podía ver lo que éstas dejaban atrás. En suma, eran como las ruedas de los camiones antiguos, tendrían unos 90 centímetros de radio. Aunque yo hacía las siguiente conjetura: ¿sería quizá, un camión, un coche?, ¿Qué caramba era aquello? En la medida en que ambas se acercaban a mí. “La cosa fue cambiando”. Sentí miedo, mucho miedo a lo desconocido (no sabría explicar porqué), me sentía agobiado, sin poder moverme ni levantarme ni salir corriendo, me sentía “preso de aquello”. Esa transformación que sentía en aquel momento de miedo y terror, se fue alejando, hasta conseguir “agradecer” aquella contemplación tan espectacular.
Cuando aquellas luces se encontraban a menos de cien metros, fue cuando pude contemplar aquel magnífico espectáculo en toda su dimensión, ¡¡ahí es nada!! tanto los árboles como la casita, se habían convertido en cristal, yo veía a través de los troncos de los árboles, de reojo también, que todo el interior de la gasolinera se veía como si fuera de cristal transparente, la mesa, los taburetes. Las dos camas, la repisa, todo era visible desde fuera ¡imposible!, pero cierto. Jamás podré borrar de mi mente aquel espectáculo. Pero cuando las luces llegaron paralelas a mí, fue cuando en verdad dio comienzo lo que les narro a ustedes: Sin perder yo la noción del tiempo, pero si la movilidad física, no escuchaba los perros, no se movía el aire, las nubes se pararon, las ramas de los árboles quedaron quietas, la piedra -donde yo estaba sentado- “empezó a subir” hasta cerca de un metro el mosquetón se fue al suelo, disparándose de forma fortuita y, el estampido, no lo sentí solo vi. una llamarada salir del cañón (que luego pude comprobar fue cierto a la hora de esperar la dotación de cartuchos).
Cuando la piedra y yo “subíamos lentamente” me dio la impresión de estar en un cojín de aire. Subimos casi un metro del suelo. Pero cuando aquellas malditas luces llegaron a mi altura, salieron disparadas hacia arriba, a tal velocidad, que en menos de un segundo se habían hecho como un céntimo en el cielo, la seguí a través de un jirón de nubes por la que se había lanzado. Y fue, cuando la piedra y yo, caímos al suelo lastimándome mis posaderas, y viendo multitud de lucecitas de colores por todas partes.
Cuando llegó Francisco, le pregunté porqué había tardado tanto, también, si había oído el estampido del disparo, y mi sorpresa fue mayúscula: ni había oído disparo alguno, ni había tardado tanto, porque el no se había entretenido en ningún sitio
Investigador: Andrés Gómez Serrano.
Documentación disponible: Revista Investigación, núm. 11, septiembre/octubre 1995.
Comentarios:
Este suceso se nos antoja extraño y, como ha ocurrido en otros sucesos que tienen lugar en carreteras andaluzas durante la década de los 60 y 70, con un único testigo. En este caso el empleado de la gasolinera no vio ni observó nada anormal esa noche.
En Octubre del 2011 se efectúa entrada en mi blog personal sobre este suceso titulada “Levitar” (ver http://angelcarretero.blogia.com )
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