El aura que nos rodea

EL AUTRA QUE NOS RODEA 

Por Ángel Rodríguez Álvarez

ggeifo@yahoo.com

Desde la más remota antiguedad, y particularmente en los círculos esotéricos o místicos, siempre se creyó en la existencia de una energía que las personas que destacaban por su elevada espiritualidad decían poder ver, y que formaba parte de los seres vivos.

Esa energía, que ellos llamaban aura o doble etérico, jamás fue aceptada por la Ciencia, que no podía considerar como real aquello que no se pudiese ver, sentir o detectar de alguna forma, y se pudiese establecer algún estudio o experimentación sobre ello.

Así fue durante mucho tiempo, hasta tiempos más recientes en que algunos científicos pudieron detectarla, verla e incluso fotografiarla, confirmando de esta forma cuanto sobre esta energía habían dicho los místicos.

Sin embargo no existe unanimidad en cuanto a la naturaleza de esa energía, y mucho menos aún que tenga relación alguna con ningún tipo de espiritualidad. Para algunos es un hallazgo de gran importancia mientras que para otros no deja de ser una simple luminosidad generada por causas fácilmente explicables y con una importancia relativa.

Pero no deja de ser sorprendente que esas personas de esos círculos místicos o esotéricos hubiesen descubierto esa energía hace miles de años sin disponer de los modernos equipos que se utilizan hoy día para detectarla, medirla y fotografiarla.

La mística, en este caso, (y no sólo en este caso), fue por delante de la Ciencia durante un tiempo muy largo.

En nuestra sociedad, quien más dio a conocer la existencia de esa energía fue Tuesday Lobsang Rampa, un escritor de profesión fontanero, que se decía la reencarnación de un lama tibetano, y que se dio a conocer mundialmente en 1956 al publicar un libro titulado "El tercer ojo", donde hablaba precisamente del aura.

Decía Lobsang Rampa, (su verdadero nombre sería Cyril Henry Hoskins) que le habían abierto un tercer ojo en la frente a través del cual "...Podía ver a la gente con su aura como si estuviesen envueltos en llamas de colores fluctuantes. Por esas auras podía yo adivinar sus pensamientos, sus esperanzas y temores, y sus padecimientos". Ese tercer ojo se lo habían abierto clavándole una cuña de madera, empapada en una solución determinada y siguiendo un procedimiento que sólo los monjes budistas tenían, supuestamente.

Se le considera, tal vez exageradamente, como el indiscutible introductor del budismo en Occidente, si bien es cierto que fue quien más lo popularizó. Murió en 1981.

Hasta el momento nadie se pone de acuerdo sobre quién fue realmente este personaje, aunque la mayoría se inclinan por decir que era un escritor, (muy bueno, eso sí), pero ni era lama ni estuvo jamás en el Tibet.

Insisto en que hay opiniones dispares, entre las que destaca una que afirma que sí existió un lama tibetano que se escondía tras ese "ex-fontanero", y que temía represalias por dar a conocer a Occidente determinados conocimientos reservados a esos monjes budistas.

Sobre su supuesto "tercer ojo" nadie ha considerado nunca necesario abrir un tercer ojo físicamente, en medio de la frente, lo cual es una barbaridad capaz de matar a cualquiera. El aura, quienes la ven, la perciben con su vista y a través de facultades que se consideran extrasensoriales.

En 1912 un señor llamado Walter Kliner estuvo realizando una serie de curiosos experimentos. Este hombre, que era un doctor británico, destinado en el Area de Electroterapia de un hospital de Londres, (Hospital Sto. Tomás) se dedicó a examinar una serie de cuerpos humanos utilizando para ello unas lentes coloreadas, unas láminas de cristal tratadas con dicianina.

Los cuerpos, según este doctor, emitían una energía a manera de Aura, que tenía unos quince centímetros de anchura.

Kliner afirmó que dicha Aura se presentaba en tres capas diferentes, perfectamente perceptibles y llegó a la conclusión de que a través del estudio de este Aura se podía mejorar en el establecimiento o formulación de diagnósticos clínicos, pues tenía la cualidad de variar sus características dependiendo del sujeto analizado, de su estado físico y psíquico e incluso del sexo y de la edad. Era como un indicador del estado del paciente.

Este hombre siguió esta línea de investigación profundamente y llegó a involucrarse tanto en este tipo de estudios y experimentaciones que trató enfermedades antes de que éstas apareciesen.

Las capas, también llamadas "Cuerpos Sutiles", que componen el Aura son:

1ª Capa o Doble Etérico.

2ª Capa o Aura Interior.

3ª Capa o Aura Exterior.

La primera se ajusta al contorno del cuerpo del ser humano, y es de color gris claro. La segunda capa es de una anchura de seis centímetros, y su coloración varía según el estado mental o físico de la persona. La tercera capa tiene una anchura de ocho a quince centímetros.

En su día Franz Antón Mesmer dio a conocer lo que él llamó "magnetismo animal", y realizó una serie de tratamientos basados en esa creencia, que provocaron una gran revolución y una gran polémica en la sociedad de la época.

Tal y como indicó Eliphas Lévi, escritor esotérico en el siglo XIX, el "magnetismo animal" del que hablaba Mesmer podía identificarse con "la luz astral...en estado latente o activo en todas las sustancias creadas", ampliando esa información de Mesmer o extendiéndola a vegetales e incluso a lo inorgánico.

Durante mucho tiempo después de Mesmer, muchos investigadores y estudiosos trataron de demostrar la existencia del fluido etéreo y/o psíquico, y en general ese Aura radiante en todos los seres y en todas las cosas.

Fue a ese fluido etéreo al que se atribuyó determinades facultades de curación demostradas por ciertas personas psíquicas al aplicar sus manos sobre los pacientes tratados por ellos, (curanderos, sanadores, el propio Mesmer).

La energía irradiada por estas personas "dotadas" se emitirían en forma de "tubo de fuerza fluídica", y un investigador trató de demostrar eso mediante una serie de pruebas fotográficas en 1921.

Estamos hablando, incluso, de personas con capacidad de detener procesos de corrupción de animales muertos, inhibición de fermentación de líquidos, por ejemplo del vino, simplemente con la extensión de la mano. Una mujer relizaba eso e incluso la momificación de pequeños animales muertos, como pájaros.

Para analizar y estudiar esta energía etérica se desarrolló un procedimiento fotográfico por parte de dos investigadores rusos: el matrimonio compuesto por Semyon y Valentina Kirlian en su casa de Krasnodar, (Moldavia).

El aparato fotográfico ideado por ellos consiste en dos placas , entre las cuales se produce un campo eléctrico de alta frecuencia. Entre esas dos placas se interpone el objeto a analizar, (una hoja, una mano), y se puede observar la emanación de un Aura intensa del cuerpo de ese objeto fotografiado en esa forma.

Sin embargo muchos son los que niegan que lo que la cámara Kirlian fotografíe sea otra cosa que lo que ya hace tiempo que se estudia en Física y que se conoce como "Efecto Corona", luminosidad que se produce por ionización y emisión de radiaciones de todo elemento rodeado por un intenso campo eléctrico.

Este efecto se observa perfectamente en los cables de las líneas de alta tensión, cuando las condiciones ambientales son las adecuadas, en forma de luminosidad violeta, acompañada en ocasiones de un sonido de "chisporroteo" y que muchas personas hemos observado frecuentemente en horas nocturnas, sobre todo en las inmediaciones de las torres de alta tensión, inmediatamente antes e inmediatamente después de los aisladores cerámicos de esas torres y que yo, al principio, creía que eran averías o problemas en esas instalaciones.

De que no se trataría del Aura, sino de ese "Efecto Corona" lo demostraría el hecho de que los objetos inanimados también presentan ese fenómeno, y se supone que ellos no poseen Aura. Pero otros muchos estudiosos consideran que todo posee un Aura, sea algo animado o no. Por tanto no hay acuerdo entre los investigadores.

Esa Aura es la responsable, según los estudiosos, de las curaciones que se vienen produciendo a lo largo de la historia de la Humanidad. Los sanadores o curanderos emiten fluidos muy largos e intensos, que inciden en las personas enfermas, procurando su mejoría o su curación.

Una forma de llamar a esta energía envolvente del ser humano, por parte de los científicos que la estudian, es "Cuerpo de Plasma Biológico", o "Cuerpo Bioplasmático".

La evolución mental y espiritual de un individuo es detectable por este medio del estudio de su Aura. Un hombre poco evolucionado, embrutecido, posee un Aura débil y de poca coloración, al contrario de lo que sucede con una persona sensible, evolucionada.

La forma del Aura o fluido etéreo que forma parte de cada individuo es ovoide y varía su coloración y las líneas y partículas que lo forman, según el estado mental o físico de esa persona.

Puede saberse si una persona es colérica, irritable o es de carácter sereno, segura de sí misma, inteligente, o si tiene miedo o está enferma.

Antiguamente se representaba el Aura en personas altamente evolucionadas, dioses y diosas, Mesías, etc. con una especie de "corona lumínica" sobre sus cabezas.

Mesmer pensaba que esa energía era una especie de vínculo invisible que nos une al Cosmos, que estaría lleno de ese plasma cuya naturaleza afecta a los organismos que nos rodean y a nosotros mismos. Lo hace tanto positivamente como negativamente.

El problema estriba en establecer cuándo las curaciones achacables a este tipo de energía se producen por autosugestión y cuándo por la aplicación de ese fluido magnético.

Si se produce la curación por autosugestión, el magnetismo, el fluido psíquico estaría funcionando como un placebo, es decir, no funcionaría en absoluto y sería el propio paciente quien se autocuraría.

Si el cuerpo humano funciona como un imán, (así lo aseguraba Mesmer), con los polos situados en ambos extremos de su  cuerpo, las enfermedades se originarían por un desequilibrio en ese magnetismo animal.

Para reponer el equilibrio perdido, al principio Mesmer utilizaba imanes que aplicaba sobre el enfermo. Más adelante utilizó sus propias manos.

Insisto en que habría que determinar en qué medida las curaciones correspondían al efecto placebo.

Allá por la década de 1780 hubo una especie de fiebre por acudir a una clínica donde se llevaba a la práctica una rara terapia.

Los pacientes se introducían en una bañera que estaba llena de agua con limaduras de hierro. Al mismo tiempo dichas personas se aplicaban unas barras de hierro a las zonas de su cuerpo aquejadas de algún mal.

El terapeuta aplicaba un imán sobre los pacientes, los cuales formaban cadenas alternándose hombres y mujeres, oprimiendo sus muslos contra los de la persona de al lado.

Hoy se reconoce, a la luz de los conocimientos actuales, el valor terapéutico de la pérdida de las inhibiciones en el comportamiento de las enfermedades psicosomáticas.

En cuanto a los metales dicen estos estudiosos del magnetismo animal que no es conveniente llevar objetos metálicos encima, anillos, pulseras, relojes, etc. pues el campo eléctrico que forman anula el equilibrio biológico, o lo dañan con mayor o menor intenidad o gravedad.

En una época en la que los jóvenes, siguiendo la moda, se colocan anillos y pendientes en cejas, labios, lengua y otras partes del cuerpo, los efectos negativos estarían asegurados, creen estos estudiosos, por lo que no los recomiendan.

Se cree que las personas enfermas, con auras debilitadas, "chupan" energía de las personas con auras sanas y fuertes. Es decir, que se produciría una "vampirización" del fluido etérico.

Esa podría ser la clave de la sanación a través de sanadores o curanderos que tuviesen la facultad de irradiar gran cantidad de energía hacia los enfermos. Esos enfermos irían recuperando poco a poco la energía etérica perdida, hasta lograr recuperar el equilibrio necesario para volver a estar sanas.

También podría ser la causa de la debilitación de personas sanas al ser "vampirizadas· por las personas enfermas.

El aura parece responder a lo que los científicos llaman plasma y que corresponde a un cuarto estado de la materia. Es común en el Universo, pues más del 99% de la materia es plasma, aunque en nuestro mundo, las condiciones que tenemos de temperatura y de presión hacen que lo normal nos lo parezcan los estados que siempre hemos conocido desde nuestra infancia y que aprendimos desde la escuela: los estados sólido, líquido y gaseoso.

Fue en el año de 1928 cuando apareció por primera vez la palabra "plasma" en un texto científico, ( ·Oscilaciones en gases ionizados". Irving Langmuir. Actas de la Academia de Ciencias de los E.E.U.U.). Este texto estaba relacionado con los efectos producidos al realizar descargas eléctricas sobre los gases.

El plasma podemos producirlo añadiendo energía calorífica o electromagnética a un gas, el cual se ioniza en parte o completamente, y ese es el cuarto estado de la materia, formado por átomos, electrones libres, partículas eléctricamente neutras e iones con carga eléctrica positiva o negativa.

Dependiendo de cómo sean esos átomos, moléculas e iones, así será su espectro, su coloración. Su luz puede ser visible o no a simple vista.

Georg Christopf Lichtenberg realizó una serie de experimentos al final del siglo XVIII, situando un material de naturaleza aislante entre un electrodo puntiagudo y una placa de metal y produciendo sobre él una descarga eléctrica muy elevada, descubriendo unas formas arborescentes luminosas muy bonitas.

Faraday intentó explicar estos experimentos, pero no llegó a descubrir ese cuarto estado de la materia.

Hubo otros investigadores, (por ejemplo William Crookes en 1879), que realizaron similares experimentos con iguales o parecidos resultados.

Crookes advirtió una materia radiante de coloración verdosa, al aplicar descargas eléctricas a unos electrodos introducidos por él en un tubo de vidrio donde quedaba un poco de aire después de haber hecho un vacío parcial.

Así pues, una de las características de estos plasmas es que son conductores de la electricidad, y forman esas bellas formas luminosas que conocemos con el nombre de "Aura", aunque a escala macrocósmica son neutros eléctricamente, pues las cargas positivas y negativas están muy equilibradas en el cosmos.

Que sirva el Aura como indicador de estados de ánimo, de salud o de moralidad es otro cantar, aunque podría ser que estuviese relacionado con el estado emocional del individuo, y éllo se reflejase eléctricamente.

En los años 70 y 80 del siglo pasado hubo una verdadera fiebre por estos temas, y se vendieron multitud de cámaras Kirlian, o se construyeron de manera artesanal por las personas interesadas.

En la actualidad, los ánimos en éste y otros temas ufológicos y paranormales han bajado en su interés, pero todavía existen fabricantes que pueden ofrecer cámaras Kirlian para quienes deseen profundizar en el Aura o en los plasmas.

 

 
 
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