Siguiendo el camino de la estrella

SIGUIENDO EL CAMINO DE LA ESTRELLA

por Angel Rodríguez Alvarez

ggeifo@yahoo.com


En anteriores ocasiones he defendido contra viento y marea la figura poco defendible e injustamente casi nada reconocida del simpático personaje que llena con su abultada barriguita las fiestas entrañables de Navidad al cual todos conocemos con el nombre de Papá Noel en Europa, Viejito Pascuero en Sudamérica, o de forma más sajona con el de Santa Claus.

Este personaje está en abierta competencia, y jamás entenderé por qué, con los no menos conocidos Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, también llamados Apellicon, Amerin y Damascon en griego y Magalath, Galgalath y Serakin, en hebreo. Se habla de un cuarto rey, llamado Artabán, que debido a ciertos problemas no pudo llegar a tiempo hasta el Portal de Belén, donde supuestamente nació Jesús el Cristo.

Claro que eso pertenece a la leyenda, (hay muchas sobre este tema), aunque lo más seguro es que leyenda sea todo cuanto conforma la Navidad, empezando por el propio nacimiento. 

En esta ocasión, para variar, me entretendré un poco hablando sobre esos Reyes Magos, aunque insistiendo, una vez más, en mi predilección por el gordito de la extraña risa, (si se puede llamar risa a ese ridículo "Ho, ho, ho", que no entenderé jamás).

Los niños se dividen en dos grupos bien diferenciados: los inteligentes y los que son como sus padres.

Los inteligentes aceptan a Papá Noel y a los Reyes Magos, pues así reciben regalos por partida doble, mientras que los que son como sus padres... pues eso, que son como sus padres.

Recuerdo que cuando era pequeño y llegaban estas fiestas, yo miraba mucho al cielo para ver si localizaba la estrella que guiaba a los Reyes, y que muchos se empecinan en considerar que era una nave interplanetaria realizando labores de guía.

Parece una estupidez afirmar eso, pero este detalle ha vaciado muchos tinteros, e incluso se han escrito varios libros y se han entablado muchos debates, casi todos sin sentido por cierto, dicho sea esto con todo el ánimo de incordiar.

Suponiendo que los hechos que se narran sobre la Navidad fueran ciertos, cosa que es mucho suponer, lo más simple (y siempre lo más simple suele coincidir con la realidad) es pensar que la estrella de Belén fuese una estrella cualquiera que se tomase como referencia para tomar una ruta determinada, como se hacía con la Polar por parte de los marinos, o fuese una conjunción estudiada y analizada por estos Magos, que en realidad eran astrólogos, o podría suceder que no sea todo más que un cuento, (muy bonito, eso sí) pero cuento o leyenda a fin de cuentas, nacido de la adaptación de otras tradiciones más antiguas que fueron usurpadas, modificadas y utilizadas como propias por la Iglesia Cristiana tal y como se ha hecho con casi todas las fiestas y/o celebraciones, algunas de ellas antiquísimas, que pertenecieron a cultos y creencias que fueron llamados "paganos" de forma genérica.

Porque nacer el 25 de diciembre de una Virgen, en una cueva y ser considerado un dios y adorado por pastores, agricultores y recibir las atenciones de alguien que es una mezcla entre mago, rey, astrólogo, etc. es algo común a todos o a un número de dioses de ésos que los cristianos llaman "paganos", (pagano = que procede del pueblo, aldeano). 

En general se denominaba pagano a quien se suponía que no había conocido el Cristianismo, pues nadie se lo había dado a conocer, pero después se empleó esta definición, por extensión, a cuanto no fuese una creencia dentro de las religiones del "Libro", o sea, de la Biblia, (Cristianismo, Judaísmo e Islamismo), y posteriormente adquirió un carácter negativo y hasta diabólico.

La sumisión de unos reyes, como representantes del poder mundano, o magos y sacerdotes, como representantes de las religiones y creencias varias, puestos a los pies del recién nacido, simboliza la sumisión y reconocimiento del poder político y religioso al que se presenta o se pretende presentar como Dios único y verdadero, ante quien todos deben someterse. 

Ese es el mensaje que se pretende enviar a todo el orbe con la presencia de estos Reyes Magos o Magos Reyes, que llegan al Portal para ofrecer al niño unos presentes que reafirman ese simbolismo:

 Oro como Rey, Incienso como Dios y Mirra como Hombre, (o como una alusión a su futura muerte, pues la mirra se empleaba en embalsamamientos).

Es pues un mensaje claro el de los Reyes Magos.

Este simbolismo no es hallado y por tanto no puede ser utilizado recurriendo a San Nicolás, (San Nicolás de Bari), Santa Claus o Papá Noel, que de cualquiera de estas formas puede ser llamado. Papá Noel no se encuentra ante el recién nacido porque históricamente es imposible, pues su existencia es muy posterior, y no es rey, aunque sí noble y representante de la Iglesia, pues fue obispo. Heredó una gran fortuna y la repartió entre los pobres, gesto loable pero que a la Iglesia no le vale para representar la sumisión de la Humanidad al nuevo Mesías. 

Ellos, los Reyes Magos sí representan al poder político en su máxima expresión, la realeza, y al ser de las razas básicas de aquellos tiempos, es decir, la raza blanca, la árabe y la africana o negra, representan al conjunto de la Humanidad.

En su condición de sacerdotes representan a las religiones del mundo, todas ellas de rodillas ante el recién nacido.

 La Navidad se viene celebrando mucho antes de la existencia del Cristianismo, y tiene como fecha central el 25 de diciembre, natalicio de todos los dioses solares. Es la fiesta del Sol Invictus, el triunfo de la luz sobre las tinieblas, del calor sobre el frío, de la Vida sobre la Muerte, de la esperanza contra el miedo.

 El mundo se escapa, poco a poco, de las gélidas jornadas del oscuro invierno, encaminándose al Equinoccio de Primavera, que desemboca en el Solsticio de Verano.

Las cosechas van naciendo durante ese Equinoccio y podrán ser recogidas en el Solsticio de Verano, y volverán a ser sembrados los campos en el Equinoccio de Otoño. De esas cosechas depende el alimento, la supervivencia.

Estas fiestas, todas las fiestas paganas, con su fuerte carga emocional y simbólica, no podían ser suprimidas así como así, pues formaban parte de las costumbres y creencias del pueblo, de la vida de las personas.

 Por tanto, si no se podían suprimir había que buscar otra fórmula y ésta consistió en la asimilación, en la cristianización de esas fiestas.

 Hoy día, bajo la apariencia cristiana de muchas celebraciones, subyace el espíritu de la antigua fiesta y algunas personas no son ajenas a ese conocimiento.

 Así pues, ya tenemos a las fiestas del Solsticio de Invierno convertidas en la Navidad en su sentido actual, es decir, la fecha conmemorativa del nacimiento de Jesús el Cristo, cuya fecha de nacimiento real no se sabe, a ciencia cierta.

 Antes se celebraba el nacimiento de Jesús y la adoración de los Magos en los diez primeros días de enero. En la Iglesia Armenia se sigue celebrando la Navidad el 6 de enero.

Y tenemos a los Reyes Magos incrustados en esa Navidad, simbolizando la aceptación y sumisión de todo el planeta a la divinidad de ese Jesús, que debe desplazar a todos los dioses existentes hasta la fecha.

Por cristianizar se ha cristianizado hasta el árbol de Navidad.

 Desde 600 años antes de Cristo, existía en Persia una casta sacerdotal que practicaba el Zoroastrismo o Mazdeísmo. Esta religión era muy similar a lo que fue la religión judeo-cristiana.

Uno de los pilares de esta religión era el Mesianismo, la esperanza en un enviado, un Mesías salvador.

Estos sacerdotes de Zoroastro eran llamados "Magos" y eran muy respetados por el pueblo. Los Reyes Magos eran los miembros del grado más alto de esa religión.

En esta religión, la jerarquía eclesiástica se disponía en Discípulos, Maestros y Perfectos Maestros, dirigidos todos por un Sumo Sacerdote llamado "el Archimago".

Se decía de ellos que eran adivinos, que tenían la facultad de caminar sobre el fuego y que podían interpretar los sueños. Eran capaces de realizar prodigios absolutamente sorprendentes.

Estrabón decía que los Magos  "...eran celosos observadores de la justicia y de la Virtud".

De forma general podemos decir que formaban una clase de sabios y doctores en Persia.

Se habla de tres Reyes Magos, aunque las iglesias armenia y siria trataban de hacer que fuesen doce.

En las catacumbas se representaban con frecuencia en número de cuatro, hasta que en tiempos del Papa León I el Grande se fijaron en número de tres, pues ello se armoniza con la Trinidad, así como con ese número se asociaban a la juventud, madurez y ancianidad y se reafirmaba el simbolismo de los tres regalos (oro, incienso y mirra) con que obsequiaron a Jesús. Todo muy medido y calculado hasta el mínimo detalle. ¿O no?

¿No debería existir un representante del Continente Americano?

Sus nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar significan cada uno "rey". 

Fue a partir del siglo II cuando la leyenda de los Reyes Magos se comenzó a extender, debido a Tertuliano, pues él encontró un Salmo, el 70 (71):10, que es aplicable a los Reyes Magos:

¿Se refiere a Europa, Asia y África, que son los continentes que se dice representaban los Magos?.

Estos Sacerdotes-Magos, contempladores del fuego primordial del que están hechas las estrellas, se dice que vieron en una de ellas la señal de que el Mesías estaba a punto de nacer, cumpliéndose así una antigua profecía que decía que nacería en la ciudad de Belén de Judá.

Los Magos tendrían ese conocimiento por los contactos habidos con los judíos cuando éstos estuvieron en cautiverio en Babilonia. Aunque hay quien afirma que los Reyes Magos eran sabios y astrónomos judíos de la Diáspora, que no regresaron sino que permanecieron en la zona de Mesopotamia, (los Mizraji o Mizrajim, comunidad Judía quienes emigraron a Yemen, Irak y Persia, llamadas Comunidades del Oriente).

Pero hemos hablado de un cuarto posible Rey Mago. El gran desconocido. El ignorado por todos, incluidos los niños. ¿Existió un cuarto Rey Mago?

Insisto una vez más en que muchas representaciones de los Reyes Magos se hacen con cuatro personajes, aunque nunca se ha podido saber cuántos eran en realidad.

Cuenta este relato sobre el cuarto Rey Mago que Artabán se encontraba un día del mes de Agosto, en su ciudad natal, en Persia, (según esta leyenda los otros tres Magos se sitúan en Babilonia), y reunió en su casa a varios de sus compañeros, sacerdotes de Zoroastro también, y a su padre, y les planteó el hecho del nacimiento del Mesías, en Jerusalén, según indicaban las profecías, entre ellas la de su compañero el Mago judío Daniel, y confirmaban, también, la conjunción de varios astros.

Les comunicó su deseo de ir a rendir pleitesía y a adorar a ese Mesías, para lo cual ya había preparado su viaje, vendiendo todas sus propiedades, y adquiriendo tres joyas muy valiosas, que pretendía ofrecer como obsequio al recién nacido: un zafiro, un rubí y una perla.

Se había puesto de acuerdo con sus compañeros, Magos como él, que residían en Babilonia, y habían acordado un punto de reunión en el zigurat de Borsipa, (¿Birs Nimrud, a 15 Km. de Babel?), para formar desde allí una única caravana, con dirección a Jerusalén.

Artabán ofreció a sus acompañantes reunidos con él en esos momentos que se unieran a él en ese viaje, pero ellos declinaron la invitación, con algunos comentarios de desprecio hacia los judíos y de incredulidad sobre la naturaleza y legitimidad de ese Mesías.

Cuando Artabán y su padre quedaron solos, este último le dijo que no lo acompañaría por razones de edad, pero le animaba a realizar el viaje y que le acompañaría con el corazón y con sus oraciones y buenos deseos.

Cuando el Mago emprendió el viaje, se encontró en el camino a un hombre tirado en el suelo, malherido por unos bandidos salteadores de caminos, que le habían robado toda su fortuna, y que habían intentado asesinarlo. Había perdido mucha sangre y estaba muy grave, a punto de morir.

Artabán se interesó compasivamente por el herido, y pospuso momentáneamente su viaje, para poder atenderlo.

Cuando el hombre se recuperó, y enterado Artabán de la situación de ruina en que había quedado la víctima del asalto, el Mago le regaló el rubí que portaba, para que pudiese sobrevivir, pues había quedado en la más completa ruina.

Todo este suceso le hizo demorarse bastante, por lo que sucedió que, cuando llegó hasta el zigurat de Borsipa, Melchor, Gaspar y Baltasar ya se habían marchado. Le dejaron una nota, bajo una piedra, donde le comunicaban su partida, y esperando que se encontrasen en Jerusalén.

Hacia esta ciudad encaminó pues sus pasos Artabán, completamente solo. Dejaba a la voluntad de Dios que le permitiese o no poder adorar al Mesías a tiempo, pero su personalidad le impedía abandonar a su suerte a quien estuviese necesitado.

Cuando Artabán llegó a Jerusalén, ya había pasado algún tiempo, y se estaba produciendo la matanza de los inocentes. El Mago vio a un soldado que tenía a un niño en una mano y la espada en la otra, preparado para degollarlo. Ofreció al soldado el zafiro, a cambio de la vida del inocente, pero un capitán, enterado de lo que ocurría, lo tomó como prisionero, y lo encerró en las mazmorras del palacio, donde estuvo sufriendo todo tipo de vejaciones y privaciones durante treinta años.

Cuando pasó ese tiempo pidió clemencia a Poncio Pilatos, el cual le devolvió la libertad.

Cansado, desorientado, tambaleándose, Artabán caminaba por las calles de Jerusalén, e iba siendo empujado y arrastrado por una multitud agitada, que le hicieron llegar hasta el Gólgota.

Momentos antes de descubrir al Mesías crucificado, Artabán vio que en una plaza se estaba subastando a una joven, para saldar las deudas de su padre.

Para salvarla, ofreció su tercera joya, la perla, y la muchacha fue liberada.

El Mago vio al fin al Mesías, pero justo en el momento en que expiraba.

El cielo se llenó de tinieblas, la tierra tembló, los sepulcros se abrieron y los muertos resucitaron, mientras el velo del templo se rasgaba. Algunos muros se derrumbaron y una piedra golpeó a Artabán, que quedo semiinconsciente. Como entre sueños vio al Mesías que se acercaba hasta él y lo sujetaba por los hombros, al tiempo que le decía:

Sufriste persecución y cárcel por defender mi vida, y me libraste de la esclavitud, devolviéndome la libertad.  Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”.

 Artabán, sorprendido, le preguntó: “¿Cuándo sucedió todo eso Señor, si no pude llegar a tiempo a adoraros?”.

Y el Mesías le contestó:

Cuanto hiciste por cada uno de los que auxiliaste, por mi lo hiciste”.

Artabán comprendió, entonces, que cada uno de los presentes que había llevado para ofrecérselos al Mesías, sí habían llegado hasta El, aunque de una forma diferente a la que había imaginado.

El Mago fue acompañando al Mesías, el cual lo llevó hasta el Cielo, donde finalizó, al fin, su largo y accidentado viaje. Había llegado a su destino.

De la historia de los otros tres Reyes Magos tenemos conocimiento desde que éramos muy pequeños.

Sólo añadir que, después de la muerte y resurrección de Jesús el Cristo, Tomás el Apóstol los encontró en Saba, y fue él quien los bautizó y quien los ordenó como obispos de la incipiente Iglesia Cristiana.

Posteriormente fueron elevados a los altares como santos.

Sus restos mortales compartieron un mismo sarcófago, y se encuentran en Saveh al sur de Teherán, de donde dicen sus habitantes que eran oriundos los Magos, aunque también se habla de que esos restos se hallan en una urna de oro incrustada de piedras preciosas detrás del altar de la Catedral de Colonia, en Alemania...

En esa catedral puede leerse lo siguiente:

Habiendo sufrido muchas penurias por el Evangelio, los tres sabios se encontraron en Armenia el año 54 d. C. para celebrar la Navidad. Después de la celebración de la Misa murieron: San Melchor el 1 de enero, a la edad de 116 años. San Baltasar el 6 de enero, a la edad de 112 años y San Gaspar el 11 de enero, a la edad de 109 años".

Seguramente nunca sabremos cuál de los emplazamientos que se citan como la tumba de los Magos es el verdadero, tal y como sucede con tantas y tantas cosas, sobre todo en cuestiones de índole religiosa donde la fantasía, la manipulación, la mentira y la realidad se mezclan en un cóctel imposible, sobre todo cuando no se desea que la Verdad salga a la luz.

Pero los Reyes están ahí, en la fantasía de los niños que los esperan ilusionados cada Navidad.

Los Magos traen juguetes para los niños y regalos para los mayores, en recuerdo de los presentes que llevaron en su día a Jesús el Cristo, tal y como cuenta la Tradición, sea ésta verdadera o no.

Yo descubrí demasiado pronto quiénes eran en realidad, pues una "Noche de Reyes", en mi más tierna infancia, decidí quedarme despierto haciéndome el dormido, para descubrir si los Reyes Magos eran nuestros padres, como me decían mis amigos.

Efectivamente, descubrí que eran mi madre y mi abuela. Pero no dije nada, porque en realidad, y como todos sabéis, yo soy del bando de los partidarios de Santa Claus o Papá Noel, y ése sí que existe. Os lo garantizo yo.

Este año y los años que dure la crisis económica, vendrán todos, los Magos y Santa Claus, con menos regalos, o más baratos, pero lo esencial es que permanezca la ilusión, pues la ilusión es el mejor regalo que puede tener un niño.

Este año pediré a los Magos y a Santa Claus un poco de Fantasía para los escépticos, pues es muy triste vivir sin ella, con los pies demasiado asentados en la tierra.

Aunque hay algunos niños que ¡mamma mía!. ¡Menudos elementos!.

Por eso digo tantas veces aquello de: "Herodes era un santo. ¡El sabía cómo tratar a los niños!"

 

 REFERENCIAS:

 

http://planocreativo.wordpress.com/2010/01/05/artaban-el-cuarto-rey-mago/

 

SEVILLA EN ESTAMPAS:

http://sevillanadas.blogspot.com.es/2012/12/artaban-el-cuarto-rey-mago.html

 

SANTA BIBLIA: (Mateo 2:1-12).

CienciaPopular.com:

http://www.cienciapopular.com/n/Historia_y_Arqueologia/Los_Reyes_Magos/Los_Reyes_Magos.php

 

 
 
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