Los Martires herejes

LOS MARTIRES HEREJES

por Ángel Rodríguez Álvarez

ggeifo@yahoo.com

Uno de los personajes históricos que más han llamado poderosamente mi atención es Prisciliano, que trajo de cabeza a la Iglesia romana de aquellos tiempos.

Es un hereje patrio, un hereje nacional. Concretamente gallego y tal vez por ser yo también gallego y “vecino suyo”, pues mi lugar de nacimiento se halla a tres kilómetros de donde nació Prisciliano, y a menos de dos kilómetros de donde se cree que está enterrado, sea la causa de ese interés por este personaje rebelde a la Iglesia establecida.

Nació este hombre en el año 349, en Iria Flavia, Al lado de Padrón, que en aquellos tiempos era centro neurálgico de la Galicia meiga y esotérica. Era Iría Flavia, según cuenta la tradición, el destino de peregrinación de los druidas celtas, final de su iniciación antes de su llegada a Finisterrae, fin de la Tierra, donde se hallaba el Ara Solis.

Fue discípulo de Delphidius, poeta y catedrático, retórico, descendiente de druidas y especializado en la cultura céltica.

Fue en el año 379 cuando Prisciliano comienza la prédica de sus ideas entre las que destaca el cristianismo ascético, que el mismo practica, incluyendo el vegetarianismo y el celibato, que recomienda, pero no se opone a que quien siendo clérigo desee casarse lo haga. Por aquel tiempo, los clérigos podían casarse.

En la liturgia incorpora elementos que eran extraños y escandalosos por aquella época, como el baile, y la celebración de la Eucaristía al aire libre. Incorpora a las mujeres y a los esclavos a las sesiones de lecturas bíblicas, cosa impensable hasta entonces y acepta la lectura y la interpretación personal de los textos llamados apócrifos y no admitidos por la Iglesia. Apócrifos eran libros cuyos autores eran sagrados, pero cuyo contenido era rechazado por la Iglesia. Al principio se decía que eran textos cuyo contenido era tan sublime que no podrían llegar a ser comprendidos por el pueblo llano. En la época de Prisciliano se consideraban, sin embargo, libros heréticos.

Realizaban muchas de sus actividades desnudos, y descalzos, El “andar descalzo” se consideraba que se hacía según la práctica pagana de recibir, a través de los pies desnudos, la energía telúrica.

Esa costumbre de desnudarse para la práctica de sus rituales, en medio de los bosques, danzando, provocó que se acusara a los priscilianistas de practicar la brujería.

El Priscilianismo se propagó con gran rapidez, en todos los estratos sociales, llegando incluso hasta la Aquitania, más allá de los Pirineos.

En la Aquitania fundó una escuela de pensamiento, de la mano de Delphidius, consiguiendo reunir a un buen número de seguidores, adoptando todos unas vestiduras blancas y trabajaban en la noche, a la luz de la luna, tal y como hacían los antiguos celtas.

Habría que verlos, en mitad de la noche, realizando sus rituales, con vestiduras blancas. Sería una visión que podría ser tomada como almas en pena.

Expulsado de la Aquitania, regresó a Galicia, junto con sus seguidores y se le acusó, junto a su compañera Prócula, hija de Delphidius y de su mujer Eucrocia, de realizar orgías sexuales en los bosques. Se dice que Prócula fue quien escogió la concha de Vieira como símbolo del peregrinaje jacobeo. La Concha de Vieira es un símbolo de la diosa Venus, y significa el renacer de una persona, una vez que ha eliminado o superado el ego y liberado al auténtico yo.

Vemos, por tanto, una especie de sincretismo religioso en el Priscilianismo, aunando creencias celtas y cristianas.

Los obispos favorables a Prisciliano, llamados Instancio y Salviano, lo nombraron obispo de Abula, (actual Ávila) lo que enfureció a sus enemigos como Higinio de Córduba, (actual Córdoba), Ithacio de Ossonoba (Faro, en Portugal) e Hidacio de Emerita Augusta, (actual Mérida), que decidieron actuar contra él.

Fue muy perseguido por los representantes de esa Iglesia que, a juicio de Prisciliano se habían abandonado al lujo, a la buena vida, al poder temporal, uniéndose excesivamente al Imperio, quienes asustados por la enorme influencia que estaba consiguiendo este hombre y sus ideas, no descansaron a través de denuncias y acusaciones hasta conseguir que fuese condenado a muerte. Este odio y esta persecución no se debían tanto al contenido de las creencias priscilianistas, sino lo que era aún peor, el hecho de ser considerado un rebelde que se atrevía a enfrentarse a la Iglesia establecida.

Claro que las creencias de los priscilianistas estaban claramente enfrentadas con las de la Iglesia. Por ejemplo, negaban la Divinidad de Jesucristo y la Trinidad, utilizaban la leche y frutas en lugar del vino y el pan, seguían muchas creencias celtas, creencias que estaban muy arraigadas en el pueblo gallego

En el año 385 se ejecuta la sentencia, en Tréveris, una vez que, a través de torturas, confesara lo que sus enemigos querían.

Estos llegaron a acusar a Prisciliano de ser la reencarnación de un druida gallego de los tiempos de la Prehistoria, siendo decapitados el propio Prisciliano y varios discípulos suyos: Felicísimo, Armenio, Eucrocia (la viuda de Elpidio), Latroniano, Aurelio y Asarino.

Pasó el tiempo y al cabo de cuatro años, unos gallegos seguidores suyos llegaron a la ciudad alemana de Tréveris y solicitaron que se les diese el cadáver de los mártires, para ser transportados a la meiga tierra de druidas, para darles cristiana sepultura.

Los discípulos trasladaron a hombros el cuerpo de Prisciliano y de los mártires ejecutados con él a través de toda Hispania, recorriendo la ruta que hoy se conoce como Camino de Santiago o Ruta Jacobea. Ese camino, llamado “Callis Ianus”, era el sendero que recordaba el “Camino de Anu”, que hasta el día de hoy ha sido recorrido por millones de personas.

Fueron enterrados en Iria Flavia, su localidad natal.

Estas decapitaciones se consideran un error, por cuanto hicieron el efecto contrario al que se buscaba, es decir, el Priscilianismo se hizo mucho más fuerte y los asesinados se convirtieron en mártires. Hubo que matar a mucha gente y que pasara mucho tiempo para que el Priscilianismo dejara de ser una amenaza.

Estas coincidencias de cuerpos decapitados y traslados a Padrón y posteriormente a Iria Flavia, con lo que se cuenta del traslado del cuerpo decapitado de Santiago Apóstol, ha hecho que muchos investigadores hayan afirmado que el cuerpo que realmente está enterrado en Santiago de Compostela es, en realidad, el de Prisciliano y no el de Santiago, y que la Iglesia, con la invención de que allí se encuentra el cuerpo del Apóstol, realiza un último intento por sepultar para siempre el Priscilianismo.

Sin embargo esto se ha descartado, puesto que el sepulcro que se halla en la Catedral de Santiago de Compostela corresponde a un enterramiento de la segunda mitad del Siglo II (175-230 d. C. Santiago fue decapitado en el año 42), mientras que Prisciliano vive, muere y se le entierra en el Siglo IV, (385 d. C.), o sea unos doscientos años después.

Los discípulos de Prisciliano eran seis y con él siete, uno de ellos una mujer, mientras que los enterrados en Santiago eran tres varones, en un sepulcro que ya estaba cerrado cuando Prisciliano murió, y cubierto con un mosaico de mármol, que llegó hasta el Siglo XIX.

Santiago también fue trasladado por unos cristianos que recogieron su cuerpo decapitado y lo llevaron al puerto de Jope. La leyenda dice que allí encontraron una embarcación alistada para partir, sin tripulación y sin timón.

De manera misteriosa, la nave se dirigió a España, llegando hasta Iria Flavia.

Caminaron desde allí unas cuatro leguas, (una legua era igual a 5,56 kilómetros) por una vía romana llamada Linerodrum. Allí sepultaron el cuerpo del Apóstol, quedando el lugar ignorado hasta principios del Siglo IX.

Como podemos comprobar, salvo la distancia en el tiempo, las dos historias son muy parecidas: dos líderes religiosos mueren decapitados. Ambos son trasladados a Iria Flavia, y de allí, a cuatro leguas más al norte, se habla de un sepulcro que unos niegan que sea de Santiago y otros que sea de Prisciliano.

La controversia es fuerte en este sentido. Monseñor Guerra Campos y otros afirman que Prisciliano y sus mártires están enterrados, en realidad, en una parroquia de San Miguel de Valga, provincia de Pontevedra, en el lugar llamado Os Mártores, (Los Mártires), único lugar en toda Galicia que tiene este nombre o topónimo en toda Galicia.

En ese lugar existe una ermita dedicada a San Mamede, (paleocristiana, de los siglos IV y V, y reformada varias veces y en su interior aparecieron unos sarcófagos antropoideos, del Siglo IV, (el tiempo de vida y muerte de Prisciliano). En el siglo XII se llevó a cabo una ampliación, descubriéndose durante las obras un ara romana, dedicada al dios Mercurio y una necrópolis sueva.

Los Mártires eran como popularmente se nombraban a Prisciliano y a sus discípulos. Muchas coincidencias, realmente.

Los partidarios de considerar la Catedral de Santiago como la verdadera tumba de Prisciliano, creen que esto son intentos de apartar esa idea y trasladarla a este lugar de Os Mártores. La lucha entre la religión llamada “Pagana” y el Catolicismo está, todavía, activa.

En Galicia, las creencias celtas, las creencias ancestrales cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, estaban muy arraigadas entre los gallegos, y aún hoy, la forma de ver y sentir la religión cristiana lo es de una forma muy particular y profunda. Digamos que la Magia está siempre presente.

Con las ideas y sentimientos religiosos están las costumbres, derivadas en gran parte de estas creencias, que incluyen supersticiones y leyendas paganas entremezcladas con esos componentes religiosos.

La innumerable cantidad de fiestas y romerías a lo largo de todo el año dan buena prueba de ello.

Las creencias celtas, con su culto a los árboles, a las aguas, a los espíritus de los difuntos, formaban variados ceremoniales basados en la Naturaleza.

Con la religión cristiana, que llegó de dos formas, por imposición institucional y por evangelización, todavía perduraron las creencias en las meigas, (magas), bruxas, (brujas) y feiticeiras (hechiceras), y el apoyo de los curanderos, con sus pócimas para la cura de enfermedades, particularmente aquellas que los médicos no podían curar. Mujeres y hombres que tenían y tienen profundos conocimientos de las plantas que curan y de las plantas que matan.

En lo que se refiere a las meigas, bruxas y feiticeiras, en realidad ese carácter maligno, relacionado con Satanás y todos sus demonios y formas infernales, es un carácter interesado en extender entre el pueblo, por parte del Cristianismo, en su labor de desmontar los cultos paganos, pero estas mujeres no eran esos seres maléficos como se les define, sino sacerdotisas de los antiguos cultos ancestrales, Druidesas, más peligrosas que los Druidas por el hecho de ser mujeres, pues el Cristianismo no admite la existencia de sacerdotisas en lugar de sacerdotes.

Existen grupos de personas que intentan, con mejor o peor fortuna, conservar estas tradiciones y cultos antiguos, chocando con la fuerte oposición que ofrece la Iglesia Católica que sabe que lo pagano está ahí y que no está en absoluto muerto y desaparecido, sino latente en el corazón de los pueblos.

Cada piedra, cada árbol, cada fuente, cada monte es un grito, una llamada que la Naturaleza hace, como lo hacía en tiempos de los druidas, reclamando su puesto en el sentimiento y en el corazón de los pueblos.

Un ejemplo del mantenimiento de estas costumbres está claramente visible en la celebración del Solsticio de Verano, con el encendido de hogueras en torno a las cuales se reviven los tiempos ya lejanos, con prácticas claramente pertenecientes a las antiguas tradiciones. De igual forma ocurre con el Solsticio de Invierno, donde el Cristianismo impuso la Navidad, para sepultar las celebraciones paganas. La Iglesia Católica hizo lo imposible por borrar todo rastro pagano, insertando en las celebraciones antiguas las festividades cristianas. Cada fiesta cristiana es, en realidad, una fiesta pagana usurpada y disfrazada con gran habilidad.

Todas estas creencias, todas estas costumbres regadas, naturalmente, por el aguardiente, el orujo de esta tierra meiga, para conjurar a los espíritus, mediante la ceremonia o ritual de la queimada.

Mientras, la duda persiste: ¿Está Prisciliano enterrado en la tumba de la catedral compostelana, donde muchos van a rendirle culto, compartido con el otro evangelizador llamado Santiago, el Apóstol de Cristo?

¿Qué más da? Lo que verdaderamente importa no es que estén o no allí los restos de uno o de otro, sino el significado que tienen para Galicia y el mundo entero, en general.

REFERENCIAS Y FUENTES:

Prisciliano, introductor del ascetismo en Gallaecia

José María Blázquez Martínez

http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/08141734288060762132268/017344.pdf?incr=1
 

LA MITOLOGÍA Y EL FOLKLORE DE GALICIA Y LAS

REGIONES CÉLTICAS DEL NOROESTE EUROPEO

ATLÁNTICO.

Manuel ALBERRO

Inst. of Cornish Studies

University of Exeter:

http://webs.ono.com/garoza/G2-Alber.pdf
 

PRISCILIANO DE GALICIA

BIOGRAFÍAS.

Esfinge núm. 50 – octubre 2004

José Alberto García
http://www.editorial-na.com/articulos/articulo.asp?artic=237

Camino de Santiago, Camino de Prisciliano

Victorino Pérez Prieto
http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2011/05/23/camino-de-santiago-camino-de-prisciliano
 

PRISCILIANO O SANTIAGO: HISTORIA DEL ORIGEN DEL CAMINO DE SANTIAGO

CHRISTIAN MIELOST

http://chrismielost.blogspot.com.es/2011/01/prisciliano-o-santiago-historia-del.html

 

 
 
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