Casos colaterales: la argumentacion perfecta

La expresión “daño colateral” desgraciadamente se pone de moda con motivo de la primera Guerra del Golfo. Los buenos realizaban lo que denominaban bombardeos quirúrgicos. Se pretendía alcanzar un objetivo concreto sin dañar lo que se encontraba a su alrededor. Desgraciadamente, y muy a menudo, alguna de esas bombas inteligentes perdían su inteligencia y alcanzaban otro lugar.

Fue en el año 2004 cuando hablamos por primera vez de lo que denominamos “casos colaterales” para referirlos a una serie de sucesos que fueron utilizados como argumentación a lo que es sin duda el caso estrella de la ufología andaluza y nacional: “el Caso Conil”. Lo que se afirmaba en ese año es hoy totalmente valido.

Con posterioridad nos toca a nosotros desenredar lo que otros han enmarañado; para cuando se ha efectuado utilizar aquellos ataques de tipo personal para seguir argumentando que tenían razón; utilizando expresiones tan pintorescas como “lacayo del vampiro valenciano” (ver La Quinta Columna, Editorial Planeta, año 1990, paginas 284 y siguientes).

Lamentablemente no es este el único incidente donde se ha utilizado esta práctica. Existen gran cantidad de ejemplos que podemos exponer aquí; como puede ser el relacionar la mayor prueba nuclear llevada a cabo por los franceses con un avistamiento ocurrido en Sevilla. El único nexo de unión entre los dos fue que ocurrieron el mismo día, uno a miles de kilómetros del otro.

Entrando de lleno en lo que nos ocupa, y tal como afirmaba en su informe el Psicólogo Clínico Calvo Mauri, podemos hablar de intoxicación en cuanto a los medios de comunicación se refiere; cuando nada más tener lugar el 29 de septiembre de 1989 el encuentro de cinco jóvenes gaditanos con dos humanoides relacionarlo con lo ocurrido dos días antes a 500 kilómetros al suroeste de Moscú (incidente Voronezh).

La Agencia de Noticias TASS se dio patadas en el culo para afirmar que “científicos soviéticos confirman el aterrizaje en la URSS de un “ovni” tripulado por gigantes”

En esa noticia se decía que un objeto de color rojo y esférico sé había posado en el parque y que de él bajaron por una escalerilla tres seres gigantescos y una especie de robot, Aquellos tenían cabezas muy pequeñas en relación con su estatura, con tres ojos y vestían un mono plateado. Uno de ellos disparo con una especie de pistola a un niño y un rayo le hizo desaparecer momentáneamente. Poco después la nave despegó dejando una huella circular de 20 metros de diámetro en cuyo interior había cuatro hendiduras de 4 ó 5 centímetros de profundidad, situadas en los vértices de un rombo. Los testigos inicialmente conocidos fueron tres niños, de 12 y 13 años de edad, de la Escuela Secundaria numero 33 de Voronezh.

No sé, pero me recuerda mucho el comienzo de la película “Ultimátum a la Tierra”. Ese robot tan grande que toma vida para proteger al protagonista y ese rayo que lanza a los soldados americanos…

Llevamos una semana dándole vueltas a este asunto. Todo lo que se tenía que decir ya se dijo. No hay nada nuevo que aportar a favor o en contra. Ocurrió, salió en la prensa, se explicó y punto final; tal como ha ocurrido en muchísimos otros casos. Pero, tenemos un elemento que lo diferencia del resto: el económico.

Hay que dejar claro que lo que vamos a afirmar seguidamente son suposiciones nuestras; suposiciones que hemos comentado en publico y en privado alguna vez. Se relaciona Voronezh con Conil y alguien ve la oportunidad de escribir un libro y ganar dinero con ello. Cosa a la que no hay nada que reprochar. Con lo que no contaba el supuesto escritor era con la explicación a los dos sucesos: el negocio había dejador de serlo y ya no se ganaría dinero con el libro. Riesgo del oficio y no motivo para volver una y otra vez con el tema.

El segundo suceso esgrimido como argumentación –el primero fue el ruso- es la repetición de la transformación, esta vez de humanos a humanoides. Trascurridos quince días, el domingo 15 de Octubre, se encontraban de nuevo los testigos en la playa, esta vez en compañía de Jesús Borrego, investigador del fenómeno OVNI y Policía Municipal de Cádiz.

En esta ocasión Pedro González lleva una pequeña cámara de súper ocho milímetros. Ven de nuevo a la supuesta pareja, que desde el pueblo se introduce en la playa. Él tenía mucha frente y era rubio, la chica morena y sus rasgos parecían orientales. Los dos eran altos, de más de dos metros de altura, y al llegar al mismo lugar en la playa se transforman y se pierden en el mar. A pesar de utilizar la cámara, nada queda recogido en la cinta, que es devuelta por el laboratorio “como velada” y las imágenes anteriores desordenadas.

Finalizada la transformación, entran en la playa, llegan a donde estaba la pareja y encuentran las mismas huellas que vieron quince días antes. En esta ocasión se dirigen hacia el mar, desapareciendo en la orilla.

Pero no sería la última vez que los jóvenes vieran a sus extrañas seres: esa misma noche, a primera hora de la madrugada, Pedro vuelve a ver esa pareja en el pueblo, en un lugar que no puede determinar con exactitud.

Varias veces hemos intentado examinar los prismáticos, utilizados en el primer encuentro, y la cámara junto con la película velada sin obtener resultado nuestras gestiones. O, ¿es que nunca existieron o fueron utilizados?

¿Eran los prismáticos apropiados para la visión nocturna?, nunca lo sabremos. Del estudio de la cámara y su película se podría haber determinado si fue utilizada apropiadamente y cual fue la causa de su velado.

Andrés Gómez Serrano llegó a afirmar que la noche de autos, la del 29 de septiembre de 1989, se produjo otro incidente con policías locales. Estos manipularon deliberadamente la fecha en su informe para que no coincidieran. Aunque nunca ocurrió. De haberse producido estaríamos ante algo muy grave: ante un delito. Pero, mira por donde uno de nuestros detractores nos da la razón al afirmar: “...y quien sabe lo que “pontificarán” cuando tengan cumplida noticia del “regreso” de los ovnis a Conil, en la madrugada del 29 de diciembre de ese mismo año de 1.989. Es decir, a los noventa días justos del “incidente” con los humanoides –perdón, con los “buzos”- en la Playa de los Bateles...” (Ver La Quinta Columna, Editorial Planeta, año 1990).

En la posterior investigación los policías locales, Lázaro Pérez Canto y Francisco Quintero Muñoz confirmaron como correcta la fecha del informe redactado en su momento.

Se encontraba patrullando por la localidad cuando sobre las 01,55 horas del día 29 de diciembre de 1989 observan dos grandes focos de luz que alumbraban hacia la Telefónica.

Los focos estaban sobrevolando las instalaciones de telefónica y los agentes se dirigen al lugar por la carretera del Pago del Zorro, a la altura del camping Los Eucaliptos detienen el vehiculo para observar mejor las.

Se apagan los grandes focos y se convierten en un pequeño foco de luz tenue que vuelve a iluminar las instalaciones y hacia unos 500 metros pasadas las instalaciones militares existentes en el lugar.

El objeto no producía ruido y según los agentes la observación duró entre 60 y 90 segundos. Con posterioridad redactan un informe dirigido al jefe de la Policía Local de Conil.

Los testigos vieron un helicóptero que efectuaba un giro. Cuando comentamos nuestras sospechas a los testigos manifestaron que quizás podíamos tener razón.

En estos tiempos de crisis económica, la epidemia de paro que estamos padeciendo y la corrupción política hay algo que me suena a campaña publicitaria encaminada hacia el turismo en la zona. Otro de nuestros detractaros ha llegado a afirmar que los extraterrestres se encuentran infiltrados en la zona, se ayudan de líneas de autobuses para sus desplazamientos y por último se alojan en los hoteles de los alrededores. Todo muy surrealista, digno del mejor guión de cine. Un comentario antes de continuar: queremos alojarnos en esos hoteles, puede ser nuestra única oportunidad de encontrarnos cara a cara con alguno de esos extraterrestres.

No es nuestra intención alargarnos mucho haciendo estas líneas interminables. Por ello, relacionaremos seguidamente los sucesos que utilizan como argumentación al que nos ocupa y no hemos mencionado. En la casuística de Andalucía Misteriosa se encuentran los detalles omitidos.

El primero es de septiembre de 1.982, siete años antes, y vez la luz gracia a Internet. Carlos Fernández nos cuenta que en esa fecha, Evaristo Fandiño se encontraba de vacaciones en Conil, esa noche decide dar un paseo por la playa, que curiosamente también se encontraba a oscuras, la marea estaba baja, como era de suponer. Y, es cuando vio unas figuras muy altas, que en una primera apreciación cree que eran personas que estaban montando a caballo. Desde la distancia les pareció que tenían unas capas brillantes que reflejaban los pocos destellos que se dejaban ver por la playa. El testigo apura el paso y llegó a acercarse hasta tan solo 15 metros de aquellas figuras, estilizadas de casi cuatro metros de alto. Tenían sobre la cabeza una especie de corona, que terminaban en punta hacia arriba.

Como es natural, también lo hemos investigado, sin poder localizar al testigo, ya que, tanto el investigador como nosotros, sólo conocemos su nombre. Sin disponer de más datos.

A pesar de haberlo incluido el investigador en un apartado de su trabajo que titula “Los humanoides ya habrían estado en Conil”, en el intercambio de correspondencia que hemos mantenido –entre otras cosas- nos comenta que esta historia le pareció interesante, siendo este el único motivo por la que procedió a su publicación. Y añade: “... Nada afirmo ni nada niego al respecto, porque nada sé...” Entendemos que muy bien podemos estar ante una historia inventada.

El siguiente curiosamente ocurre tres años después que el nuestro, el 4 de septiembre de 1.992. En la misma playa y mientras la ciudad se encontraba celebrando sus fiestas, Hay dos testigos, un tal Luís S. y Ramón G., este último de 29 años de edad. Ambos ven sobre la línea del horizonte dos humanoides de unos 2,20 metros de altura, que corren a la velocidad de una persona que va en bicicleta, pensaron que eran dos deportistas que hacían footing, vestían con monos de color perla y botas.

De lo publicado en la Revista Investigación, se puede entrever un posible caso de abducción. Quizás producido por el alcohol, como veremos seguidamente.

Antes, indicar que el investigador apunta que los jóvenes entran en la Playa de los Bateles, recorren un tramo, cruzan un rió y acampan. Al cruzar este rió, la playa cambia de nombre: se encuentran en la Playa del Palmar, y por tanto, en el Termino Municipal de Veger –otra localidad gaditana- y no Conil.

Llevaban unos días recorriendo las distintas playas del litoral gaditano, acabando esa tarde en Conil, que se encontraba en el primer día de sus fiestas locales. Se celebra en el paseo marítimo que corre paralelo a la Playa de los Bateles. Sobre las 22.00 horas se sienten cansados, siendo cuando acuerdan entrar en la playa, tirar hacia la izquierda para alejarse del ruido y de la gente y después de andar un rato acampan. Cenan y sobre las 00.30 horas se acuestan a dormir, siendo en ese momento cuando observan a esos seres.

El cielo estaba despejado, hacia viento de levante y la luna se encontraba en cuarto creciente. Luís relata: “...Todo quedó en silencio muy extraño, las gaviotas que escuchábamos hasta hace un momento dejaron de hacer ruido, era muy extraño..., todo estaba en el más absoluto silencio, entonces cuando esas dos “personas” se nos acercaron a menos de 10 ó 12 metros...”

Continúa describiendo a esos seres, que vestían unos monos no excesivamente ajustados, de color gris perla brillante como las telas de raso. Las cabezas eran muy extrañas, algo más grandes que las humanas, totalmente calvos y con los ojos negros rasgados.

Calcularon que la duración total de fenómeno no superó los dos minutos, muy poco tiempo para la gran cantidad de datos que aportan.

La historia publicada no tiene ni pies ni cabeza, y muy bien podemos estar ante un error producido por causas del alcohol, la feria y el calor. Una combinación muy explosiva. Ese día, el paseo marítimo estaba lleno de gente, estaban en ferias, y como siempre ocurre en estos casos, solo hay dos testigos.

El tercero tiene lugar en Julio de 1.993, también ve la luz gracia a la misma publicación, y el investigador describe al ser como “...ser de negro que años antes vieron Pedro y sus amigos (los jóvenes de Conil)...”

El testigo, Antonio, fue esa mañana sobre las 05.00 horas a mariscar a la Playa de los Bateles, y a pesar de estar asustado, intentó acercarse al extraño ser, alejándose este, el joven no desiste de su intento y vuelve a acercarse nuevamente saludándole. El ser continúa evitándole. Vuelve a intentarlo en dos ocasiones hasta que el extraño gigante de tres metros se le acerca. Es entonces cuando este ser le contesta emitiendo unos extraños silbidos que le llamó anteriormente la atención., y motivó su miedo. Sorprendentemente, quien se asusta y pega un respingo hacia atrás es el gigantesco ser. En la historia está claro que el miedo o pánico son sinónimos de curiosidad.

Nuestro amigo lo describe como un ser altísimo, vestía un mono de color negro ajustado al cuerpo, en su espalda observó una franja blanca vertical, único detalle que lo diferencia del otro que vieron Pedro y sus amigos. Su cabeza era totalmente desproporcionada al cuerpo y presentaba una forma peculiar como una pera invertida de tonalidad blanca y ojos negros “ahuevados”.

Se hace referencia en la publicación a que estos fenómenos fueron investigados por Mari Carmen Muñoz, y continúa hablando de infiltrados. Al respecto lo que afirmábamos anteriormente.

Tal como dice el investigador, este ser es totalmente idéntico al de los cinco jóvenes, coincidiendo todo: marea baja, noche, ligera brisa de levante, etc. Por supuesto, sólo hay un testigo, que después del suceso decide dejar de mariscar y regresar a su casa.

Creemos que el último que trataremos es una mera invención; y de hecho solo se dispone de unas pocas líneas en el catalogo de J. G. Blanco, Ocurre el 22 de septiembre, una semana antes del que nos ocupa y el testigo no recuerda nada hasta que la prensa da a conocer la transformación.

Ese día un hombre que se encontraba en el río Salado en la localidad de Conil observa la presencia de un humanoide alto, que irradiaba un brillo metálico.

Deliberadamente omitimos varios reportajes emitidos por distintas cadenas de televisión, como puede ser el Canal Sur TV (15-07-1998) o Antena 3 (año 2002) que quizás merezcan algún espacio en un próximo futuro.

Esperemos que esto sea lo último que se publique sobre el incidente. El tiempo dirá si es así o no.

 

 
 
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