Historia de un fraude
 

Capítulo aparte merece el caso sucedido en la localidad gaditana de Conil de la Frontera, sobre el supuesto avistamiento de unos humanoides en la Playa de los Bateles.

Este caso, investigado por GEIFO constituye uno de los más polémicos de la Ufología española. Aún hoy, después de tanto tiempo, la polémica persiste, alcanzando cotas de una agresividad desconcertante y poco edificante.

Todo comenzó con una noticia aparecida en los medios de comunicación, sobre un hecho sucedido en un parque de la ciudad rusa de Voronezh, a 500 kilómetros al SE de Moscú, donde, supuestamente, tuvo lugar un presunto aterrizaje OVNI el día 27 de septiembre de 1989. La primera versión del suceso fue divulgada por la agencia TASS a la prensa de todo el mundo, que se hizo eco del mismo con titulares tan espectaculares como “Científicos soviéticos confirman el aterrizaje en la URSS de un “ovni” tripulado por gigantes” (ABC, Madrid 10-10-1989). En ella se decía que un objeto de color rojo y esférico se había posado en el parque y que de él bajaron por una escalerilla tres seres gigantescos y una especie de robot. Aquellos tenían cabezas muy pequeñas en relación con su estatura, con tres ojos y vestían un mono plateado. Uno de ellos disparó con una especie de pistola a un niño y un rayo le hizo desaparecer momentáneamente.

Poco después la nave despegó dejando una huella circular de 20 metros de diámetro en cuyo interior había cuatro hendiduras de 4 ó 5 centímetros de profundidad, situadas en los vértices de un rombo. Los testigos inicialmente conocidos fueron tres niños, de 12 y 13 años de edad, de la Escuela Secundaria número 33 de Voronezh.

También en Conil (Cádiz).

Dos días después, el 29 de septiembre, cinco jóvenes gaditanos son testigos de la supuesta transformación de una pareja de humanoides en humanos en la Playa de Los Bateles, situada en la localidad gaditana de Conil a unos cuarenta kilómetros de la capital. La noticia ve la luz gracias a “DIARIO DE CÁDIZ (05-10-1989)” que se hace eco del caso y días después (el 16 de octubre) varias revistas de tirada nacional publican amplios reportajes sobre esta presencia de humanoides, y de las declaraciones de los testigos.

Este caso es esgrimido por muchos investigadores del fenómeno OVNI como argumentación al de la ciudad rusa –ocurrido dos días antes- y viceversa.

El 16 de octubre de ese mismo año, el Grupo Español de Investigación del Fenómeno Ovni (GEIFO), publica la explicación del suceso y desmiente la supuesta transformación de esa pareja en humanos.

La explicación de GEIFO se extiende por todo el país, cayendo como jarro de agua fría sobre los que habían dado por cierto el avistamiento, y la polémica se inició, de forma virulenta, en ocasiones.

Desde ese día y hasta nuestros días, los mismos investigadores que esgrimieron como argumentación el caso ruso, se han empeñado en demostrar que no teníamos razón. Y lo hacen indicando que el buque cuyas luces fueron confundidas por los testigos no se encontraba en el lugar del suceso, dejando de un lado la supuesta transformación de la pareja de humanoides en humanos.

No hemos tenido más remedio que entrar a jugar el juego de esas personas muy a pesar nuestro, y tener que demostrar una y otra vez que el buque cablero británico “C.S. MONARCH” se encontraba en el lugar donde decíamos que estaba.

Hoy queremos tratar aquí el caso desde el punto de vista de los humanoides, dejando a un lado las luces y el buque, cosa que nunca han entrado a explicar quienes argumentan que nuestra explicación del buque no es válida. Para ello comenzaremos haciendo un relato de lo ocurrido, y posteriormente entrar a efectuar su análisis en profundidad.

Esperemos que ahora, utilizando este nuevo punto de vista, los detractores de nuestra explicación no tengan más remedio que dar su opinión sobre estos supuestos hombres de otros mundos.

Desde finales de agosto, cuatro jóvenes gaditanos de edades comprendidas entre 14 y 22 años, acudían a la Playa de los Bateles a observar una serie de luces que veían a la caída de la tarde.

El 29 de septiembre de 1989, Isabel y Pedro Sánchez, Loli Bermúdez y Pedro González se encontraron sobre las 21:00 horas en el lugar cercano a la playa. Poco después se les une Lázaro, hermano menor de Isabel.

La noche era oscura, sin luna, hacía viento de levante y la marea se encontraba baja. Durante media hora observaron el horizonte con la ayuda de unos prismáticos. Uno de los chicos detectó sobre el mar una luz blanquecina con cuatro focos a su alrededor, que se parecía mucho a las luces que venían viendo días atrás y a unos siete metros de altura.

Miran mejor y distinguieron en su interior tres luces rojas formando un triángulo. La luz cruzó el cielo en dirección a Conil, pasando por encima de sus cabezas. Mientras comentaban entre ellos lo ocurrido, una segunda luz hizo su aparición. No apreciaban su forma por tratarse de una luz destellante. El espectáculo de las luces dura una media hora.

Ven a dos seres que se encuentran sobre el mar. Estaban a unos trescientos metros, eran muy altos, casi de dos metros, y vestían una túnica blanca que les ocultaban las manos. Se encontraban flotando sobre el mar. Carecían de pelo, el color de su cabeza era un poco más claro que el resto del cuerpo. Los seres se desplazaban en dirección al pueblo y parecía que andaban por encima del agua. Les costaba avanzar.

Cuando se encontraban estos seres en la arena, cambiaron de dirección, dirigiéndose a donde se encontraban los testigos. Los jóvenes son presas del pánico, que les hace salir corriendo. Pedro González tira los prismáticos. Al poco tiempo giran para ver si les seguían. Como no los ven, se esconden de nuevo para seguir observando. A unos cinco o seis metros de los seres, ven una luz blanco-azulada, del tamaño de una pelota de tenis, que se sitúa a menos de un metro sobre las cabezas de los humanoides. Se apaga la luz y los testigos vieron cómo los seres se sentaban en la arena, muy rígidos, y empezaban a cavar a su alrededor. Se esconden bajo los montones de arena que habían hecho momentos antes, para volver a ser vistos. La luz azulada se movía de un lado a otro como si jugaran con ella. El intercambio duró un minuto. De repente detectan a un nuevo ser a los pies del montículo, de unos tres metros de altura, vestía un traje negro y tenía una cabeza monstruosa en forma de pera invertida. Lo ven durante pocos instantes.

Cinco o seis minutos después, los seres se habían transformado y aparecían como una pareja normal. Él alto, rubio y con pelo largo, vestía una camisa y un pantalón, ella tenía el pelo oscuro y era muy guapa, llevaba camisa y falda negras.

La pareja comenzó a andar por la playa descalzos, en dirección al paseo marítimo. Cuando estaban entrando en el paseo, ven sobre el mar una especie de nube, que a gran velocidad se acercó hasta la orilla, Pedro González con la ayuda de los prismáticos ve al ser vestido de negro. Se desplaza de pie por encima de la arena, a unos veinte centímetros de altura. Los jóvenes no pueden apreciar rasgos de este ser, pero pueden ver los brazos y piernas. Los chicos acuerdan acercarse para verlo mejor, siendo entonces cuando el supuesto humanoide se detiene y mira fijamente a los testigos. El ser se pierde en la oscuridad.

Una vez finalizado el suceso, los chicos continúan en la playa. Esperan la llegada de un conocido, Juan Bermúdez. Pero antes de su llegada, sobre las 22:00 horas, observan sobre el mar una misteriosa luz. Era como una pelota que saltaba en zigzag, en silencio y que desapareció.

Los jóvenes acuerdan guardar silencio y cuando llega sobre las 22:30 horas Juan Bermúdez –que es dibujante y pintor- le cuentan lo sucedido, recomendándoles éste que se internen en la playa al objeto de buscar pruebas de su observación. Lo hacen, y localizan una huella en la arena, era de 45 centímetros de longitud por 15 de ancho y, había a su alrededor otras. Eran todas de las mismas características: todas de cuatro dedos, se dirigían al pueblo en línea recta y partían del supuesto montículo efectuado por los humanoides.

Quince días después, mientras se encontraban en compañía del investigador ufológico Jesús Borrego, localizan en los alrededores del paseo marítimo a la misma pareja que salía de la playa una vez transformada. En esta ocasión entrando en la playa en dirección al mar, se transforman de humanos a humanoides y se pierden de vista introduciéndose en el mar. Este nuevo suceso fue utilizado como coartada para la explicación del caso anterior.

A pesar de haber acordado guardar silencio sobre lo ocurrido, la noticia era conocida en la localidad al día siguiente (Sábado) y los cinco jóvenes continuaron acudiendo –a la caída de la tarde- a la misma playa para seguir observando luces que solo ellos veían.

Tal como indicamos anteriormente, el 5 de octubre DIARIO DE CÁDIZ da la noticia, mereciendo ésta salir en primera página.

El 7 de octubre GEIFO localiza a los testigos y efectúa una primera encuesta. Los testigos nos relatan lo ocurrido, que viene a ser más o menos lo publicado en prensa. Se efectúa una primera reconstrucción del suceso. Hay tres puntos dignos de destacar aquí: 

a).- Durante la observación pasan miedo, y en algún momento pánico. Pero se quedan hasta finalizar el suceso en lugar de huir. Pedro González tira los prismáticos, pero no queda nada claro cuando los recupera y si tiene que volver sobre sus pasos para ello. 

b).- Curiosamente la playa se encontraba vacía. 

c).- No hay coches aparcados en el paseo marítimo. 

Sobre el suceso del 15 de octubre, debemos de destacar que Pedro González llevaba esa noche una cámara de superocho y grabó parte del suceso, pero la cinta salió velada. Finalizado el suceso corren a la playa y encuentran las mismas huellas.

Una vez efectuada la primera reconstrucción del fenómeno, visitamos todos los bares y restaurantes del paseo marítimo para posteriormente acudir a la Policía Municipal de la localidad. De nuestras preguntas a los camareros, dueños de bares y restaurantes y a los Agentes de la Policía que nos atendieron se desprende lo siguiente: 

1).- Hacía una buena noche y había gente en las terrazas de los bares que se encuentran en el paseo marítimo, aunque no tantas como en plena temporada de playa. Hasta el cierre de los locales nadie vio o escuchó nada. 

2).- Había gente paseando tranquilamente por las aceras del paseo marítimo. 

3).- Había coches aparcados en el lugar. 

4).- Los agentes nos confirman que desde primera hora del sábado día 30 de septiembre la noticia era de dominio público en el pueblo, conociéndose la identidad de los testigos, a pesar de haber acordado la noche anterior –tal como ya hemos indicado- guardar silencio sobre lo ocurrido.

Por ello, solicitamos a los testigos volver a reconstruir el suceso a la misma hora que ocurrió. Esa tarde –sin que los testigos supieran nada- colocamos una serie de marcas donde decían que habían visto salir del mar a los supuestos humanoides, donde se encontraban los montículos, donde encontraron las huellas, etc.

Pedimos los prismáticos a Pedro González para su estudio y análisis, cosa que se negó a hacer.

En la segunda reconstrucción –cronómetro y metro en mano- encontramos errores de un cincuenta por ciento en la duración del suceso y de un setenta y cinco por ciento en la estimación de distancias.

Cuando llegan a nuestros oídos noticias del segundo suceso, solicitamos a los testigos volver con ellos a la playa y la cámara y película que utilizaron, cosa a lo que se negaron en redondo. Desde ese día ha sido imposible volver a hablar con los jóvenes, negándose a contestar nuevas preguntas. Como curiosidad, indicar que en el mes de diciembre del pasado año –con motivo de un programa de televisión- se volvió a localizar a estos jóvenes quienes negaron ser los testigos del suceso y las noticias que tenían sobre el mismo eran sólo de oídas.

Una vez en nuestro poder toda la información recogida en el lugar, las noticias publicadas en DIARIO DE CÁDIZ, lo indicado en las revistas INTERVIÚ y TIEMPO, etc., nos permitiremos dividir nuestro análisis en tres apartados, para seguidamente exponer nuestras conclusiones:

 1).- Descripción de los seres y sus movimientos.-

2).- Actitud de los testigos.-

3).- Consideraciones sobre el lugar.-

Descripción de los seres y sus movimientos: 

a).- Portan sendas túnicas, ¿posibles toallas?. 

b).- Movimientos lentos y toscos. Si se tratara de una pareja que sale del agua haciendo carantoñas, los movimientos son plenamente identificables, más siendo de noche y caminando por la arena de playa. 

c).- La descripción que hacen de sus caras habría que preguntarles como lo consiguen, si precisamente esa noche hay luna nueva, por tanto no hay luz natural y mucho nos tememos que poca o ninguna que provenga del mismo pueblo. No olvidemos en ese sentido que Interviú (revista de tirada nacional) hace un comentario muy descriptivo del lugar, propio de parejas que buscan la soledad y el anonimato, frecuente aparcamiento de vehículos con parejas buscando esos fines.

 d).- Algo más de dos metros de altura. ¿Cómo determinan dicho tamaño?, ¿Cuál es su referencia para determinar la altura?. 

).- No se inmutan ante la estrella fugaz que ellos dicen estar a pocos metros de sus cabezas. ¿No será que realmente era una estrella fugaz y por tanto muy alejada en realidad de los seres?. ¿Cómo inmutarse ante un hecho de estas características, que además debería producirse de espalda a los seres?. 

f).- El ser de negro tan sólo lo ve Pedro, que corre y nadie comprueba su presencia junto a los otros dos seres. Pesamos que puede ser un cuento, más cuando hasta entonces nada se dice del uso de los prismáticos. 

g).- Cuando los seres se transforman y vuelven al pueblo. ¿No será que entonces es cuando ven realmente lo que hay allí, una simple pareja que ha estado tendida en la arena?. ¿Porqué no les siguieron?. ¿Cuál es el grado de extrañeza que puede producir una pareja en la playa de noche y en tiempo relativamente bueno?. Esa creemos es la verdadera explicación. ¿Qué grado de extrañeza puede también producir una pareja que recorre el pueblo descalza?. Nadie nos aclara si llevaban zapatos y cuando se los colocan.

 h).- El ser de negro ya no estaba allí. ¿Lo estuvo en algún momento?. 

i).- Miran a la playa y ven deslizarse al ser de negro hasta la orilla. ¿No fue realmente ese el motivo por el que la pareja decide irse de la playa?. Es un razonamiento lógico, y si estamos con una mujer en la playa, a oscuras, protegidos por la arena, tumbados, es de suponer que no estamos mirando a las estrellas. Por otra parte, si en esta situación vemos venir a alguien: pescador, buzo, paseante..., evidentemente desistiremos de nuestra posición y en el más drástico de los casos nos marcharemos del lugar. 

Actitud de los testigos: 

a).- Pánico y curiosidad. ¿Desde cuando el pánico es sinónimo de objetividad?. Es manifiesto que existía predisposición y cierto pánico reflejado en los comportamientos que se describe en el siguiente punto. 

b).- Pedro sale corriendo poniendo más nervioso al resto. ¿Por qué no deja los prismáticos al resto para que comprueben lo que el dice ver?. ¿Cuándo vuelve Pedro sobre sus pasos para recuperar los prismáticos?. ¿Realmente los llevaba esa noche?. 

c).- Consideran el suceso algo extraordinario pero al mismo tiempo no quieren que influya en sus vidas. Si realmente desean el anonimato ¿por qué la prensa en repetidas ocasiones?, ¿por qué las fotos de Interviú a pesar del detalle de tapar los ojos?. 

d).- Anonimato. Una vez hechas las declaraciones a la prensa ¿por qué se niegan a una encuesta seria y objetiva?. ¿Es que piensan que es entonces cuando se pueden reír de ellos al comprobar que todo es mentira, un mero error?. 

Consideraciones sobre el lugar:

a).- Lugar propicio para la búsqueda de soledades, especialmente las que se buscan en pareja. No es nada extraño por tanto el que hubiera una pareja en la playa. 

b).- Paso frecuente de barcos y aviones. ¿por qué se extrañan entonces de las luces que observan desde agosto?. 

c).- Los seres se tumban en la arena y hacen montículos a su alrededor. ¿qué extrañeza hay en una pareja que reserve así un posible revolcón?.

Es evidente que el relato no se tiene en pie por mucho que quieran los detractores de nuestra explicación. No hay razones para pensar en una alta extrañeza, principal rasgo que debería presidir toda la historia en caso de ser cierta. La actitud de los testigos no es precisamente la de un testigo fiable, concurriendo en ellos muchos factores que lo descalifican.

Nuestra opinión, desde el punto de vista de los humanoides –y dejando a un lado las luces y demás circunstancias que rodean el caso- es que todo puede tener dos posibles explicaciones: 

1).- Que siendo cinco personas fuertemente influenciadas por el fenómeno y extremadamente crédulas, hayan magnificado una serie de hechos totalmente normales –posiblemente 3 ó 4- que han concurrido en fecha y hora.

 2).- Que tratándose de chicos normales, las dos parejas hayan ido al lugar a tener una distracción propia de los novios, siendo importunados en un momento determinado por el hermano de una de las chicas, por lo que deciden inventar toda la historia y así salvar la postura, o incluso justificarse ante los padres por ir al lugar repetidas veces durante tanto tiempo. 

Nos inclinamos por la primera de ellas, aunque la naturaleza humana es tan compleja que hasta la prensa se cree cosas de este tipo cuando se les está ofreciendo una explicación razonada y razonable.

 



 

2. TRANQUILO QUILLO. LOS EXTRATERRESTRES SE ME VAN A APARECER A MI TAMBIÉN, PARA REFORZAR EL AVISTAMIENTO DE LOS MUCHACHOS.

Esto que viene a continuación confirma la falsedad de los hechos de Conil. No contentos con haber creado un caso inexistente, Jesús Borrego visita la zona, entrevista a los testigos, y ¡cómo no!, los extraterrestres le obsequian con una "repetición de la jugada". Nuevamente, para uso y disfrute de los que afirman que GEIFO mintió, repiten el suceso, tal vez para darle más fuerza al invento.

¡Lamentable!. Esto es el ejemplo claro de lo que no debe hacerse nunca en Ufología: Inventar un caso que no ha sucedido. Lean y juzguen Vds. mismos:

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ESPACIO Y TIEMPO.

Revista de Parapsicología y Ufología

Dirigida por el Dr. Jiménez del Oso.

AÑO: 1.991

MES: NOVIEMBRE

NÚMERO: NUEVE.


 

HUMANOIDES MUTANTES EN CONIL.

DOS AÑOS DESPUÉS, UNO DE LOS TESTIGOS RELATA SU EXPERIENCIA EN EXCLUSIVA PARA ESPACIO Y TIEMPO.

(No es cierto. Jesús Borrego es un supuesto ufólogo, seguidor de J.J.Benítez. No forma parte de los testigos originales, sino que se convierte en testigo para reforzar la “VERACIDAD” del montaje). Todo es una comedia de lo más bufo. NOTA DE GEIFO.

JESÚS BORREGO.

Un espectacular fenómeno OVNI ocurrió en Conil de la Frontera la noche del 29 de septiembre de 1.989. Cinco jóvenes de la marinera localidad gaditana fueron testigos de un múltiple avistamiento ovni, protagonizando un encuentro cercano con humanoides mutantes en la playa de “Los Bateles”. Mientras investigaba el caso, el autor del presente reportaje tuvo la gran suerte de ver con sus propios ojos a seres de otros mundos.

En la noche del domingo 15 de octubre, en compañía de cuatro de los cinco jóvenes mencionados y en la misma playa de “Los Bateles”, Jesús Borrego tuvo un insólito e inolvidable encuentro, a cara descubierta, con los misteriosos mutantes humanoides. 

ENCUENTRO CERCANOS CON HUMANOIDES”:

Tuve la gran suerte de ver con mis propios ojos a seres de otros mundos –el domingo 15 de octubre de 1.989-, cuando investigaba el complejo fenómeno ovni ocurrido en Conil de la Frontera, en Cádiz, la noche del 29 de septiembre de 1.989, en que cinco jóvenes de la localidad tuvieron su primer “encuentro cercano” con humanoides.

La verdad, una vez más, pudo con el batallón de detractores y derrotista que, tras un riguroso pulso, dieron la espantada, no sin antes hacer todo lo posible por entorpecer la labor investigadora de los que verdaderamente trabajamos pisando fuerte el terreno, examinándolo como mandan los cánones de la ufología moderna. Y es que la verdad aun sigue teniendo poder. (¡Dios Santo!)

El 10 de octubre de ese mismo año, la agencia “TASS” lanzó la sensacional noticia de un aterrizaje con “desembarco” de humanoides en Voronezh, en la URSS. Este espectacular aterrizaje restó popularidad al caso español, que fue tanto o más real que el soviético.

Los jóvenes protagonistas del caso de Conil, impresionados, no quisieron ofrecer sus rostros a ningún tipo de revista; no querían popularidad y, además, temían ser objeto de burlas, así como que los etiquetaran y pusieran en entredicho su buen nombre, especialmente en el pueblo, donde las voces corren como la luz.

Con objeto de investigar lo sucedido, el domingo 15 de octubre me desplacé a Conil. Aproximadamente a las 20:30 horas, entré en un bar del paseo marítimo para tomar unos aperitivos y efectué mis primeras indagaciones dialogando con el propietario del establecimiento, quién me comunicó que los jóvenes que había presenciado el acontecimiento se dejaban ver por la zona la mayoría de las tardes y que, si aguardaba un rato, posiblemente los vería.

VIO SALIR DEL MAR A DOS HUMANOIDES CON TUNICAS BLANCAS Y A UN GIGANTE CON CABEZA EN FORMA DE PERA:

Efectivamente, serían las 20:30 horas cuando aparecieron Loli Bermúdez Ramos y Pedro González Soler, dos de los testigos del encuentro con los humanoides.

Tras presentarme, les referí el objeto de mi visita. Estos jóvenes ya me conocían, por lo que sentí un gran alivio.

Nos sentamos en la parte del bar que da al Paseo Marítimo, y, tras cambiar unas ligeras impresiones, les pedí que hicieran lo posible por presentarme cuanto antes al resto de los muchachos. Así lo hicieron. De manera que, una vez en casa de Juan Bermúdez Ramos, estando presente también su novia, Isabel Muñoz Ruiz, nos acomodamos y hablamos largo y tendido, después de haberles pedido permiso para formularles unas preguntas un tanto incómodas, pero de vital importancia para mi.

Cuando terminaron de responder a las mismas, les rogué que me acompañaran a la playa con el fin de conocer “in situ” el lugar del encuentro. Reconociendo la zona, Pedro González, me señaló el lugar exacto donde se encontraba cuando vio salir del mar a los dos “humanoides” con túnicas blancas y al gigante con indumentaria ceñida de color negro y cabeza en forma de pera.

EL HUMANOIDE SOBREPASABA LOS DOS METROS DE ALTURA.

Juan y Pedro, entre otras cosas, se quejaron por las últimas declaraciones publicadas en Diario de Cádiz, en las que el “Grupo Español de Investigación del Fenómeno OVNI” – GEIFO- desmentía los hechos. Les confesé mi indignación y les prometí “romper una lanza” a su favor, siempre y cuando yo viera, tras un riguroso examen, que realmente eran ciertas sus declaraciones y sus experiencias. Los animé y les aconsejé que guardaran silencio.

Me extrañó mucho la investigación realizada por el referido grupo –les contesté a los chicos-. Me consta que Ángel Rodríguez, su presidente, ha resuelto muy buenos casos. Pero en el vuestro no entiendo cómo ha podido lanzar a los cuatro vientos semejante barbaridad”. Ángel es una excelente persona, y, siempre dentro de sus posibilidades, buscó un estilo muy personal. ¿Qué ocurrió entonces? ¿Le fallaron sus pupilos? ¿O acaso fue influenciado por algún detractor? Algo así debió suceder; o quizás le fallaron todos los cálculos... todos nos equivocamos…

(No. No me falló nada ni nadie. Fallásteis vosotros, creando un caso que jamás existió. Hay que ser un poco más serios. ¿Por qué lo hicisteis?. Esa es la cuestión).

UNA EXTRAÑA PAREJA DE GIGANTES EN LA PLAYA DE LOS BATELES:

Salimos de la playa de Los Bateles, tras hablar largo y tendido. No observé contradicción alguna en sus declaraciones. La sencillez con que relataban el acontecimiento era perfectamente verosímil.

Les di una verdadera paliza, repitiendo preguntas ya formuladas acerca de las cuales aparentaba haber oído otra versión; pero nada, siempre fui corregido. Mi labor de “torpe preguntón” no dio resultado, de lo cual me alegro muchísimo.

Tras permanecer un buen rato en la playa, decidimos subir al paseo marítimo y tomar un aperitivo. Cuando estábamos prácticamente saliendo de la playa, ocurrió lo inesperado. ¡increíble! (¡Y tan increíble!). Nos cruzamos con una extraña pareja. Yo me quedé parado en seco, aunque, sinceramente, ante la presencia del varón todos nos quedamos atónitos; la mujer, en cambio, era más normal y, de haber caminado sola, habría pasado desapercibida. Era muy guapa. No puedo decir lo mismo del caballero. Su cabeza me impresionó a tal extremo que, antes de ser rebasado por ellos, me dirigí a los jóvenes que, perplejos, se miraban unos a otros sin soltar prenda: “¿Os habéis fijado en esa cabeza?”-. la pareja, en ese justo momento, nos rebasó, no sin que antes el extraño personaje, al percatarse de la insistencia de mi mirada, hiciera un extraño amago agarrando a su pareja, como no queriendo que ella nos mirara, mientras, sin dejar de mirarme –con cara de pocos amigos-, procuraba ocultar su rostro, acelerando cada vez más sus pasos en dirección hacia el mar. Sobrepasaba los dos metros de estatura –de 2,10 a 2,15 m -. La mujer era un poco más baja –de 1,85 a 1,95 m-. Pasaron a nuestro lado casi rozándonos.


 

DESAPARICIÓN DE LOS MUTANTES:

Los chicos, tras el expectante silencio, rompieron a hablar, confesándome que el personaje era idéntico a los que vieron transformarse en su primer encuentro.

El caso era increíble. ¡Valla carambolazo...!. (¡Cierto!. Nunca mejor dicho. Repiten el avistamiento para que lo puedas confirmar tú. ¡Y después dice J.J. Benítez en su WEB que GEIFO MINTIO!).

Acto seguido improvisé un pequeño juego táctico. Le pedí a Juan Bermúdez que se quedara allí, controlando con su reloj el tiempo que invertíamos en llegar a la orilla del mar, caminando más o menos a la misma velocidad que los extraños individuos. Le dije a Pedro González que me acompañara y que también controlara el tiempo que tardábamos en recorrer el trayecto. Nos llevaban unos ciento cincuenta metros de delantera, aproximadamente.

Así que, cuando íbamos a mitad del camino, estos se encontraban ya próximos al agua. Andábamos como autómatas; coger velocidad era pesado, pues la arena que pisábamos era blanda y seca y nuestros zapatos se hundían en ella. Aparte de eso, no los perdíamos de vista, ya que caminábamos siempre en línea perpendicular a ellos y la noche era clara.

Seguían avanzando rápidamente hacia el mar. De repente, vimos cómo los dos individuos ¡desaparecían!, ¡se esfumaban! Pedro y yo nos detuvimos sin quitar la vista del punto en que desaparecieron. Nos quedaban más de ochenta metros para llegar a la arena mojada.

-¿Qué te parece Pedro? –comenté

-¿Has visto? ¡O se han agachado o han desaparecido!

-No está mal pensado -, respondió.

Fue entonces cuando aconsejé a Pedro que corriéramos, sin antes advertirle que, cuando llegáramos a la arena mojada, nos detuviéramos. Para mi era fundamental comprobar hacia dónde se dirigían las huellas de sus zapatos.

Corrimos hasta llegar al lugar donde desaparecieron. Pedro casi se mete en la arena mojada; pero lo detuve, agarrándolo por un brazo. “¡Quieto Pedro1 –le dije, alertándolo -; lo que aquí está ocurriendo no es normal”. (No lo es, no. De verdad que no lo es, Jesús. Lo que habéis montado con lo de Conil no es nada normal). Hicimos una señal a Juan Bermúdez y a las dos chicas – con unas linternas- para que se acercasen. Mientras llegaban, observé las pisadas de la insólita pareja; eran claras y también las únicas. No había más pisadas; imposible que las hubiera. Todo era liso como un espejo: la bajada de la marea, conforme transcurría en la penumbra, planchaba la arena.

Llegaron Bermúdez, Loli e Isabel. Eché una ojeada a la derecha –en dirección al norte, hacia Roche, cuyo faro, barriendo la costa, me permitía ver perfectamente el área circundante-. No había rastro de vida; solo el brillo de la película de humedad en la superficie de la arena. Miré también hacia el sur; el campo de visión era total, el faro de Trafalgar iluminaba completamente la zona; igualmente, sin rastro de vida. Dije un disparate, que por cierto hizo mucha gracia a Pedro –no era para menos-. (¿Sólo un disparate?. ¡Lee el relato completo, anda!. ¡Vas a flipar!).

Loli quiso adentrarse en la arena mojada, porque, al igual que todos, estaba sorprendida al ver huellas que se dirigían hacia el agua, por lo que tuve que exhortarles para que no borraran las huellas.

¡Estas son! –exclamé-, no cabe la menor duda”. Al principio me adentré yo solo en la arena mojada, examinándolas detenidamente. Las pisadas grandes y profundas, que, en comparación con las mías, que gasto un 42-43, eran enormes, correspondían al enigmático personaje.

La arena estaba dura y mi pisada no penetraba profundamente en ella, solo dibujaba su forma en la superficie. Introduje mi pie dentro de una huella y me sobraba casi la mitad; era impresionante y, por su profundidad, deduje que el peso del individuo debía de superar los ciento veinticinco kilos, o tal vez más. (Más, más. Seguro que más. Unos 20.000 kgs. aproximadamente).

UN ENIGMÁTICO PUNTO EN EL CIELO:

No nos habíamos recuperado de un sobresalto, cuando entramos en otro. Toda nuestra atención incidió en un extraño “punto” negro, como el silicio, y del tamaño de un balón de fútbol. Se distinguía perfectamente, muy por detrás de la Torre del Palmar, a más de cuatro kilómetros. Debió de cruzar la referida torre prácticamente en milésimas de segundo. Se pudo apreciar con mucha nitidez. La visibilidad no podía ser mejor, la arena mojada brillaba, reflectando la luz de la Luna; si a este fenómeno sumamos los continuo barridos del faro de Trafalgar, la conclusión no puede ser más sencilla, y mucho más si tenemos en cuenta que el único obstáculo existente era en “extraño” objeto, que aumentaba de tamaño segundo a segundo. En tales circunstancias, es perfectamente aceptable que un objeto de 1,80 m de altura se distinga en una superficie lisa a cuatro kilómetros de distancia. Lo que no es admisible es que dicho “objeto” cubra cuatro kilómetros en cuarenta y cinco segundos. Es decir, “cien metros lisos” en poco más de un segundo... Algo así como pegar el pistoletazo de salida y no tener tiempo el campeón de dar la primera zancada. (¡Ohú, Señor, Señor!.)

Pensé, y así se lo hice saber a los chicos, que aquel fantástico record pudiera ser la cortina de humo que, a veces, suelen tener estos “hermanos nuestros” para distraer la atención, cuando les están pisando los talones. O tal vez nos lo brindaron a nosotros. -¡Será posible!; ¡cuarenta y cinco segundos, tío!”, repuso Pedro González, lleno de asombro y en tono asustado.

Y EL OBJETO SE TRANSFORMO:

Aquel enigmático objeto fue tomando forma humana antes de detenerse frente a nosotros. Se le distinguían, de cintura hacia arriba, cabeza, hombros y brazos, justamente cuando aminoraba la marcha para detenerse. De cintura hacia abajo sólo le apreciamos una especie de “nebulosa giratoria”. Parecía flotar y, a veces, daba tirones en su avance. Luego, aproximadamente a los veinticinco o treinta metros de su definitiva parada, comprobamos que daba grandes zancadas y que sus piernas eran muy largas y bien definidas. Se paró precisamente frente a nosotros, significando que en ese mismo sitio fue donde desapareció la pareja que habíamos seguido anteriormente. ¡Es una chica!, exclamé emocionado. Debo confesar que sentí cómo se estremecía interiormente todo mi ser. Sentí deseos de acercarme a ella y preguntarle “directamente”: ¿quién eres, tu record no es de éste mundo?. (Por qué no le preguntaste eso de “¿Estudias o trabajas”?. O aquello otro de “¿Qué hace una chica cósmica como tú en un sitio como éste?”).

Los chicos estaban tan sorprendidos como yo. La “cósmica” velocista siguió andando lentamente y, una vez que nos rebasó, sin hacer ningún extraño ademán, le salió al encuentro un nuevo ser, no se de dónde ni cómo, que se acercó a ella comentándole algo. Sin mirar hacia nosotros, éste cogió la prenda de la que ella se despojó –la parte superior del chándal- y caminaron en dirección sur, plácidamente, por la orilla del mar hasta perderse hacia Cabo Roche.

El hombre que la acompañaba era de características similares al anterior, pero la distancia que había entre él y nosotros no resultaba suficiente para captar los detalles.

Por mi cabeza volaban infinidad de ideas: una, que pudiera tratarse de la misma pareja y que, si fueron ellos, “jugaron” con el tiempo y conmigo. Sencillamente, porque yo tardé en llegar hasta las huellas el tiempo suficiente como para tenerlos a la misma distancia que en mi partida, en la dirección que fuera, y las huellas se perdían en el mar, no existían otras, y aun suponiendo que la velocista hubiera batido record en el justo momento en que la perdimos de vista, no encajaba tampoco. ¿Dónde quedó el extraño ser cuando ella efectuó el supuesto record de partida, en el preciso instante de perderlos de vista?

Por más vueltas que le daba al asunto no podía componer el puzzle. Aún hoy tengo mis dudas sobre si fueron dos parejas o una.


 

MISTERIOSAS HUELLAS EN LA ARENA:

Tras esta exhibición me dispuse a seguir las huellas de la enigmática pareja que desapareció de forma misteriosa. Pude comprobar que las de la chica no eran muy claras en comparación con las de su acompañante, que se hundían en la arena mojada, y que debían pertenecer a un individuo de más de ciento diez kilos de peso y corresponder a un pie del cuarenta y siete, o quizás más. (Más, más, Jesús. Seguramente un 85 ó 90).

De repente, observamos que las pisadas formaban un círculo de aproximadamente dos metros de diámetro. En ese círculo no pudimos apreciar lo que sucedió. Estaba formado por un sinfín de pisadas y en él se perdían definitivamente las huellas de la mujer.

Examinamos los alrededores y la arena estaba lisa como un cristal. No había más huellas de nadie, ni perpendiculares ni paralelas a la orilla del mar; apenas se distinguían las que dejábamos los chicos y yo; sólo se apreciaban las grandes zancadas que formaban el círculo.

Miré por última vez la extraña figura geométrica y no encontraba explicación. Sólo existían las pisadas de aquel gigante, y cuanto más al centro más difuminadas se veían, dando la sensación de que había dado varias vueltas en círculo, girando siempre en el mismo sentido, hacia la izquierda. Llegué a pensar, al no aparecer huellas femeninas –salvo un extraño taconeo o pequeños hoyos del tamaño de un tacón de zapato femenino-, que la mujer había sido cogida en brazos por el gigante, penetrando con él en el mar. Otra explicación no encuentro. Tras estas vueltas, me despedí de aquel extraño círculo con las pisadas que salían hacia el mar.

ENCUENTRO CERCANO EN PLENA CALLE”:

Salimos de aquel mágico lugar y nos dirigimos al Paseo Marítimo para tomar un aperitivo. Permanecimos en el establecimiento hasta las 12:00 horas, poco más o menos, cuando, de repente, Pedro González dio la voz de alarma:

-¡Ahí vienen!

-¡Cierto, son ellos! – contestamos todos a una. (Como en Fuenteovejuna).

Pedro, que tenía una cámara de superocho, filmaba descaradamente a la extraña pareja, que venía por el mismo camino por donde se marchó, con igual prisa e idéntica vestimenta –bien seca, por cierto-. En esta ocasión, ambos andaban con los brazos caídos y sin advertir que Pedro los estaba filmando.

Miré fijamente la cara del extraño gigante conforme se aproximaba. Igual que antes, trató de que yo no viera o mirase a la chica y la cubrió con su cuerpo. Una vez que nos rebasaron, entraron en el pueblo y se perdieron entre la multitud. (¿Un gigante entra en Conil?. En Conil entran mutantes de gran tamaño y no pasa nada?. ¿Cuéntame otra, Jesús, porfa!.)

Pedro mandó a revelar la película, pero no salió nada, porque estaba velada, circunstancia ésta que a mi personalmente no me cogió de sorpresa. (¡Ni a mi!. ¡Ni a mi!).

Cinco personas hemos vivido este acontecimiento, sin fantasear ni inventar nada. (¡¡¡¡¡¡¡Queeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!). Yo, como investigador, me remito a contar lo que he presenciado personalmente cuando me encontraba investigando el caso de Conil. (¡Venga, Jesús, por favor!).

Juan José Benítez, una vez más, siguió el caso tan refinadamente como es costumbre en él. (Cierto. Como es costumbre en él. ¡Eso sí que es cierto!).

Me hizo una visita relámpago y esgrimió sigilosamente, sobre el tapete de la mesa donde yo me encontraba, un dibujo que me hizo ponerme en pie.

¡Pero esto que es J. J.!”-, exclamé sorprendido y asombrado. Ante mi tenía el retrato de aquel ser que vi junto a los chicos de Conil. Yo también tenía su retrato-robot hecho por mi y el parecido no podía ser mayor.

J. J. Investigó el caso “in situ”. Sabe hacerlo bien, y mejor aun lo disimula. Y es que tiene que ser así. (Así, así. Sabe hacerlo bien y lo disimula. Sí, hijo mío, sí).

El dibujo me hizo viajar de nuevo a Conil para hablar con los chicos. Esto fue el 20 de Julio de 1.990. Me puse al habla con Juan Bermúdez, quien, aparte de decirme que fue él quién hizo el retrato-robot que J. J. me enseñó, me relató otra extraordinaria experiencia que no cabe aquí destacar.

Le enseñé mi retrato-robot del personaje y comprobamos que discrepábamos muy poco respecto a la cara del extraño ser. Sólo diferíamos en cuanto a la edad del mismo, que en mi retrato andaba por los treinta y tres años y en el suyo daba la impresión de tener más de cincuenta.

No olvidaré jamás aquellas caras.


A ESTO, ALGUNOS/AS LE LLAMAN UFOLOGIA. ¡LAMENTABLE!. Y PARA MAS I.N.R.I. SE ATREVEN A DECIR QUE GEIFO MINTIO. J.J. Benítez: ¿Quién mintió sobre el caso Conil?. Repito la pregunta: ¿Quién mintió en el caso Conil?. ¿Te la repito otra vez?.

  1. A VUELTAS CON LOS HUMANOIDES DE CONIL.

Por Angel Carretero Olmedo

En estos tiempos faltos de noticias relacionadas con avistamientos OVNIS y fenómenos afines, en distintas publicaciones y boletines no comerciales e incluso en Internet se habla alegremente de infiltrados. Se sigue poniendo como ejemplo el suceso ocurrido en la Playa de Los Bateles, (Conil, Cádiz) el 29 de septiembre de 1989, donde fueron testigos cinco jóvenes gaditanos.
En su día, el Grupo Español de Investigación del Fenómeno OVNI, (GEIFO) investigó el caso, llegando a la conclusión que estábamos ante una equivocación de los testigos, toda vez que confundieron a una serie de trabajadores con humanoides y a unas luces de un supuesto OVNI con las del buque de bandera inglesa "C.S.Monarch".

En esas fechas, como Vicepresidente de GEIFO participé en la investigación que he continuado hasta ahora.

Soy una persona que cuando afirmo rotundamente algo es debido a que puedo demostrarlo sin ningún tipo de dudas, siendo éste uno de esos casos.
Afirmo, y puedo demostrarlo mediante los correspondientes contratos de trabajo, que el día del suceso entre las 1400 horas y hasta las 0200 horas del día siguiente nos encontrábamos en el lugar de los hechos un compañero y yo.

Ambos estábamos allí en virtud de un contrato firmado con B.T. MARINE L.T.D., del Reino Unido, propietaria del buque y la empresa holandesa N.e.S.A., encargada del control de todos los trabajos. Ambos disponemos de las correspondientes nóminas del mes de septiembre de 1989 donde figuran nuestros respectivos cargos y un concepto denominado "Poderes". Nuestros poderes fueron otorgados ante Notario y ambos se encontraban bastanteados por los Servicios Jurídicos del Estado al objeto de poder representar a la Naviera ante cualquier organismo de carácter público o privado. Incluso, en aquellas fechas, muchas autoridades no entendían cómo empresas de otros países de la C.E.E., (hoy Unión Europea), podían trabajar en España sin tener abiertos centros de trabajo y no estar establecidas en nuestro país. No estaba muy claro el concepto de Personas Físicas o Jurídicas no residentes, que por supuesto tienen sus obligaciones tributarias con la Hacienda Española, motivo por el cual hubo muchos problemas que aclarar o resolver.
Afirmo que ese día, y en concreto a la hora del suceso,
NO PASO NADA, SIENDO TODO UN FRAUDE. Y a todo lo publicado por mí sobre el particular me remito.

En la investigación, que espero vea la luz íntegramente en un tiempo no muy lejano, se llegó a la hipótesis de que el suceso estaba formado por un triángulo cuyos tres lados eran las luces, el buque y los humanoides. 
La relación entre dos lados de este triángulo está más que demostrada y no deja lugar a dudas. Para el otro lado: los humanoides, se sigue pensando que no teníamos razón. En su día se callaron una serie de datos por motivos de tipo profesional. Datos que hoy en día pueden ver la luz y dejar de una vez por todas cerrado el suceso.

No obstante, y como quiera que en estos temas hay que demostrarlo todo, recomiendo a los lectores de esta carta y al público en general, la lectura de los documentos e informes que seguidamente detallo:

1.- Nota Verbal de la Embajada del Reino Unido en España, número 448, de fecha 12 de Julio y la respuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores Español de fecha 7 de Septiembre de ese año. 

2.- Intercambio de correspondencia entre la Embajada del Reino Unido en España y mi persona en relación con este asunto.

3.- Intercambio de correspondencia entre la Armada Española y yo.


4.- Informe del Ministerio de Asuntos Exteriores, (Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales) de fecha 23 de Abril de 1997.


5.- Avisos a los Navegantes relacionados con el asunto y publicados por el Instituto Hidrográfico de la Marina, (Armada Española).


6.- El artículo "¿HACIA EL FUTURO DE LAS COMUNICACIONES?", publicado en la Revista MAR, Septiembre de 1989.

7.- Consideraciones sobre el caso 29/09/89 Los Bateles, (Conil) de fecha 08/11/89 y publicado en CdU número 8, 2ª Etapa.

8.- Lo que sobre las luces dice EL REGLAMENTO INTERNACIONAL PARA PREVENIR LOS ABORDAJES EN LA MAR, y en concreto lo que dice sobre la segunda Luz de Tope que los detractores a mi explicación esgrimen en su defensa al no ser vista por los testigos.

9.- Los catálogos y distintas fotografías y artículos publicados en Prensa y revistas especializadas sobre trajes de buzos y aletas, (y que se podían encontrar en el mercado en el año 1989).

10.- El trabajo sobre el tema publicado en KARMA-7, número 303.
Para finalizar, indicar que todos los buques del mundo, (mercantes y de guerra) están obligados a llevar a bordo, entre otros, dos libros, que se denominan DIARIO DE NAVEGACION, (que escribe el Capitán o Comandante del buque) y el CUADERNO DE BITACORA, (que redacta en cada momento el Oficial de Guardia).
El buque "C.S.Monarch" disponía de esos libros, donde está registrado todo lo que se hizo ese día paso a paso y dónde. 

Como es natural, una vez agotados no se tiran a la basura. Hay que entregarlos a la Autoridad Competente, al objeto de que entreguen otro debidamente legalizado. Esta Autoridad los guarda. Pasado un tiempo se puede consultar por el público en general o por estudiosos en distintas disciplinas.
En nuestro caso, los libros que corresponden a la fecha del suceso se encuentran bajo la custodia de un departamento del Almirantazgo Británico y dentro de muy poco podrán ser consultados libremente. Sólo será necesario abonar el importe de las correspondientes fotocopias.

Si algún lector está interesado en leer cualquiera de los documentos relacionados en los diez puntos anteriores, con mucho gusto puedo hacerle seguir copia de los mismos.

Con lo expuesto aquí creo dejar demostrado, tal como indiqué antes, que estamos ante UN FRAUDE, Y DE INFILTRADOS NADA DE NADA. 


 

 
 
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