En verano de 1921 Antonia Utrera Domínguez, de 10 años de edad, queda a cargo de su hermano lactante en su casa de Barbate (Cádiz).
 

Para evitar quedarse dormida si el niño lloraba se acostó en el suelo, próxima al bebé. A eso de las 3 o las 4 de la madrugada se despierta y ve bajo la cama de sus padres una luz como la llama de una vela que no alumbra y que salió de donde estaba, voló hasta lo alto de su cabeza y volvió a ocultarse bajo la cama.
 

 Por espacio de dos horas la chiquilla permaneció con los ojos cerrados, pues cada vez que los abría la llama salía de debajo de la cama de la habitación contigua, volaba hasta la niña y se ocultaba de nuevo. Operación que realizó en cinco o seis ocasiones en completo silencio. Al amanecer la llamita ya no pudo ser vista otra vez.

Documentación disponible: Gran Catalogo General del Fenómeno Ovni.

En los años de este suceso era costumbre o habitual la practica de los padres de dejar a los hijos mayores a cargo de los menores. Lo que describe la niña entraría más de lleno en la parapsicología que la ufología. En concreto en los denominados fenómenos de dormitorio.
 

Este fenómeno puede ser el primero de estas características documentado en Andalucía.