La mujer fantasma

LA MUJER FANTASMA

Ángel Carretero Olmedo

acarreteroolmedo@gmail.com

 

A lo largo y ancho de la geografía española es normal encontrarnos con historias de fantasmas y aparecidos. Forma parte del folklore de un país, al igual que las brujas, los duendes y muchos pequeños personajes que habitan campos, campiñas y bosques.

Hablar de leyendas gallegas y del norte del País de Gales o Escocia, es lo mismo que hacerlo de los celtas y otros pueblos, primitivos habitantes de esas regiones, que han inspirado a muchos novelistas, como puede ser el caso de J. K. Rowling –por citar solo un ejemplo- y su saga sobre Harry Potter, que ya se encuentra en la quinta entrega.

Uno de esos personajes muy bien puede ser la Santa Campaña, que vagaba principalmente por campos y campiñas. Si algún lugareño tenia la mala suerte de encontrarse con ella, la daba pan, y la muerte continuaba tranquilamente su camino. Si no tenia, algo debía tomar: tomaba su alma y el desgraciado de turno pasaba a mejor vida. Incluso se cuenta que un listillo se jugó una semana más de vida al ajedrez con la Santa Campaña

Principalmente, en carreteras más o menos solitarias, circulan rumores entre automovilistas en el sentido de recoger a jóvenes que hacen autostop. Esas chicas suelen sentarse en los asientos traseros de los vehículos, al llegar a determinadas zonas avisan a la persona que se encuentra al volante del peligro de una curva o recta, se muestran muy preocupadas, hacen que el conductor preste más atención a la circulación. Cuando el peligro ha pasado, la chica ha desaparecido del coche. Se piensa que esas señoritas han muerto en accidentes de circularon en la zona donde suelen aparecer. ¿Es una versión moderna de la antigua Santa Campaña?, que ahora vaga por solitarias carreteras. ¿Son fantasmas? ¿Y qué decir de las brujas? No existen pero, haberlas ahilas.

Opinamos que hablar de todo ello, nos puede llevar a hacerlo de religión, cosa que no pretendemos. Se puede tratar el asunto desde otro punto de vista, como puede ser el de la ufología.

Relatos sobre supuestos seres de otros mundos o extraterrestres, que aparecen y desaparecen súbitamente, hay muchos a lo largo de nuestro país. Hoy, me apartaré de la casuística andaluza, para tratar dos encuentros ocurridos en días seguidos y en otra comunidad vecina a la nuestra: en Extremadura. El motivo es precisamente ese: el haber ocurrido en dos días consecutivos y con distintos testigos.

Con ello no pretendemos esgrimir uno como autentificación del otro, ni viceversa. Nuestra intención es otra: exponerlos y efectuar algún comentario sobre ellos, si procede.

Tienen lugar en Saucedilla, una aldea de la provincia de Cáceres, los días 17 y 18 de octubre de 1.984, hace diecinueve años. Hacia las 22.00 horas del día 17, una joven de 14 años de edad, regresaba sola a su casa por la acera derecha de la avenida González Amézqueta. Estaba oscuro y hacia frío. A unos cien metros de las primeras luces del pueblo, distingue una sombra abultada surgiendo de un descampado anexo a la acera contraria. El ser permaneció inmóvil durante unos segundos y luego se desplaza lentamente en sentido contrario a la testigo. Parecía tocado por una capa o túnica negra que revoloteaba a unos centímetros del suelo. Avanzaba lentamente, como supiera de la presencia de la testigo, cruza la avenida. Su estatura era de unos 3 metros, las farolas iluminaba a intervalos su ropaje oscuro, que también le cubría la cabeza. A unos veinte metros, acelera bruscamente hasta quedar frente a la joven.

Carecía de rostro, no tenía ojos ni boca. Era simplemente una sombra, sin piernas ni brazos. Permanece un instante en el lugar, para seguidamente continuar su camino, como levitando, perdiéndose en un callejón.

La testigo pasa del miedo a la curiosidad, cruza la avenida y se dirige al callejón, comprueba que no tiene salida y se interna en el mismo. No encuentra a ese ser, comprobando que no existían puertas o escondites donde poder ocultarse.

Llega a su casa y olvida su encuentro, hasta que unos días después se entera que varios niños, de corta edad, vieron a esa figura en un puente cercano a la piscina municipal.

Al día siguiente, 18 de octubre, otra adolescente se encuentra con la solitaria sombra que paseaba ante su propia casa. Estaba en el interior del jardín flotando a unos 20 centímetros del suelo. Portaba algo parecido a un bolso junto al brazo derecho e iba tocada con una amplia túnica que no dejaba ver pies ni manos. La cabeza llegaba hasta un extremo de las columnas de la puerta, lo que significaba una altura de 2,60 metros. Veía la cara perfectamente. Era muy pálida, con el cabello corto peinado hacia los lados y con una marca bajo la mejilla izquierda. Los ojos eran muy pequeños, como dos puntos brillantes y extraordinariamente oscuros.

La chica aterrada llama a su familia, que sale de la casa y no ven nada. La sombra había desaparecido tan rápidamente como apareció.

Personalmente es la primera vez que me encuentro con un relato de un ser que lleva un bolso en el brazo, como si fuera una mujer. No obstante, Iker Jiménez apunta la existencia de otro suceso, donde el humanoide también porta un bolso. Ocurre unos años después en un olvidado paraje de las montañas santanderinas.

A pesar de hablar Iker en masculino, pensamos que en su relato está describiendo a una mujer, al menos eso es lo que interpretamos después de una lectura pausada, por ello el titulo de estas líneas: ¿Mujer, sombra o fantasma? ¿Ante que nos encontramos?

El primer relato no se puede reconstruir de forma objetiva, no queda nada claro lo que quiere decir cuando se habla de ir en sentido contrario a la testigo. Debió efectuar un giro para cambiar de dirección y poder dirigirse hacia la joven, ¿o no?

¿Forma parte este encuentro del folklore del lugar? ¿Cómo debemos actuar? ¿Estamos ante dos casos distintos o uno ocurrido en dos días seguidos? Son algunas de las preguntas que nos planteamos. No obstante, en el hipotético caso de poderse efectuar una investigación, podríamos proceder de dos formas distintas. En la primera, realizar la encuesta conjuntamente, y esperar a ver a donde nos lleva. En la segunda, hacer intervenir a dos investigadores, informando a cada uno solo de un caso, y esperar acontecimientos.

Relatos de sombras que vagan por montes, aldeas y ciudades hay muchos. Los testigos las describen de distintas formas: como tales sombras, como seres transparentes, como fantasmas, como la muerte, e incluso como grandes monos o monstruos. Creo recordar un supuesto atropello de un ser por un camionero asustado, que por supuesto, no encontró a la persona accidentada. Existe un encuentro que acabó con disparos de postas efectuados por una familia de gitanos en Galicia. Incluso, se ha llegado a ver por automovilistas a una mujer vestida de novia, que desaparece con la misma celeridad que apareció. ¿Debe ser competencia de la ufología esos encuentros? Personalmente pienso que no. Debemos estudiarlos desde el punto de vista de la parasicología, quizás del folklore e incluso del de las leyendas populares de cada lugar. ¿También desde la religión? Por supuesto. En el hipotético caso de llevarse a cabo el estudio planteado aquí (1), ninguno de esos encuentros deben de ser incluidos en el ensayo.

Con carácter general se suelen describir a esos supuestos humanoides o entes “de forma neutra”, como si no se pudiera determinar su sexo. Los testigos no aportan datos que con posterioridad se puedan interpretar como correspondientes a una mujer o a un hombre. En caso de transformaciones, finalizada esta el ser pasa a ser hombre o mujer. Pero nunca pueden indicar que aquel se transformó en mujer y ese en hombre. Hay pocos sucesos donde el testigo diga que se ha encontrado con un ser de cual o tal sexo. Uno de ellos (2), ocurrido en la provincia de Huelva hace unos veinte años, que fue expuesto aquí en su momento, la testigo describió perfectamente a una mujer y a un hombre. ¿El existir dos sexos es algo exclusivo del ser humano y de los animales que habitan nuestro planeta?

A modo de anécdota, comentar que en el año 1.994, en un examen oral para acceder a un master sobre logística internacional, me pidieron que hablara sobre el sexo de los ángeles. Hice constar al tribunal que no entendía cual era el objeto de ese planteamiento, comunicándome que pretendían conocer mi capacidad para hablar en público y elaborar hipótesis. Comencé a hablar, sin tener idea de lo que diría, finalizando con la realización de un esquema en la pizarra. Durante las primeras semanas del curso me enteré de que a todos nos habían efectuado planteamientos parecidos.

La descripción de un acontecimiento extraordinario, o que escapa a la razón humana, se hace en función a la cultura, o conocimientos del testigo, y época en que vive. La Biblia describe las aventuras de Ezequiel bajo esos principios, al igual que las de Noe y otros personajes. Hoy en día a nadie se le ocurre decir que ha visto subir al cielo a un señor en un carro de fuego. Esas, y otras historias, han pasado de padres a hijos hasta nuestros días, enriquecidas con las aportaciones de los narradores de turno. Dando lugar a leyendas populares que se mezclan con las características propias de cada pueblo, región o país.

Mi abuela, que por veinte días pudo vivir en tres siglos distintos, contaba a sus nietos que había visto a la muerte dos veces. La primera, cuando se llevó a un hijo con 12 años. La segunda, cuando le tocó el turno a su marido. Era la hora de comer, estaba sentado, se le cayeron dos lágrimas y murió. En ese momento salía de la habitación la Santa Campaña por la puerta. Continuaba su relato haciendo constar que la vería una tercera vez: cuando le tocara el turno a ella. Ignoro si se produjo o no ese tercer encuentro, que anunciaba. En todo caso, transcurrieron 57 años entre el anterior y ese. Fue el tiempo que permaneció viuda.

Contaba, también, historias de sus padres relacionadas con fantasmas, que se paseaban por un local vació existente en la casa donde vivían (3), viéndose algunas noches por la claraboya de un patio. Continuaba con la historia de un antiguo reloj de pared, que se debía parar todas las noches. Si no lo hacia, esa noche todos los habitantes de la casa, vecinos incluidos, soñaban con fantasmas y tenían pesadillas. Siempre finalizaba sus relatos haciendo constar no tener miedo a fantasmas ni a la muerte.

En las mujeres de mi familia, por parte de madre, hay una maldición, según cuentan las mayores: todas acaban siendo viudas. Viven gran cantidad de años, muriendo pasados los 90 años de edad. La que menos, ha sobrevivido a su marido veinte años. ¿Maldición?, tal como comentan ellas, medio en broma medio en serio. ¿Simple casualidad?, como dicen otras.

Una tía abuela contaba a su hermana que un día llamaron a la puerta de su casa, abrió y era la muerte, que entró en la casa atravesando su cuerpo y se llevó a su marido. Mis hermanos y yo pensamos que son supersticiones de gente nacida en los últimos años del siglo XIX,

Actualmente, restaurado desde hace 20 años, ese reloj se encuentra en poder de mi madre. Ella lo para todas las noches, volviéndose a poner en hora a primera hora de cada mañana. ¿Costumbre? ¿Superchería? Recuerdo de niño que el ruido que hacia no dejaba dormir a nadie. En una ocasión pregunté por la causa de ello, respondiendo mi madre que lo hizo primero su abuela, después su madre y ella siguió la tradición., sin añadir otra explicación.

Personalmente nunca he visto un fantasma, tampoco a la muerte. Estaba presente cuando falleció mi padre, y no vi nada raro. El único que salió de la habitación fue el medico. ¿La veré algún día? Lo ignoro. Solo sé que no la temo, por el momento. Desconozco que pensaré mañana o dentro de unos años.

Con este relato queremos dejar constancia que en todas las familias, sobre todo si cuentan con miembros de avanzada edad, existen historias más o menos parecidas a la expuesta. La causa muy bien puede ser el tener sus orígenes –en la inmensa mayoría- en la segunda mitad del siglo XIX. Los padres transmitieron sus vivencias a los hijos, y estos a su vez a los suyos, enriquecidas con sus aportaciones personales.

Nos enfrentamos a un fenómeno que se debe estudiar bajo un amplio punto de vista, sin menoscabo de otras disciplinas, haciendo intervenir en cada caso al especialista apropiado.

NOTAS:

  1. Ver UNA ZONA QUE DA PARA MUCHO, Revista Misterios, noviembre de 2.003

  2. Ver UNA VEZ MÁS, A VUELTAS CON EL GOLFO DE CADIZ, Revista Misterios, Julio 2.003.

  3. Se puede fechar sobre el año 1.880 aproximadamente, cuando mis bisabuelos vivían en Chiclana (Cádiz). Se trasladaron a Cádiz capital en el año 1.907.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
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